Una actriz que vende rosas
Lady Mar¨ªa Tabares sigue entre los "ni?os de la calle" en Medell¨ªn tras protagonizar un filme de gran impacto
La ¨²ltima rosa la vendi¨® el s¨¢bado por la noche en Medell¨ªn antes de emprender su 19? viaje al extranjero para promocionar en Espa?a la pel¨ªcula que muestra la realidad de la ciudad colombiana y as¨ª dejarle a su madre el dinero para la manutenci¨®n de la casa mientras est¨¢ ausente. Doce a?os ten¨ªa Lady Mar¨ªa Tabares cuando rod¨®, en las navidades de 1993, La vendedora de rosas, del colombiano V¨ªctor Gaviria. El miedo hab¨ªa amainado tras la muerte del c¨¦lebre narcotraficante Pablo Escobar, pero este hecho aceler¨® la violencia que aguardaba agazapada en las comunas de la llamada ciudad de la eterna primavera."Yo sigo vendiendo rosas, y, aunque ahora viajo y deseo salir adelante, es porque quiero volver a esos barrios a hacer muchas cosas", dice Lady Mar¨ªa, sentada en las escaleras del cine de Madrid donde se proyecta esta pel¨ªcula que el a?o pasado inaugur¨® en Cannes su estela de premios (van ocho) y las mejores cr¨ªticas en festivales como los de La Habana, San Sebasti¨¢n o Denver. Con sus ojos color caf¨¦ a¨²n so?olientos por el cambio de horario, a esta joven de 17 a?os sacada de las barriadas del Medell¨ªn que zigzaguea entre risas y l¨¢grimas nunca se le pas¨® por la cabeza que podr¨ªa estar aqu¨ª. "Es como un sue?o de verdad, porque nunca pens¨¦ que podr¨ªa ser actriz; si acaso se me ocurri¨® alguna vez que podr¨ªa salir en televisi¨®n, aunque fuera de muerta, por lo menos", y deja escapar una sonrisa burlona.
Cuando empez¨® la filmaci¨®n Medell¨ªn se enorgullec¨ªa de celebrar las navidades con mantos de luces por todas partes y lluvias perpetuas de fuegos artificiales. Y ella, Lady, no iba a ser la protagonista. ?se es un legado de la misma violencia que le cay¨® en las manos cuando su amiga M¨®nica apareci¨® tiroteada en una calle de Medell¨ªn tres semanas antes del rodaje. Su vida era la que hab¨ªa seguido durante varios a?os el director, y todo estaba listo para que M¨®nica fuera el eje de una historia al lado de sus parceros (colegas de barriada). As¨ª fue como Lady, que era compinche (mejor amiga) de M¨®nica, termin¨® haciendo un papel que conoc¨ªa muy bien: la vida de los ni?os desamparados o fugados de las casas por malos tratos que pueblan las calles en busca de cari?o y de alguien dispuesto a dejarse querer. "Eso es porque, como en las casas no hay amor pero s¨ª muchos gritos y palo, buscamos lo que queremos con los amigos", dice Lady mientras encuentra en los suaves movimientos de sus manos el mejor aliado para reforzar sus palabras. Pero casi todos son c¨®mplices del otro camino de fuga que han encontrado en las diferentes formas de drogarse. "Yo fui drogadicta. Lo ¨²nico que muestra la pel¨ªcula y que no me ha pasado es morirme", confiesa Lady, y a?ade que no le ha llegado el turno porque tuvo mucha voluntad. Por eso lanza soluciones: "Aunque la droga es mala, tambi¨¦n se debe empezar a cambiar desde la casa y el coraz¨®n de cada uno".
De repente recuerda a dos amigos que participaron en la pel¨ªcula y que un d¨ªa amanecieron muertos en la calle: "Aunque a veces nos insultamos y maltratamos, nosotros nos queremos; es como eso que dicen que porque te quiero te aporreo". Eso lo sabe Lady, que se enfrenta a ese mundo desde los tres a?os, cuando su madre la llevaba por bares y calles vendiendo flores. A los seis a?os baj¨® sola al centro, hasta que termin¨® en un internado de rehabilitaci¨®n en el que conoci¨® a M¨®nica.
Despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula en Colombia, hace un a?o, un medio de comunicaci¨®n hizo una campa?a para darle una casa, ya que a los j¨®venes int¨¦rpretes los "trampe¨®" el productor a la hora de pagarles su trabajo. Lady sigue ah¨ª, "haciendo de tripas coraz¨®n", y ahora le gustar¨ªa continuar sus estudios de bachillerato y tomar clases de arte dram¨¢tico. Algo hay, pero no quiere "aguar la fiesta", s¨®lo cuenta que unas ONG hacen gestiones para darle una beca de estudios en Espa?a. Por lo pronto hoy estar¨¢ en Barcelona para la promoci¨®n de la pel¨ªcula, y luego, en Valladolid. Por la tarde volver¨¢ a Madrid para dar una conferencia en la Casa de Am¨¦rica. La pr¨®xima estar¨¢ de vuelta en Medell¨ªn, en su barrio, a la espera de las navidades, tan alegres como una fiesta de pueblo, vendiendo rosas: "M¨¢s que nada, las rojas, que son las que m¨¢s piden. Aunque a m¨ª me gustan un poquito m¨¢s las blancas; y tambi¨¦n las amarillas, aunque significan celos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.