El c¨®digo m¨¦dico ya no condena el aborto
La colegiaci¨®n y la aportaci¨®n econ¨®mica a la corporaci¨®n profesional se incluyen como deber ¨¦tico
ARGOS,
"No es deontol¨®gico admitir la existencia de un periodo en el que la vida humana carece de valor. En consecuencia, el m¨¦dico est¨¢ obligado a respetarla desde su comienzo". As¨ª empezaba el cap¨ªtulo sobre reproducci¨®n en el c¨®digo ¨¦tico de la profesi¨®n m¨¦dica aprobado en 1 990 y en vigor hasta hace un mes. El nuevo, aprobado en octubre, se limita a decir: "El m¨¦dico es un servidor de la vida humana": Punto.
El cambio no responde a la conversi¨®n de la reticente clase m¨¦dica frente a la interrupci¨®n del embarazo. M¨¢s bien a un esfuerzo por recoger la pluralidad de un colectivo compuesto por 160.000 colegiados en toda Espa?a, explica el presidente del colegio de Huesca, Ignacio Dom¨ªnguez, uno de los redactores del nuevo texto. "Han pasado nueve a?os y las cosas son como son", admite. "Tenernos que ser m¨¢s pr¨¢cticos y m¨¢s cient¨ªficos y dejamos llevar menos por los impulsos de cada uno".
Los autores del c¨®digo se han cre¨ªdo en la obligaci¨®n de advertir lo que ya dice la ley espa?ola; e decir, que ning¨²n m¨¦dico ser¨¢ sancionado por practicar abortos en los supuestos legales.
Es en este cap¨ªtulo en el que aparece la referencia m¨¢s clara a la objeci¨®n de conciencia de los facultativos. "El m¨¦dico tiene derecho a negarse por razones de conciencia a aconsejar alguno de los m¨¦todos de regulaci¨®n y de asistencia a la reproducci¨®n, a practicar esterilizaci¨®n o a interrumpir un embarazo", dice el c¨®digo. Recuerda al m¨¦dico que debe respetar la libertad de las personas interesadas en buscar la opini¨®n de otro especialista, pero no le obliga, como s¨ª hace el c¨®digo m¨¦dico estadounidense, a que sea ¨¦l mismo el que derive al paciente a una fuente apropiada. "No hemos considerado necesario recordarlo porque ya se hace en la pr¨¢ctica", asegura Dom¨ªnguez.
Tampoco se aborda un problema frecuente hoy en la sanidad espa?ola: m¨¦dicos que rechazan abortos en hospitales p¨²blicos los practican en los privados. "Es una cuesti¨®n de responsabilidad individual", entiende el presidente de Huesca. Para un joven especialista en Medicina Interna, Sebasti¨¢n Monz¨®n, la soluci¨®n deber¨ªa ser m¨¢s radical para no coartar los derechos del paciente: "Todos los objetores deber¨ªan inscribirse en un registro especial en su colegio. As¨ª se sabr¨ªa qu¨¦ hace cada uno".
No han mostrado los redactores del c¨®digo el mismo respeto hacia sus colegas en cuanto a la eutanasia. Aunque la propia palabra desaparece del texto, cierran filas condenando su pr¨¢ctica. "El m¨¦dico nunca provocar¨¢ intencionadamente la muerte de ning¨²n paciente, ni siquiera en caso de petici¨®n expresa de ¨¦ste". Con todo, y en el caso de situaciones irreversibles, se abre la mano a la posibilidad de utilizar tratamientos paliativos en aras del bienestar del enfermo aunque acorten su vida. El m¨¦dico igualmente ha de tener en cuenta "el derecho del paciente a rechazar un tratamiento para prolongar su vida". Monz¨®n critica que se d¨¦ por cerrado un tema que avanza socialmente y que "est¨¢ inmerso en un amplio debate popular".
El nuevo c¨®digo recupera la mayor parte del anterior sin cambiar una coma en la redacci¨®n. Incorpora algunos aspectos relacionados con la informaci¨®n a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas y califica de ¨¦ticamente inaceptable la medicina defensiva. Como novedad importante, Dom¨ªnguez destaca el "reconocimiento de la opini¨®n del menor" a la hora de aplicar un tratamiento. Y pone un ejemplo: "Si una menor embarazada expresa su deseo de abortar y muestra la suficiente madurez, su opini¨®n debe prevalecer sobre la de sus padres". Este punto concreto figura en el c¨®digo ¨¦tico de los m¨¦dicos catalanes, aprobado en 1997, y muchos de cuyos principios, pioneros en Espa?a, han sido incluidos en el del Consejo general d¨¦ M¨¦dicos, que cubre a todos los colegiados espa?oles.
El texto ha sido discutido durante cuatro a?os por una comisi¨®n deontol¨®gica del consejo y aprobado posteriormente por los presidentes de los 52 colegios provinciales. Sin embargo, no recoge el sentir de buena parte de los facultativos, que, entre otras cosas, han venido consider¨¢ndolo papel mojado. El Consejo General de M¨¦dicos no tiene informaci¨®n d¨¦ cu¨¢ntas sanciones deontol¨®gicas han podido aplicarse estos ¨²ltimos a?os en aplicaci¨®n del reglamento.
"El c¨®digo deontol¨®gico se plantea no c¨®mo una gu¨ªa para favorecer una actuaci¨®n profesional m¨¢s acorde con las necesidades de salud de la poblaci¨®n, sino como una serie de imposiciones a la pr¨¢ctica m¨¦dica", opina Marciano S¨¢nchez Bayle, presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones para la defensa de la Sanidad P¨²blica. "En un pa¨ªs democr¨¢tico, este tipo de planteamientos carece de sentido en cuanto existen regulaciones legales de todos los aspectos se?alados en el c¨®digo. Se trata de un c¨®digo obsoleto que trata de imponer unas propuestas ideol¨®gicas a una sociedad plural y abierta y a una profesi¨®n que tambi¨¦n lo es. Por suerte, los m¨¦dicos en general hacen poco o nulo caso de este tipo de documentos, que suelen ser m¨¢s ¨²tiles para la autoafirmaci¨®n de— quienes los redactan", concluye S¨¢nchez Bayle.
En este sentido, el nuevo reglamento ¨¦tico apuntala el deber de colegiaci¨®n y de cooperaci¨®n econ¨®mica con el colegio. "Es impresentable que esto se meta en un c¨®digo ¨¦tico", dice Sebasti¨¢n Monz¨®n, "m¨¢xime cuando hay una pol¨¦mica fuerte en el seno de la profesi¨®n sobre esta obligaci¨®n".
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