"Alguien tiene que estar aqu¨ª"

En un reportaje, publicado hace unos d¨ªas en este peri¨®dico, en el que se denunciaba la dram¨¢tica situaci¨®n que viven los campesinos y pescadores del r¨ªo Atrato, en la regi¨®n colombiana del Choc¨®, utilic¨¦ nombres falsos para las fuentes y omit¨ª toda identificaci¨®n de los miembros de la comisi¨®n de derechos humanos que nos internaron en la selva en busca de las v¨ªctimas m¨¢s reales de la guerra colombiana. Trataba de protegerlos, a pesar de que el primer sentimiento era gritar desde estas p¨¢ginas los nombres de aquellos que, aun a riesgo de su vida, luchan por la defensa de los derechos humanos y en contra de esas injusticias que ni siquiera nos estropean el desayuno, porque no se conocen.De nada sirvi¨®. Hoy, de I?igo Egiluz y de Jorge Luis Mazo s¨®lo tenemos fotos de archivo y mil ense?anzas de humanidad. Al padre Jorge Luis, un d¨ªa, le hice una pregunta rid¨ªcula: "?Jorge, temes por tu vida?". Este hombre entregado al hombre me respondi¨® con una carcajada y con esta frase: "Yo s¨¦ que lo m¨¢s probable es que no salga vivo de esto, pero alguien tiene que estar aqu¨ª". I?igo, mucho m¨¢s maduro y tenaz de lo que su edad indicar¨ªa, ten¨ªa claro cu¨¢l era su bando: "Los civiles".

En las reuniones con los campesinos declarados en resistencia ante el conflicto, en el r¨ªo Jiguamiand¨®, o en Murind¨®, o en Bartolo, I?igo escuchaba con un respeto envidiable. "Son los colombianos [de Paz y Tercer Mundo] los que saben, yo acabo de llegar. Trato de aprender lo que puedo y de ayudar en lo que s¨¦. Nada m¨¢s".

En su ¨²ltimo mensaje electr¨®nico, I?igo escribi¨® a sus compa?eros en Bilbao: "El trabajo que se viene desarrollando con las comunidades negras e ind¨ªgenas tiene como ejes principales el apoyo a la poblaci¨®n en alto riesgo de desplazamiento, intentando crear condiciones de vida dignas y fortalecer su condici¨®n de poseedores legales de la tierra (...), y el retorno de las comunidades desplazadas como soluci¨®n a los graves problemas que sufren las ciudades receptoras por la falta de compromiso del Estado colombiano. Este trabajo, l¨®gicamente, va en contra de los intereses de los que buscan adue?arse de las tierras de forma violenta y sin escr¨²pulos [en referencia a los paramilitares]. Esto es todo, de momento".

Es probable que la diosa impunidad evite que los culpables de la muerte de I?igo y de Jorge Luis sean identificados y juzgados, pero lo que ser¨ªa inexplicable es que no se hiciera nada para garantizar la vida de las decenas de personas que trabajan en Quibd¨®, y en todo el pa¨ªs, en favor de los derechos humanos, y de los miles de campesinos que, por no tener, no tienen ni la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. Solo sus violentas muertes son noticia.