Lance de honor
E. CERD?N TATO
Cuando se confirm¨® la noticia, el jefe del Gobierno ya no pudo resistirse: con la unci¨®n de un almu¨¦dano, subi¨® a lo alto del minarete; se sumergi¨® en el suave esplendor de las c¨²pulas de oro batido; contempl¨® aquella pasarela de la historia, entre cipreses y sicomoros; aspir¨® el aroma de especias que flotaba sobre Estambul; y grit¨®: Juaaaaan, no me abandones, y si¨¦ntame a tu diestra en el reino de las stock options. La perentoria plegaria se precipit¨® sobre Madrid, como una tempestad de truenos. El estr¨¦pito sobresalt¨® al presidente de la compa?¨ªa de telecomunicaciones, que estaba aceit¨¢ndoles los hemisferios cerebrales a sus cien ejecutivos de jade. Y murmur¨®: qu¨¦ temeridad la de este pelma de condisc¨ªpulo; terminar¨¢ desacredit¨¢ndome el chollo: por lo menos, deber¨ªa haber llamado por nuestra telefon¨ªa m¨®vil de tercera generaci¨®n, y no a voces de arriero. Pero al jefe del Gobierno, despu¨¦s del penoso sainete que hab¨ªa representado en La Habana, y de los informes que le llegaban de Espinosa y del director general del Instituto Valenciano de la Exportaci¨®n, lo impulsaba una incontenible c¨®lera: iba a provocar un desastre sin precedentes. Y aquellos ejecutivos tan versados en los intr¨ªngulis de la Bolsa, contribuir¨ªan a restablecer su protagonismo. Adem¨¢s, si en la adolescencia y en la vecindad de pupitre, hab¨ªa intercambiado con Juan estampas, polinomios y afluentes del Tajo, ahora era el momento de ajustar cuentas. En definitiva, ¨¦l lo hab¨ªa colocado al frente de un monopolio a medio privatizar, y pod¨ªa utilizarlo contra sus adversarios. En el lance de honor, quer¨ªa demostrar al mundo su poder genes¨ªaco para originar m¨¢s estropicio y corrupci¨®n, y en menos tiempo, que sus contrarios. Y lo estaba consiguiendo. Solo el dubitativo titular de Interior le avis¨® de que Juan hab¨ªa dicho que el capital era ap¨¢trida y que no ten¨ªan que pensar con mentalidad espa?ola. El jefe le record¨® que pensar era un funesto vicio, seg¨²n el texto del esp¨ªritu nacional. As¨ª que nada de beater¨ªas, y t¨² a por los antiespa?olistas.
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