Llega el hombre de los 1.000 millones
Tiger Woods, el mejor golfista de la d¨¦cada, buscar¨¢ en San Roque su novena victoria del a?o
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"Nos vemos en Valderrama". Es dif¨ªcil no darse cuenta de que Tiger Woods juega por aqu¨ª, por el sur de Espa?a, con todos esos carteles gigantescos ocupando un buen hueco en los bordes de la carretera siempre atascada que bordea la costa entre M¨¢laga y C¨¢diz. "Nos vemos en Valderrama". Es Tiger Woods quien cita a los conductores y acompa?antes. A todos los amantes del golf. Tiger Woods nada menos. El hombre de casi todos los r¨¦cords, el hombre de casi todos los d¨®lares, el mejor golfista de la d¨¦cada, el n¨²mero uno mundial indiscutible. Tiger Woods est¨¢ en Valderrama, el campo que es el sue?o loco del rey del esta?o, del boliviano Jaime Ortiz Pati?o, del millonario que s¨®lo habla en ingl¨¦s, que prefiere que le llamen Jimmy y a quien todos llaman, reverentes, don Jaime o don Jimmy. Tiger Woods, el tigre que result¨® que no es de papel, y con ¨¦l los 60 mejores jugadores del mundo salvo tres o cuatro (Duval, Parnevik, O"Meara, Couples), est¨¢ en Valderrama para disputar, a partir de ma?ana, el ¨²ltimo torneo importante del a?o: el American Express, el tercero del invento del circuito mundial, el campeonato del mill¨®n de d¨®lares que decidir¨¢ qui¨¦n es el ganador de la Orden del M¨¦rito Europea.O no todos, menos dos, llegan para disputar: el Tigre, que disfruta de un momento de una dulzura incre¨ªble, llega para intentar ganar su noveno torneo del a?o; y Sergio Garc¨ªa, El Ni?o, no llega. Ah¨ª, en Valderrama, entre sus alcornoques, est¨¢ esperando, al acecho. M¨¢s carteles lo proclaman. Tiger Woods, El Tigre, est¨¢ sentado en un sill¨®n con un micr¨®fono en la mano y un centro de flores a los pies. Est¨¢ en plena conferencia de prensa. Blanco inmaculado el niqui. Crema la gorra. En la puerta de la sala de prensa, en las paredes del m¨®dulo prefabricado, unos p¨®sters anuncian el torneo. Medidos: el 50% del espacio, para El Tigre, a la derecha, de rojo; el 50% para El Ni?o, a la izquierda, de azul. El mano a mano. "Tendremos que ser nosotros quienes le frenemos al Tigre", dicen en la familia de El Ni?o, dice su padre, V¨ªctor, siempre con un palo en la mano, con un hierro, y se r¨ªe. "Que no, que era broma, que aqu¨ª hay muy buenos jugadores. Y todos pueden ganar". Y tampoco El Tigre est¨¢ muy por la faena de convertir el torneo en un duelo singular. "La verdad es que acabo de caer por aqu¨ª y no s¨¦ c¨®mo se est¨¢ vendiendo la historia", dice Woods al micr¨®fono contradiciendo las fotograf¨ªas. "Pero, bien, si se han centrado en un duelo me parece perfecto, no me plantea problemas, s¨®lo que... si se quedan en esto creo que le hacen una injusticia al resto de los participantes, y hay muy buenos jugadores entre ellos. As¨ª que Sergio y yo tendremos que trabajar duro y hacerlo muy bien para darnos a nosotros mismos una oportunidad de ganar. Tendremos que jugar muy bien y esperar a ver qu¨¦ pasa".
Y, sin embargo, la gente quiere el anuncio, todos sue?an con el duelo. Saltando la Ryder Cup y sus especiales condiciones, la temporada del golf podr¨ªa resumirse en un solo torneo, y en un solo d¨ªa. Mediados de agosto. Domingo. Medinah (Illinois). El Tigre, con una ventaja clara para ganar el campeonato de la PGA, el ¨²ltimo grande del a?o. ?ltimo d¨ªa. En un solo hoyo. El 16. En un solo lugar. La ra¨ªz de un ¨¢rbol. El golpe del a?o. El Ni?o corriendo, bailando, tras la bola. El Tigre sudando. Acab¨® ganando. Pero se ve de nuevo con El Ni?o. En Valderrama. Donde los alcornoques. "Y si gana el domingo Sergio ser¨¢ perfecto para ¨¦l. Estar¨¢ muy bien", sigue Woods en su mecedora. "Ha jugado muy bien este a?o, ha sido un a?o fenomenal para ¨¦l, se ha hecho profesional y ha tenido mucho ¨¦xito. No creo para nada que ¨¦l vea esto como una venganza, no. Conoci¨¦ndole como le conozco ¨¦sa no es la forma en que ¨¦l act¨²a. Es un buen tipo, alegre y de buen coraz¨®n. Es demasiado buen chico como para tom¨¢rselo como una venganza".
Sergio Garc¨ªa est¨¢ junto a las escaleras de entrada al club de golf hablando con un periodista. "Un momento", dice, y da un salto. Corre a saludar a Tiger, que pasa al lado. "Jij¨ª, jaj¨¢, m¨¢s gordo est¨¢s", bromean conjuntos. "Qu¨¦ tal Joana . A ver si cenamos juntos uno de estos d¨ªa. Jij¨ª, jaj¨¢. Hasta luego". Dos chavales. Woods, 23 a?os; Sergio Garc¨ªa, 19. Experto el norteamericano. De regreso al lugar en que en 1997, la Ryder Cup de Ballesteros, sufri¨® su m¨¢s dura derrota a manos de Costantino Rocca, el gran italiano. "S¨ª, pero aquel a?o yo no era ni la mitad de bueno que ¨¦ste", dice Woods. "Ahora ya he dado con mi swing natural. Ya no hago movimientos mec¨¢nicos. Es un fluido de mi cuerpo mi swing. Y tengo m¨¢s repertorio de golpes. Y s¨¦ m¨¢s. Y, adem¨¢s, hace un par de a?os cogi¨® Ballesteros el campo y nos lo hizo imposible a los americanos, que ¨¦ramos todos grandes pegadores. Pero creo que este a?o ya no interviene Seve".
Tiger Woods, el n¨²mero uno del mundo, es, evidentemente, mucho mejor jugador que hace dos a?os. Ahora est¨¢ a punto de convertirse en el primer golfista que gana 1.000 millones de pesetas en premios en un a?o. Despu¨¦s de Houston lleva 884 millones. Valderrama premia con un mill¨®n de d¨®lares (unos 158 millones de pesetas) al primero, que muy probablemente ser¨¢ Tiger Woods. Si El Ni?o no lo impide.
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