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El presidente del Consell Valenci¨¤ de Cultura, Santiago Grisol¨ªa, est¨¢ hasta el genoma de que algunos de los miembros de esta congregaci¨®n de talentos no respeten el voto de silencio y vayan a la prensa con los asuntos. Por eso ha amenazado con proponer a la presidencia de las Cortes Valencianas la creaci¨®n de un c¨®digo ¨¦tico y la revocaci¨®n de todos los consejeros con el objeto de adecentar la instituci¨®n, aun a costa del reglamento si fuera preciso. Tabla rasa, eso es. Y Grisol¨ªa, a salvo de la escabechina administrativa para liderar su nueva ¨¦poca. A prop¨®sito del arrebato imperioso de este profesor larguirucho, que hasta ahora hab¨ªa logrado dar el pego de ser incapaz de matar una mosca, alg¨²n radical -de s¨ª mismo- como Ferran Belda ha propuesto la disoluci¨®n del casino, por decirlo al modo de su casi paisano Josep Pla. Dar por amortizado el invento y muy buenas. Lo que supondr¨ªa echar por la borda un organismo que se ha revelado imprescindible para la vertebraci¨®n de las dudas de los valencianos -tan rentables editorial y pol¨ªticamente-, puesto que ha elevado el caf¨¦ para todos a la m¨¢s polis¨¦mica de las epistemolog¨ªas. Basten como ejemplo de esta factor¨ªa de jerogl¨ªficos y acertijos de cuota pol¨ªtica los dict¨¢menes sobre la lengua y el Palacio de Congresos del Benacantil, donde la ciencia y la l¨®gica son sustituidas por el nudo marinero, incluso el l¨ªo de la madeja, para tratar de satisfacer, en apariencia, a todas las partes en litigio y que todo quede como estaba. Y eso, seg¨²n se mire, tambi¨¦n es un capital art¨ªstico. Por no hablar de la vertiente social que suscita el tinglado con dietas, comisiones y ponencias, y la corriente econ¨®mica que genera en sus agraciados. Eduardo Zaplana deber¨ªa hacer caso a Grisol¨ªa y aprovechar la coyuntura de la revocaci¨®n para privatizar este organismo sin que perdiese su car¨¢cter p¨²blico, al modo del hospital de La Ribera. Podr¨ªa d¨¢rselo incluso a Adeslas, o a Federico F¨¦lix, como las estaciones de la ITV. Incluso a Luis Concepci¨®n, sus hijos o quien sea el titular de la cesi¨®n onerosa de Inscanner, por no decir Luis Batalla, ya que ¨¦ste va muy cargado de concesiones.