La Almudena, en la plaza Mayor
Al menos 15.000 fieles siguieron ayer la misa multitudinaria que ofici¨® el cardenal Rouco en honor de la Patrona de Madrid
Ma?ana de atm¨®sfera primaveral. Luz de oto?o. Casta?as asadas de invierno, las primeras, a trescientas pesetas el cucurucho. La plaza Mayor mostraba ayer un aspecto singular: los balcones de la Casa de la Panader¨ªa se hallaban engalanados y cubiertos con largas banderas nacionales. Pero no se trataba de una fiesta nacional. Fue una festividad religiosa. M¨¢s precisamente, cat¨®lica. Se conmemoraba la festividad de la Virgen de la Almudena, patrona oficial de Madrid desde que en 1948 P¨ªo XII as¨ª lo dispusiera, si bien su culto en la ciudad se remonta al a?o de 1083.Sobre una base de flores blancas y amarillas, colores vaticanos, una talla pol¨ªcroma de la Virgen con Jes¨²s en brazos, en tonos dorados, luc¨ªa un faj¨ªn rojo con bord¨®n de oro. La tradici¨®n dice que una talla suya, labrada por Jos¨¦ Nicodemus y pintada por el mism¨ªsimo san Lucas evangelista, fue tra¨ªda a Espa?a por el ap¨®stol Santiago el Mayor. "Escondida de las profanaciones sarracenas", sigue la leyenda, reapareci¨® sobre una torreta de la muralla en tiempos de Alfonso VI y, desde entonces, ocupa la advocaci¨®n de los fieles cat¨®licos madrile?os.
Al menos 15.000 personas llenaron la plaza Mayor, donde se celebraba en honor de la Virgen de la Almudena el acto lit¨²rgico cat¨®lico, con misa, presidido por el cardenal-arzobispo Antonio Mar¨ªa Rouco Varela. Flanqueado por cinco obispos, decenas de concelebrantes, centenares de religiosos, una banda militar de m¨²sica, la orquesta municipal y un coro, el cardenal ocupaba el centro de un solio adosado a la fachada de la Junta Municipal de Centro. Frente a ¨¦l, del lado de los fieles distinguidos y sentada a su izquierda en silla de ruedas, sobre un sitial forrado de terciopelo granate, do?a Mar¨ªa de las Mercedes, madre del rey Juan Carlos, hija predilecta de Madrid desde 1981.
A la izquierda de la condesa de Barcelona, dos filas verticales de butacones con el escudo de la villa, asentaban al alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, con el gran collar de Madrid al pecho y bast¨®n edilicio, y numerosos concejales del Partido Popular. Ternos oscuros, trajes de chaqueta y melenas rubias dominaban en la bancada. La presencia de concejales socialistas no era f¨¢cilmente perceptible.
Al lado del alcalde, pero en otra fila de butacas perpendicular a la de los ediles, se hallaban sobre una tarima Alberto Ruiz-Gallard¨®n, presidente de la Comunidad de Madrid; su esposa, Mar Utrera, as¨ª como el delegado del Gobierno, Pedro N¨²?ez Morgades; su mujer, Bel¨¦n Garc¨ªa de Le¨¢niz, y un general, con su uniforme de gala, tambi¨¦n acompa?ado por su esposa.
Las personalidades ocupaban los lugares m¨¢s cercanos al altar, acotados por verjas met¨¢licas amarillas. Dentro de ese mismo recinto, al lado derecho del solio cardenalicio, enfermos de par¨¢lisis sentados sobre sus sillas de ruedas asist¨ªan a la liturgia cat¨®lica con las rodillas cubiertas con mantas por si el fr¨ªo asomaba a la plaza. No lejos de ellos, destacaban los gorros octogonales de los maceros del Ayuntamiento y las capas blancas de los caballeros de las ¨®rdenes militares, que luc¨ªan cruces bordadas sobre sus hombreras. Detr¨¢s, una sinfon¨ªa de lentejuelas anunciaba la presencia de chicas ataviadas con trajes regionales de diferentes provincias. No faltaban gaiteros con trajes de terciopelo negro m¨¢s damas con mantilla espa?ola y chulapas castizas con sus claveles rojos a modo de mo?os bajo los pa?uelos blancos y mantones de Manila de vivos colores bordados y flecos.
El momento m¨¢s esperado por los curiosos fue el que insta a los fieles asistentes a la misa a darse la paz. El alcalde y el presidente de la Comunidad se hallaban situados contiguamente apenas a un metro de distancia, con un macero por medio. Alberto Ruiz-Gallard¨®n hab¨ªa sido saludado por el alcalde a su llegada, algo tard¨ªa, a la plaza Mayor, tras asistir a un programa radiof¨®nico en el teatro Real. Entonces, mediada la misa y ante la petici¨®n del celebrante a los fieles, el presidente regional descendi¨® de su peque?o estrado, se aproxim¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, le dio la paz a ¨¦l y a los tres tenientes de alcalde que le acompa?aban y regres¨® a su sitial. La pol¨ªtica qued¨® a un lado. Al finalizar la ceremonia en la plaza, ambos conversaron unos segundos de forma aparentemente afable, para despu¨¦s caminar juntos a cumplimentar a la madre del Rey, a la que ambos escoltaron hasta su autom¨®vil.
Luego, tras la salida de la imagen mariana por la puerta de Gerona, comenz¨® la procesi¨®n por calles del distrito Centro, con repetidos vivas a la Virgen y c¨¢nticos, para culminar una hora despu¨¦s en la catedral de la Almudena, abarrotada de p¨²blico. Sus puertas de bronce mostraban una labor de labrado, reci¨¦n terminada, con motivos referidos al tercer milenio; tras ser cerradas, las puertas fueron bendecidas por el cardenal Rouco Varela, que entr¨® despu¨¦s al templo bajo una lluvia de p¨¦talos de rosas lanzada desde el coro, que estrenar¨¢ su flamante ¨®rgano el pr¨®ximo 10 de diciembre con un concierto de Montserrat Torrent.
El ¨®rgano, construido por el organero Gerhard Grenzig, ha sido sufragado por una fundaci¨®n bancaria. Ha costado la suma de 231.054.000 pesetas. Su fachada roja, con ribetes azules, enmarcada con panes de oro, vistosas estrellas de ocho puntas y tubos plateados en graciosas simetr¨ªas, es obra del arquitecto Sim¨®n Platt. Su sonido, dentro de la nave de la catedral madrile?a, tiene siete segundos de per¨ªodo desde que sus notas, distribuidas en cuatro teclados y setenta registros, son pulsadas.
No lejos de la catedral, frente al teatro Real, un grupo de profesores de religi¨®n particip¨® en un acto reivindicativo. Cuatro de ellos se encuentran en huelga de hambre en el Instituto Blas de Otero, de Aluche, desde el pasado 2 de noviembre. Con esta medida protestan por el cambio de sus contratos docentes. Suscritos por el arzobispado, los documentos contractuales eran hasta ahora indefinidos, pero a partir de este curso deber¨¢n serles anualmente renovados. Tal medida ha desencadenado su protesta. Tambi¨¦n aprovecharon la ocasi¨®n para protestar decenas de damnificados por el aceite de colza, envenenamiento acaecido veinte a?os atr¨¢s.
"Echo de menos al ex alcalde Juan Barranco", coment¨® un var¨®n maduro, que ya asisti¨® a una misa similar celebrada el 9 de noviembre de 1996 en la plaza Mayor. Otro asistente a la celebraci¨®n explica que la advocaci¨®n de los madrile?os a la Virgen, realizada ayer por el alcalde, obedece a una tradici¨®n iniciada en el siglo XVII.
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