El papable cardenal Martini sugiere un recorte a los poderes del Pont¨ªfice

El cardenal y arzobispo de Mil¨¢n, Carlo Maria Martini, el candidato m¨¢s apreciado por la prensa italiana para pr¨®ximo Papa, ha planteado en Tierra Santa la necesidad de "revisar la forma en que se ejerce el primado de Roma", para avanzar en el dif¨ªcil di¨¢logo hacia la unidad con las otras iglesias cristianas, una de las metas fijadas por Juan Pablo II. La propuesta implica una posible reducci¨®n del poder del Pont¨ªfice como monarca de la Iglesia cat¨®lica, fuente del derecho can¨®nico y gu¨ªa ¨²nico en cuestiones de fe, dogma y moral.

Martini, jesuita, de 72 a?os, acaba de concluir una peregrinaci¨®n con 1.200 feligreses. El viaje a Tierra Santa ha suscitado en muchos de sus colaboradores la sospecha de que el prelado piensa retirarse a Jerusal¨¦n. Esa hipot¨¦tica retirada no se producir¨ªa en todo caso antes del pr¨®ximo c¨®nclave, al que el arzobispo llegar¨ªa como uno de los m¨¢s firmes candidatos del ala progresista de la Iglesia. Su edad, lejos de ser un obst¨¢culo, es vista positivamente en los c¨ªrculos vaticanos, ya que despu¨¦s de un papado largo como el de Wojtyla, que ha superado ya los 21 a?os al frente de la Iglesia, se percibe la necesidad de uno breve.De hecho, m¨¢s all¨¢ de la pol¨¦mica suscitada por unas declaraciones que no hacen sino desarrollar la idea ya recogida por Juan Pablo II en su enc¨ªclica Ut Unum Siant, la intervenci¨®n de Martini ha puesto de nuevo sobre el tapete la cuesti¨®n de su candidatura a la sucesi¨®n papal. Martini, que dirige Mil¨¢n desde hace 20 a?os y juega el papel de enfant terrible sin aparente fatiga, ha viajado a Israel no s¨®lo con los peregrinos de su di¨®cesis, sino con un peque?o s¨¦quito de periodistas italianos.

El arzobispo cuenta, no obstante, con m¨¢s apoyos fuera de la Curia que dentro. En el pasado S¨ªnodo de obispos de Europa se distingui¨® por su propuesta pol¨¦mica a favor de un nuevo concilio en el que los obispos analicen a fondo la actual crisis de la Iglesia: falta de vocaciones, disminuci¨®n de las confesiones, ¨¦tica sexual, papel de las mujeres y de los laicos, etc¨¦tera. Los desvelos de Martini en pro del acercamiento de las iglesias ortodoxas que se separaron de Roma hace casi 1.000 a?os son tan genuinos como sus deseos de ver modificada la actual estructura jer¨¢rquica de la instituci¨®n.

Las declaraciones de Martini han levantado notable polvareda en Roma. Gianni Baget Bozo, sacerdote y comentador pol¨ªtico pr¨®ximo a la coalici¨®n de centro-derecha en Italia, se ha convertido esta vez en portavoz de la oposici¨®n al cardenal jesuita se?alando los "peligros" que encierra su intervenci¨®n.

El fuerte centralismo de la Iglesia cat¨®lica y su estructura interna tan jerarquizada la han permitido sobrevivir como una instituci¨®n independiente e internacional veinte siglos, mientras las iglesias ortodoxas dilu¨ªan su peso al adoptar un perfil nacional. Dentro de la Iglesia cat¨®lica muchas voces consideran que es el car¨¢cter universal de la misma lo que ha permitido al actual Papa ejercer un liderazgo mundial que no podr¨ªan so?ar los patriarcas ortodoxos.

En el mismo sentido que el cardenal Martini ha intervenido el presidente del Comit¨¦ del Gran Jubileo del 2000, el cardenal franc¨¦s Roger Etchegaray, quien en un reciente encuentro ecum¨¦nico en G¨¦nova organizado por la Comunidad de San Egidio ha reconocido que "el Papa no es un superobispo", y el propio Pont¨ªfice es el primero en sufrir por la contradicci¨®n de ser el principal abanderado del ecumenismo y a la vez el principal obst¨¢culo para la unificaci¨®n de las iglesias cristianas.