El viejo vodevil

Se llamaba entonces comedia de enredo, pero era el vodevil: con sus muchas puertas de donde puede saltar la sorpresa, sus equ¨ªvocos, sus personajes cambiados. Y la historia de amor. Todos los autores del Siglo de Oro cuando abordan el teatro ligero, el de p¨²blico, el comercial, dejan ver que la rigidez de las costumbres y los castigos del honor burlado ten¨ªan muchos resquicios. Sobre todo, ninguno deja de advertir que hay que dejar a la gente que elija sus parejas: eran intelectuales cr¨ªticos. Esta campa?a sigui¨® siglo tras siglo, hasta el nuestro, y hoy ya no es menester. En esta obra, Don Lucas del Cigarral es rico, grosero. Un "figur¨®n", en el lenguaje teatral. A ¨¦l se le va a entregar la doncelluca, que, sin embargo, ama a un joven y arrojado doncel que le salv¨® la vida en el vergel del Manzanares. Rojas Zorrilla compone el viejo molde sin ning¨²n escr¨²pulo, y Gerardo Malla llena el escenario de proyecciones, acude al c¨®mic para explicar lances, y a las sombras silueteadas por la luz; y los actores trabajan con su entusiasmo natural, y todo funciona como es debido. No mas all¨¢. Quiz¨¢ no haya nunca m¨¢s all¨¢ con este tipo de obras. El hecho de que sean antiguas, y su verso tenga tersura, y su construcci¨®n minuciosa, no debe inclinarnos a creer en su condici¨®n de monumento nacional, ni a que se trata de morir de risa. No muere nadie.