La falta de aspirantes impide cubrir las plazas de tropa profesional
Al inicio de la actual legislatura, en una comparecencia a puerta cerrada ante la Comisi¨®n Mixta Congreso-Senado sobre profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas, el general V¨ªctor Suances, entonces director de Pol¨ªtica de Defensa, la calific¨® como la hip¨®tesis m¨¢s peligrosa, pero m¨¢s improbable: que el proceso de profesionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito fracasara por falta de suficientes aspirantes. A la vista de los datos de la ¨²ltima convocatoria de tropa profesional, a la que se han presentado 1,2 aspirantes por plaza, est¨¢ hip¨®tesis sigue siendo la m¨¢s peligrosa, pero no es ya la m¨¢s improbable.
La decisi¨®n del Gobierno de suprimir el servicio militar obligatorio en el a?o 2002, "o antes" en palabras del presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ha llevado al Ministerio de Defensa a acelerar el proceso de profesionalizaci¨®n del Ej¨¦rcito. Si en 1996 se incorporaron 3.500 nuevos soldados y marineros profesionales, el a?o pasado lo hicieron 12.500 y este a?o deber¨ªan ser 17.500.El fuerte aumento de la demanda de soldados deb¨ªa ir acompa?ado de un paralelo incremento de los aspirantes, si se quer¨ªa mantener la proporci¨®n de solicitantes por plaza, que en 1996 superaba los cinco.
El ministro de Defensa, Eduardo Serra, lleg¨® a cifrar en cuatro el m¨ªnimo de candidatos por puesto, para que el Ej¨¦rcito pudiera seleccionar a los m¨¢s aptos. Con este objetivo, su departamento puso en marcha una intensa campa?a de publicidad a la que se han asignado m¨¢s de 4.000 millones de pesetas en los ¨²ltimos a?os.
Sin embargo, la proporci¨®n de aspirantes por plaza ha experimente una ca¨ªda imparable, agudizada en cada convocatoria, hasta situarse en s¨®lo 1,21 en la que se cerr¨® el pasado mi¨¦rcoles.
La cifra de aspirantes, 9.100 seg¨²n la proyecci¨®n realizada por el Ministerio de Defensa a falta de resultados definitivos, es la menor de los ¨²ltimos cuatro a?os, si se except¨²a la anterior convocatoria del mes de julio.
Esta reducci¨®n no se puede atribuir al aumento de la oferta, ya que no se produce s¨®lo en t¨¦rminos porcentuales, sino tambi¨¦n absolutos. El a?o pasado se presentaron un total de 51.896 solicitudes, mientras que este a?o se cifran en 39.209. La bajada es mayor si se tiene en cuenta que en 1998 hubo tres convocatorias, mientras que se han celebrado cuatro en 1999, lo que facilita que la misma se presente m¨¢s veces. Si se divide el n¨²mero de solicitudes por el de convocatorias, el resultado es que en 1998 hubo 17.298 de media en cada una de ellas, por s¨®lo 9.802, algo m¨¢s de la mitad, este a?o.
Hasta ahora, el problema se ha ido sorteando con una rebaja del nivel de exigencia, que ha supuesto admitir a casi todos los candidatos, con consecuencias dif¨ªciles de prever a largo plazo. Sin embargo, a partir de determinado nivel, que ya se ha sobrepasado, el problema no es s¨®lo cualitativo, sino tambi¨¦n cuantitativo. Con 1,2 aspirantes por plaza, cubrirlas todas resulta, adem¨¢s de contraproducente, pr¨¢cticamente imposible.
Puestos vacantes
Y ello es as¨ª porque ¨¦ste porcentaje representa un promedio. La situaci¨®n en la Armada o el Ej¨¦rcito de Tierra es m¨¢s preocupante que en la Fuerza A¨¦rea. Pero es que los aspirantes ni siquiera solicitan un ej¨¦rcito, sino unas plazas concretas y, cuando no las obtienen, renuncian muchas veces a enrolarse, aunque se les ofrezcan otros destinos.
En las tres primeras convocatorias de este a?o, el n¨²mero de vacantes fue de entre un 11 y un 13%, si se compara la cifra de admitidos con la de plazas. Este porcentaje hay que incrementarlo aproximadamente en un 10%, pues no todos los admitidos firman el contrato con el Ej¨¦rcito, sino que muchos se dan de baja durante el periodo de instrucci¨®n, que dura dos meses.
Hasta ahora, los responsables de Defensa han buscado causas coyunturales para explicar que las sucesivas convocatorias no obtuvieran el resultado esperado. De la primera de este a?o se dijo que estaba demasiado pr¨®xima a la ¨²ltima de 1998. De los malos datos de la segunda y la tercera se culp¨® a la guerra de Kosovo y a la cercan¨ªa del verano.
Para la ¨²ltima, sin embargo, no cabe ninguna excusa, pues tradicionalmente ha sido una de las m¨¢s exitosas del a?o y, adem¨¢s, el plazo de presentaci¨®n de instancias se ha ampli¨® en una semana, debido a que Defensa tuvo que corregir las bases iniciales de la convocatoria, que discriminaban a la mujer al negarle el acceso a destinos como la Legi¨®n o la Brigada Paracaidista.
Precisamente, el aumento de mujeres aspirantes, que el a?o pasado permiti¨® cerrar el ejercicio con una media de tres candidatos por plaza, es uno de los pocos datos positivos, aunque esta vez haya sido insuficiente.
El porcentaje de mujeres que quieren ingresar en el Ej¨¦rcito se ha mantenido en torno al 20%, rozando en alg¨²n caso el 30%. Adem¨¢s, aunque siguen suspendiendo en mayor medida que los hombres, la proporci¨®n de admitidas tambi¨¦n ha crecido desde el 9% al 16% como media.
En el Ministerio de Defensa se empieza a admitir que la profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas tropieza con problemas estructurales; entre los que se citan la ca¨ªda demogr¨¢fica y la reducci¨®n del paro juvenil. A¨²n as¨ª, es evidente que cualquier oferta de empleo p¨²blico encuentra un eco infinitamente superior al que obtienen las Fuerzas Armadas.
Problema estructural
Ni siquiera es un problema exclusivamente espa?ol. En otros pa¨ªses con ej¨¦rcito profesional, como Estados Unidos o el Reino Unido, tambi¨¦n hay serias dificultades para reclutar soldados. La situaci¨®n se agudiza en Espa?a por la falta de tradici¨®n y la decisi¨®n de acelerar el proceso.
Algunas medidas, como la introducci¨®n hace dos a?os de una tasa de examen de 1.500 pesetas que se suprimir¨¢ el pr¨®ximo enero, tampoco han contribuido precisamente a facilitar las cosas.
Para el a?o que viene se quiere introducir un sistema de reclutamiento continuo, que permita incorporar soldados a lo largo de todo el a?o y no s¨®lo en los periodos en que hay convocatoria. Tambi¨¦n se pretende rebajar el nivel de las pruebas f¨ªsicas, donde son eliminadas la mayor¨ªa de las mujeres, de tal forma que s¨®lo se exijan estas condiciones m¨¢s estrictas a quienes quieran incorporarse a unidades de ¨¦lite.
Algunos expertos plantean, sin embargo, que la ¨²nica soluci¨®n a largo plazo pasa por admitir en el Ej¨¦rcito a los extranjeros, a los que se facilitar¨ªa el acceso a la nacionalidad tras un periodo de servicio en filas, como ocurre en otros pa¨ªses y tambi¨¦n en Espa?a en otras ¨¦pocas.
De hecho, ya se est¨¢ empezando a permitir que los ciudadanos de pa¨ªses de la Uni¨®n Europea puedan acceder a empleos en la Administraci¨®n espa?ola, aunque el acceso a las Fuerzas Armadas les sigue estando vedado.
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