El muro cay¨®, el mundo cambi¨®
CON EL muro de Berl¨ªn cay¨® algo m¨¢s que el espantoso s¨ªmbolo de separaci¨®n entre dos Europas. Cambi¨® el mundo. Cambiamos de mundo. Un orden que parec¨ªa inmutable se vino repentinamente abajo, abriendo la caja de Pandora de muchos conflictos reprimidos, pero tambi¨¦n destapando m¨²ltiples oportunidades. Diez a?os despu¨¦s, a tientas, el mundo sigue en transici¨®n. Tras el fracaso del comunismo no hay lugar para proclamar el triunfo de un pensamiento ¨²nico que sacralice el mercado. La historia no ha llegado a su fin, y los ciudadanos del mundo, con sus numerosas preguntas y demandas, siguen esperando respuestas que no acaban de llegar. Las ideolog¨ªas tambi¨¦n est¨¢n en crisis.La ca¨ªda del muro fue posible porque otros hab¨ªan allanado el camino, y sobre todo, porque las gentes se pusieron en movimiento. La lucha de Lech Walesa y el sindicato Solidaridad en Polonia, pa¨ªs de origen de un papa que tambi¨¦n influy¨® en ese final, marc¨® un camino. Pero el personaje m¨¢s decisivo fue, sin duda, Mija¨ªl Gorbachov, el iniciador de la perestroika en la URSS. Al indicar que no har¨ªa nada por detener las revoluciones que empezaban en Europa del Este, ¨¦stas pudieron triunfar y acabaron por rebotar en Mosc¨². Gorbachov fue quiz¨¢s un aprendiz de brujo que puso en marcha un proceso cuyas gigantescas consecuencias no previ¨®. Al querer reformar el sistema sovi¨¦tico, que hab¨ªa fracasado y no podr¨ªa competir en la nueva era tecnol¨®gica, lo hundi¨®, y as¨ª qued¨® como el ¨²ltimo presidente de una Uni¨®n Sovi¨¦tica que desapareci¨® el 31 de diciembre de 1991. Un Estado que parec¨ªa tan s¨®lido como el muro de Berl¨ªn.
Aunque haya diferencias entre unos pa¨ªses del Este y otros, la democracia ha triunfado en casi toda Europa, al tiempo que las sociedades se han modernizado y millones de esos ciudadanos antes apartados se est¨¢n integrando en la econom¨ªa mundial. Una tarea a¨²n inacabada, y harto dif¨ªcil, pues s¨®lo ahora, una d¨¦cada despu¨¦s, estos pa¨ªses est¨¢n volviendo a alcanzar los niveles de renta que ten¨ªan cuando cay¨® el muro, aunque Rusia queda a¨²n lejos de este list¨®n. Es todo un largo y penoso recorrido, en el que los europeos occidentales, que en Yalta abandonaron en manos de los sovi¨¦ticos esa parte de Europa, han sido cicateros en su ayuda. Por ello hay que ofrecerles, al menos, un horizonte decente de ingreso en la Uni¨®n Europea, aunque la ampliaci¨®n de ¨¦sta sea una tarea de suma complejidad.
Del derrumbe del muro a la unificaci¨®n de las dos Alemanias s¨®lo hab¨ªa un paso, que Helmut Kohl supo aprovechar y acompa?ar del proyecto de la moneda ¨²nica, garant¨ªa del anclaje de la nueva Alemania en Europa. La UE y los propios alemanes est¨¢n a¨²n digiriendo esa unificaci¨®n. Pero en 1999, por vez primera en su historia, Alemania tiene unas fronteras que satisfacen a los propios alemanes y tranquilizan a todos sus vecinos. Tambi¨¦n por vez primera es Alemania aliada de Francia y de Polonia, en una OTAN que ha sabido sobrevivir a la desaparici¨®n del Pacto de Varsovia. Ninguno de los siete Estados colindantes con Polonia se parece al que era en 1989. Tal ha sido el formidable cambio acaecido.
Sin duda, las guerras en los Balcanes han sido la vergonzante mancha de estos a?os, y contrastan con la forma en que Europa central y oriental ha sabido encauzar sus tensiones ¨¦tnicas. Al menos, la guerra de Kosovo habr¨¢ servido para que los europeos se den cuenta de sus errores y carencias a la hora de pesar pol¨ªtica, diplom¨¢tica y militarmente no ya en el mundo, sino en su propio patio trasero, sin tener que depender, como sucede ahora, de Estados Unidos. Un pa¨ªs que ha quedado como superpotencia ¨²nica, "indispensable", en expresi¨®n de Clinton, y que pretende ejercer su poder de forma cada vez m¨¢s unilateral.
Con el fin del orden bipolar ha desaparecido la amenaza de una guerra nuclear total, si bien no los conflictos limitados, civiles en su mayor¨ªa. Al tiempo se ha generado un derecho de injerencia por razones humanitarias y se han dado pasos para que los cr¨ªmenes contra la humanidad no queden impunes. Si el fin del mundo bipolar supone una cierta p¨¦rdida de control, la desaparici¨®n de los clientelismos ideol¨®gicos y geopol¨ªticos que generaba ha permitido tambi¨¦n que se pongan en marcha procesos positivos, entre ellos, el de paz entre ¨¢rabes e israel¨ªes, con consecuencias alentadoras para toda el ¨¢rea mediterr¨¢nea. Y si el muro dibujaba dos mundos, hoy hay uno solo. M¨¢s complejo. Plagado de viejos y nuevos problemas. Pero mejor.
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