Opacidad
No es de extra?ar que al president Zaplana se le est¨¦ amontonando la faena. No tanto la de gobernar -el desierto de ideas en este campo es clamoroso-, como la de poner orden en sus colaboradores y compa?eros de partido que est¨¢n camino de los tribunales de justicia. En este otro campo, las comparaciones con el gobierno anterior resultan, cada d¨ªa que pasa, m¨¢s odiosas. En trece a?os de gobierno Lerma s¨®lo hubo un caso de presunta corrupci¨®n que lleg¨® a los tribunales y el implicado hoy es miembro del gobierno Zaplana. En poco m¨¢s de cuatro a?os de etapa conservadora, los esc¨¢ndalos se han hecho rutina y los tribunales comienzan a trabajar con esmero. Cuando no dimite un consejero por el tema de las primas ¨²nicas, son las privatizaciones de las ITV, o las empresas vinculadas a un diputado que contrata con la administraci¨®n sanitaria, o las verg¨¹enzas de los contratos de TVV, o los avales del que fue director del Ivex. Rita Barber¨¢ ha visto a cuatro de sus concejales dimitir por estar incursos en asuntos poco transparentes, en el feudo de Carlos Fabra se proyectan -por ejemplo- aeropuertos en terrenos de amigos y conocidos y el propio alcalde de Alicante, D¨ªaz Alperi, ha tenido que personarse ante el magistrado por asuntos que no le aportan mejor imagen. Un valenciano del gobierno Aznar acaba de dimitir porque se le ha procesado. A Eduardo Zaplana se le amontona la faena, pero no cambia la raz¨®n de fondo de todo este embrollo: la profunda opacidad con la que ha envuelto su labor de gobierno y, en general, su conducta p¨²blica.Fue sintom¨¢tico que una de sus primeras decisiones fuera hacer del Palau de la Generalitat un lugar inexpugnable para los medios de informaci¨®n. Pero m¨¢s sintom¨¢tico a¨²n es que, frente a las preguntas m¨¢s elementales sobre temas candentes de gobierno, use con demasiada frecuencia el latiguillo de que "le aburren". Todo le aburre o son tonter¨ªas o son ganas de armar bulla por parte de la oposici¨®n. Como muestras, el pol¨¦mico contrato con Julio Iglesias, los sobrecostes de la Ciutat de les Arts i les Ci¨¨ncies, las plusval¨ªas de los terrenos colindantes con Terra M¨ªtica, las residencias de la tercera edad que campan por sus fueros, los colegios concertados para ricos que no pagan a la Seguridad Social, la degradaci¨®n galopante del hospital de Alzira, la inc¨®gnita del trazado del AVE Madrid-Valencia o las razones de la disoluci¨®n del Consell Metropolit¨¤ de l"Horta. Pero hay mucho m¨¢s, como se sabe o se sabr¨¢. No digamos ya del nivel escalofriante de endeudamiento al que ha llegado la Generalitat bajo su mandato. Los diputados de la oposici¨®n se las ven y se las desean para conseguir cualquier documento comprometedor, dificult¨¢ndose, as¨ª, su legitima labor de control al gobierno.
Nuestro president supone que, utilizando a espuertas el dinero p¨²blico en subvenciones y contrataciones discrecionales bien medidas o amarrando a los medios de comunicaci¨®n (lo de los informativos de RTVV clama al cielo, pero no s¨®lo es RTVV), su conducta quedar¨¢ a resguardo de mayores costes pol¨ªticos. Que la ignorancia cultivada de los ciudadanos le proteger¨¢ de posibles castigos electorales. Quiz¨¢ est¨¦ en lo cierto. Pero, nadie que valore medianamente la funci¨®n de un pol¨ªtico en democracia podr¨¢ aceptar tan tremenda perversi¨®n de las reglas de juego. La opacidad es el principal lenitivo de la vida democr¨¢tica, sobre todo la opacidad practicada sistem¨¢tica y conscientemente desde el poder.
El futuro a¨²n puede ser m¨¢s oscuro. La externalizaci¨®n hacia el sector privado de muchas tareas p¨²blicas (algunas de las cuales podr¨ªan tener sentido) es un caldo de cultivo id¨®neo para precipitarse en el abismo de la corruptela, si contin¨²a realiz¨¢ndose en este inquietante marco de opacidad. El bill¨®n de pesetas que maneja el Consell de la Generalitat es una cantidad respetable que merece toda la transparencia de gesti¨®n de la que nuestros gobernantes fueran capaces. Pero, nos tememos lo peor, sentados los precedentes con los que se cuenta. Para acabarlo de arreglar, tendremos que pasar por el bochorno de ver que los valencianos s¨®lo salimos en los noticiarios del mundo mundial en las secciones de sucesos y de tribunales.
Vicent Soler es profesor de Estructura Econ¨®mica de la Universidad de Valencia.
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