El mal de los "h¨¦roes" croatas
40.000 soldados sufren un mort¨ªfero s¨ªndrome que les mina la salud y lleva al suicidio a 120 ex combatientes cada a?o
ENVIADO ESPECIALEl presidente de Croacia, el general de 77 a?os Franjo Tudjman, que agoniza en un hospital de Zagreb, se aferra a la vida y al poder con las escasas fuerzas que le quedan. No siguen el ejemplo del padre de la patria decenas de ex combatientes de las guerras de esta d¨¦cada que fijaron las actuales fronteras de Croacia. Muchos se suicidan desesperados, v¨ªctimas de lo que los psiquiatras denominan s¨ªndrome del desorden postraum¨¢tico (PTSP), que el lenguaje de la calle llama s¨ªndrome de Vietnam. Se trata de un goteo de suicidios, hasta 120 anuales, que se producen en medio de la indiferencia de la sociedad que un d¨ªa los consider¨® h¨¦roes.
En la puerta del despacho del psiquiatra Herman Vukusic, en una cl¨ªnica universitaria de Zagreb, algunos pacientes, v¨ªctimas del PTSP, esperan unas recetas de medicamentos para dormir o poder soportar mejor la enfermedad. Silencioso, reconcentrado, con aire de sufrimiento y barba de varios d¨ªas, vestido con una gabardina de tipo militar, Rusmir Sacic, de 43 a?os, es la estampa palpable de la desesperaci¨®n. Casado y con una hija de 21 a?os, Sacic era oficial de la Marina yugoslava. En 1988 lo desmovilizaron de forma forzosa por no contar con la confianza del mando. En 1991, Sacic se puso a disposici¨®n de la flamante Marina de guerra croata y particip¨® en operaciones para apoderarse de una barcaza de asalto, 30 ca?ones de diferente calibre y munici¨®n. Sacic calcula en 10 millones de marcos (850 millones de pesetas) el valor del armamento capturado. Explica Sacic que durante la guerra organiz¨® reservas de la polic¨ªa y bater¨ªas en el litoral sur de Croacia, donde combati¨® contra la Marina y aviaci¨®n yugoslavas. A mediados de 1993 lo desmovilizaron, cuando ya empezaron a manifestarse los primeros s¨ªntomas de PTSP y otros desarreglos ps¨ªquicos.
Sacic no regul¨® su condici¨®n de ex combatiente y no percibe ninguna renta, ni jubilaci¨®n; vive en Sibenik, una de las ciudades m¨¢s empobrecidas, con uno de los ¨ªndices m¨¢s altos de paro de Croacia. No tiene trabajo Sacic, ni tampoco su hija de 21 a?os, ni su mujer, que trabajaba de empleada administrativa en la polic¨ªa y se qued¨® en paro. Viven de algunas chapuzas, con unos ingresos de 1.200 kunas mensuales (algo m¨¢s de 26.000 pesetas). Sobre su enfermedad, explica Sacic: "En los dos ¨²ltimos meses he podido dormir normalmente una sola noche. Las pesadillas y las im¨¢genes de la guerra que me vuelven son terribles. Escucho los gritos de los heridos en combate, mis compa?eros se desangran a mi lado y no puedo ayudarles. Con frecuencia despierto a mi mujer saltando por la habitaci¨®n para esquivar una granada de mano que me han tirado y que gira entre mis piernas. Es una sensaci¨®n de sofoco y de locura indescriptible".
El ex combatiente no se queja de falta de apoyo de su familia y amigos: "Soy yo el que ya no me aguanto. Me parece que los antidepresivos ya no me hacen efecto, como antes. No soporto los ruidos, ni la televisi¨®n, ni las conversaciones en voz alta. Trato de ir a caminar a la naturaleza para tranquilizarme. He traumatizado a mi familia, la he arruinado con mis nervios y con mi falta de tolerancia". Reconoce Sacic: "He pensado en matarme decenas, cientos de veces. Tuve una pistola y no es dif¨ªcil encontrar otra. Lo ¨²nico que me retiene es la imagen de mi hija llorando sobre mi ata¨²d. No tengo derecho a marcarle toda la vida con ese tipo de partida, pero no s¨¦ cuanto m¨¢s podr¨¦ aguantar".
Cada a?o se quitan la vida entre 100 y 120 ex combatientes, una cifra muy elevada si se considera que el total de suicidios anuales en Croacia ronda los 900 sobre una poblaci¨®n de 4,8 millones de habitantes. El psiquiatra Vukusic estima que el riesgo de suicidio entre los ex combatientes en Croacia es de un 200% por encima del resto de la poblaci¨®n. El propio Vukusic, de 33 a?os, termin¨® sus estudios de medicina en julio de 1991 y le movilizaron dos d¨ªas despu¨¦s. Particip¨® en la guerra en sanidad y ya entonces se encontr¨® con los primeros casos de PTSP, que ahora trata de curar en sus pacientes.
Estudios realizados en Croacia estiman que el n¨²mero de v¨ªctimas del s¨ªndrome ronda los 40.000. Seg¨²n Vukusic, se habla en Croacia de 350.000 combatientes, pero el Ministerio de Defensa reduce a 150.000 las personas que se involucraron de forma directa en combate. El psiquiatra llama la atenci¨®n sobre lo que llama "victimizaci¨®n secundaria" de los pacientes, que se produce cuando tienen que presentarse para demostrar su condici¨®n de enfermos v¨ªctimas de la guerra. Vukusic compara esta situaci¨®n con la que padecen las mujeres violadas al tener que demostrar la violaci¨®n ante la polic¨ªa y la justicia. La asistencia a las v¨ªctimas del PTSP funciona s¨®lo en teor¨ªa, seg¨²n Vukusic, porque, en la pr¨¢ctica, "tienen grandes problemas para realizar sus derechos. No se les reconoce el derecho a estar enfermos y tener que demostrar constantemente su condici¨®n es un trauma peor que lo vivido en la guerra".
El peri¨®dico de Zagreb Vecernji list dedic¨® un amplio trabajo de investigaci¨®n a la situaci¨®n de los afectados. Goran Majstorovic se encuentra por quinta vez en una de las habitaciones de la cl¨ªnica de psicolog¨ªa en el hospital Jankomir en Zagreb, en donde trata de curarse del PTSP. Explica Majstorovic: "Cada noche tengo el mismo sue?o. Una granada pega en el tanque en el que est¨¢n mis compa?eros. Las caras se les transforman, a causa del tremendo impacto, en gestos grotescos de calaveras ba?adas en sangre, y cuando trato de tocarlos, me despierto ba?ado en sudor. Durante unos segundos no s¨¦ d¨®nde estoy y el coraz¨®n parece que se me sale del cuerpo". Majstorovic es secretario de la asociaci¨®n de ex combatientes curados del PTSP. Fue soldado activo desde 1991 hasta 1995, cuando comenz¨® a registrar lo primeros s¨ªntomas del PTSP. "Despu¨¦s de dos a?os de emborracharme por los bares, una conocida me encontr¨® una noche en un parque con un rev¨®lver en la sien. Por suerte, las balas ya las hab¨ªa disparado contra el techo de un bar. Me llev¨® a su casa y me dio un co?ac. Me desmay¨¦ y despert¨¦ en una sala de primeros auxilios. Me internaron y me diagnosticaron la enfermedad. Desde entonces pas¨¦ 15 meses en diversos hospitales. Me cur¨¦ de la dependencia del alcohol, y a pesar de vivir gracias a sedantes y pastillas antidepresivas no puedo liberarme de las terribles pesadillas. Me intent¨¦ suicidar dos veces m¨¢s. Una vez me tom¨¦ 3.000 miligramos de un antidepresivo, pero sal¨ª a flote. Otra vez me intent¨¦ ahorcar, pero lo impidieron unos amigos. No le temo a la muerte. Les digo la verdad. Abrir la boca y tragarse el ca?¨®n de la pistola es cosa de un segundo. Y ciao".
Josip Kovacevic, de 36 a?os, se peg¨® un tiro en la cabeza el mismo d¨ªa en el que, ocho a?os atr¨¢s, hab¨ªa sacado de su casa los restos de sus padres, destrozados por una granada disparada por las tropas serbias. El aniversario, sin duda, fue la famosa gota que hizo rebosar el vaso. Kovacevic se pas¨® a?os en busca de trabajo tras la desmovilizaci¨®n. Con un buen asesoramiento, Kovacevic habr¨ªa podido ganar la condici¨®n de inv¨¢lido de guerra, que da derecho a una buena pensi¨®n, superior incluso al sueldo de un profesor universitario. Cansado de buscar trabajo en vano, Kovacevic se decidi¨® a pedir uno de los cr¨¦ditos establecidos para los ex combatientes. Con el dinero recibido se dedic¨® a la cr¨ªa de cerdos, pero la crisis econ¨®mica croata, que afecta mucho al sector agrario, acab¨® con su incipiente negocio y lo llev¨® a la quiebra. No vio Kovacevic otra salida que quitarse la vida y asegurarle a la familia por lo menos una pensi¨®n vitalicia, como las que reciben los familiares de los ca¨ªdos o desaparecidos en acci¨®n. Ni en la muerte tuvo suerte. La ley hab¨ªa quedado derogada y modificada un par de d¨ªas antes del suicidio. La nueva legislaci¨®n no reconoce esos derechos a las familias de los suicidas.
Seg¨²n datos del Ministerio de Asuntos Sociales, el n¨²mero de ex combatientes desempleados se eleva a 30.000. Las organizaciones de ex combatientes estiman que esta cifra podr¨ªa llegar a unos 50.000, porque la estad¨ªstica de paro no registra los que perdieron el derecho a recibir el seguro m¨ªnimo de desempleo. La Academia de Ciencias croata realiz¨® una investigaci¨®n, basada en encuestas a 3.000 ex combatientes. Casi un 30% de los encuestados padece de PTSP. La sociedad croata vivir¨¢ d¨¦cadas con los suicidios de ex combatientes.
A la pregunta de si todos sus sufrimientos han merecido la pena Rusmir Sacic responde: "A menudo, cuando estoy enfadado, y nos pasa a muchos de nosotros, decimos que fuimos unos est¨²pidos. Pero creo que nuestro esfuerzo vali¨® la pena. Es m¨¢s, estoy orgulloso de lo que hice por la gente que me rodea, por lo que llamamos "la patria", y volver¨ªa a hacer lo mismo, a pesar de todo lo que hemos pasados y todo este infierno llamado PTSP".
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