El retorno del tigre
El mayor felino de Asia est¨¢ superando el peligro de extinci¨®n, al pasar en cinco a?os de 5.080 a 7.436 ejemplares
Es uno de los animales m¨¢s emblem¨¢ticos de entre los muchos que se encuentran en peligro de extinci¨®n, pero su suerte parece haber cambiado. En 1994, numerosas organizaciones de conservaci¨®n de la naturaleza consideraban que su desaparici¨®n era inminente, quiz¨¢s para los primeros a?os del nuevo siglo. Desde entonces, su poblaci¨®n a pasado de 5.080 ejemplares censados a 7.436, seg¨²n las cifras aportadas durante una reciente conferencia celebrada en Nueva York, que ha reunido a gran parte de los cient¨ªficos y conservacionistas que trabajan con esta especie. El incremento es sustancial, ya que se acerca al 50% en apenas cinco a?os.John Seidensticker, del Parque Zool¨®gico Nacional de la Instituci¨®n Smithsonian de Washington, expresaba el optimismo que hab¨ªan despertado las cifras que se acababan de dar a conocer, subrayando que incluso en zonas donde se daba ya por perdido, como Sumatra, se hab¨ªan descubierto bolsas de supervivencia que permiten pensar en su conservaci¨®n, a pesar de que las causas de la recuperaci¨®n no est¨¢n a¨²n muy claras. En otras zonas, como el bosque de Ranthambhore, al sur de Delhi (India) se ha duplicado la exigua poblaci¨®n de 20 animales que se censaron en 1993.
Por su parte, Anita Neville, del World Wide Fund for Nature (WWF), aseguraba que la batalla estaba parcialmente ganada. M¨¢s escepticismo mostraba su compa?ero de WWF Espa?a (ADENA), Carlos Vallecillo, "Hay que ser muy cautos porque la situaci¨®n sigue siendo preocupante. Se han tratado los s¨ªntomas, pero la causa del problema sigue igual de vigente".
La causa es, esencialmente, la caza furtiva. A pesar de que es una actividad prohibida, la enorme demanda que suscitan los productos derivados del organismo de los tigres impiden atajar definitivamente su captura. Del tigre, como del cerdo, se aprovecha todo, desde la piel hasta los huesos, pasando por los bigotes, los sesos, la carne, los ojos, la sangre y hasta los c¨¢lculos biliares. La principal demanda procede de los fabricantes de medicinas tradicionales chinas, donde se emplean varios tejidos del tigre, especialmente los huesos molidos.
El auge econ¨®mico de la zona y la creciente escasez de tigres dispararon la demanda encubierta y elev¨® el precio de los animales abatidos, hasta el punto de que para un furtivo, conseguir matar un tigre puede suponer un beneficio en torno a un mill¨®n de pesetas, lo que comparado con los sueldos medios de muchos de estos pa¨ªses supone asegurarse la supervivencia por varios a?os.
En varias ocasiones, se ha propuesto la realizaci¨®n de campa?as para reducir la demanda y promover el uso alternativo de medicinas occidentales o de otras procedencias. Seg¨²n Carlos Vallecillo, se celebr¨® recientemente un simposio en Hong-Kong sobre el tema, pero resulta dif¨ªcil erradicar una pr¨¢ctica tan arraigada.
Otro problema es la dif¨ªcil convivencia de la poblaci¨®n rural con este depredador. En la zona del Golfo de Bengala, en una enorme zona boscosa y pantanosa a caballo entre India y Bangla-Desh donde viven 250 tigres, cada a?o muere una docena de personas por ataques de estos animales, adem¨¢s de otros destrozos. No es de extra?ar que con frecuencia aparezcan algunos ejemplares envenenados. Para reconciliar a las poblaciones cercanas, WWF mantiene un programa de compensaci¨®n de da?os provocados por los tigres en torno a zonas protegidas de la India.
Pese a los alentadores datos, el n¨²mero de tigres dista mucho a¨²n de recuperar su pasado esplendor. A principios de siglo, la poblaci¨®n estimada superaba los 100.000 ejemplares.
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