Los pintores olvidados de Bloomsbury
Dos galer¨ªas de Londres exhiben la obra de Vanessa Bell, Duncan Grant y Roger Fry
Los lienzos que se exponen en la Tate Gallery hasta el 23 de enero del 2000 cuentan parte de la historia. Retratos, por un lado, de Virginia Woolf, John Maynard Keynes, Lytton Strachey, David Garnett, E. M. Forster y otros pr¨®ximos al grupo de Bloomsbury, el c¨ªrculo de amigos que ret¨® las estrictas reglas sociales y est¨¦ticas de la Inglaterra victoriana.Im¨¢genes de interiores y bodegones, por otro lado, que acercan al visitante las vidas entrecruzadas de la selecta comuna de artistas e intelectuales que fijaron residencia en Bloomsbury, el barrio londinense en torno al Museo Brit¨¢nico, en las primeras d¨¦cadas de este siglo. Y, por ¨²ltimo, paisajes y expresiones abstractas que delatan la directa influencia en sus autores de las nuevas tendencias que bull¨ªan en el resto de Europa. Roger Fry, Vanessa Bell y Duncan Grant firman, salvo en casos aislados, la obra pict¨®rica que se exhibe en dos importantes galer¨ªas de Londres -Tate Gallery e Instituto Courtauld- y en una serie de eventos paralelos.
El Instituto Courtauld brinda en Arte hecho moderno un cuidado homenaje a Fry, pintor, adem¨¢s de cr¨ªtico de arte y comisario de exposiciones en Inglaterra y EEUU. El m¨¢s entusiasta e inquieto esp¨ªritu renovador entre los pintores de Bloomsbury, mont¨® en Londres, en 1910 y 1913, sendas muestras del posimpresionismo parisino con las que acerc¨® por primera vez al p¨²blico brit¨¢nico la obra de C¨¦zanne, Van Gogh, Matisse y Gauguin. El impacto del revolucionario lenguaje pict¨®rico alcanz¨® de lleno a sus colegas: "Aqu¨ª hab¨ªa un camino posible; una liberaci¨®n repentina y un aliento por sentir por uno mismo, lo cual fue absolutamente sobrecogedor", escribi¨® en su d¨ªa la hermana de Virginia Woolf, la pintora Vanessa Bell.
El criterio art¨ªstico de Fry influy¨® incluso en el programa de adquisiciones de las instituciones brit¨¢nicas y en la creaci¨®n de la colecci¨®n del propio Courtauld. Pero la relevancia de su obra, as¨ª como la de Bell y Grant, sigue discutida medio siglo despu¨¦s; mientras unos cr¨ªticos la califican de "basura", pastiche o simples reproducciones de sus contempor¨¢neos en el continente, otros resaltan sus logros posimpresionistas.
Esta pintura, adem¨¢s de varios dise?os del taller Omega, se someten a revisi¨®n en la Tate Gallery que brinda al tr¨ªo de Bloomsbury una retrospectiva colectiva, la primera que se organiza en el pa¨ªs.
El influyente c¨ªrculo de amigos florece en importancia desde hace 30 a?os a trav¨¦s de nuevas interpretaciones de las novelas de Virginia Woolf, de los punzantes retratos biogr¨¢ficos de Strachey en Eminent Victorians, de los ensayos del economista Keynes. Se descubren igualmente distintos rayos de luz en pel¨ªculas como Carrington, sobre la imposible relaci¨®n de Dora Carrington, artista pr¨®xima al grupo, con Strachey, y en los sucesivos escritos que resaltan los caminos entrecruzados de unos y otros al estilo de los culebrones de televisi¨®n. Pero Fry, Bell y Grant eran, hasta la fecha y salvo en los aspectos de convivencia sexual, los grandes olvidados de Bloomsbury.
La Tate recupera su herencia aunque, parad¨®jicamente, parte con un objetivo que invalida el t¨ªtulo de la retrospectiva: El arte de Bloomsbury. El comisario Richard Stone quiere destacar la individualidad estil¨ªstica de cada uno de los artistas y defiende que su asociaci¨®n al grupo de Bloomsbury fue determinante en el eclipse que hist¨®ricamente ha rodeado al tr¨ªo. "Se les agrupa como un indisoluble tres en uno, el Esp¨ªritu Santo del formalismo. Algo de verdad hay: llegaron en un momento determinado del arte brit¨¢nico y absorbieron con energ¨ªa las mismas influencias e ideas. Pero es m¨¢s f¨¢cil caracterizar su trabajo individualmente que como una manifestaci¨®n de una teor¨ªa est¨¦tica o como un proyecto de grupo", escribe en el cat¨¢logo de la exposici¨®n.
Las cr¨ªticas negativas al tr¨ªo de portavoces del arte moderno se remontan a su propia ¨¦poca y no se limitan a opiniones externas. Fry imbuy¨® confianza en Bell y Grant, y la inseparable pareja apreciaba sus dotes como cr¨ªtico y escritor. Su pintura era, sin embargo, otra cuesti¨®n. Vanessa Bell la detestaba y lleg¨® a describirla como "un asunto muerto sin gracia alguna". Para Stone, la clave de los tres amigos se descubre en los a?os anteriores a la Primera Guerra Mundial, "un momento", se?ala, "de entusiasmo compuesto, liberaci¨®n, destrucci¨®n y revisionismo", cuando realizaron sus "trabajos m¨¢s memorables y contribuyeron a desbrozar v¨ªvidamente en el arte brit¨¢nico del momento un lenguaje y contenidos pict¨®ricos".
Diversas obras del taller Omega, an¨®nimas en principio de acuerdo con la regla te¨®rica de la casa, sacan a relucir brotes de imaginaci¨®n y originalidad que con frecuencia se echan en falta en la pintura de Bloomsbury. El taller se abri¨® al p¨²blico en 1913 -con Fry como impulsor y director, y Bell y Grant en su papel de asociados- como veh¨ªculo comercial de dise?os de muebles, papeles decorativos, cer¨¢mica y textiles. Las colaboraciones se extendieron a un variopinto grupo de artistas, poniendo en cuesti¨®n la fama de aislamiento que ten¨ªa Bloomsbury, y la influencia del estudio permaneci¨® vigente tras su cierre en 1919. En la muestra se exhibeun par de sillas Omega, prestadas a la Tate por la granja-museo Charleston
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