Borrados los vestigios de la ¨¦poca colonial espa?ola
En 1976, cuando el Tercio Juan de Austria serr¨® el m¨¢stil de la ¨²ltima bandera espa?ola que quedaba en el S¨¢hara Occidental para no tener que arriarla, hab¨ªa en El Aai¨²n 28.060 saharuis (censo de 1974). Hoy viven en la ciudad cerca de 200.000 personas.A las primeras oleadas de marroqu¨ªes que llegaron con la Marcha Verde y que habitaron las viviendas abandonadas por los espa?oles se fueron sumando nuevos colonos, para los que las autoridades de la Wilaya construyeron barriadas enteras. Los reci¨¦n llegados levantaron sobre las casas bajas del barrio de Colominas, que en tiempos de la colonia estaba habitado por militares y funcionarios, hasta tres y cuatro pisos m¨¢s.
Pero la poblaci¨®n creci¨® bruscamente hace cuatro a?os, con la llegada de nuevos colonos del norte, que fueron instalados primero en los llamados Campamentos de la Unidad y despu¨¦s en una mara?a de edificios unidos por callejuelas que apenas permiten el paso de una persona.
El centro del viejo Aai¨²n espa?ol no ha desaparecido: el cuartel de Artiller¨ªa sigue cerrando la antigua avenida de los Ej¨¦rcitos, aunque ahora est¨¢ ocupado por la polic¨ªa antidisturbios. Sidi Buya, sede del Tercio Juan de Austria, ha sido ampliado y alberga ahora tropas de la corona alau¨ª. El casino de oficiales se ha transformado en Casa de Espa?a y sus salones est¨¢n cubiertos de polvo. En el colegio La Paz, de cuya puerta ha sido arrancada la placa que se?alaba su raz¨®n de misi¨®n cultural espa?ola, el maestro don Jacinto da clases a unos 30 alumnos, en su mayor¨ªa hijos de matrimonios mixtos.
Pero tal vez sea la Misi¨®n Cat¨®lica el edificio colonial m¨¢s emblem¨¢tico. Al final de la calle principal, su gran c¨²pula blanca coronada por una cruz llama la atenci¨®n junto a la sede de la Wilaya y la casa del Wali, cuyo ¨²ltimo ocupante espa?ol fue el general Federico G¨®mez de Salazar.
En la iglesia quedan dos sacerdotes, los padres Acacio y Camilo, que s¨¢bados y domingos celebran misa para una treintena de cat¨®licos de la Misi¨®n de Naciones Unidas para el Refer¨¦ndum del S¨¢hara Occidental. Tanto los curas como el resto de la treintena de espa?oles que viven en El Aai¨²n (trabajan en la empresa Fos Bucraa o se dedican a la hosteler¨ªa o a la pesca) se niegan a hacer declaraciones. Los sacerdotes tienen que renovar su permiso de residencia cada a?o. Y en cuanto al resto: "Si dices algo que no gusta a los marroqu¨ªes, lo mejor que te puede pasar es que te den 48 horas para desaparecer".
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