Elecciones: una de indios y vaqueros
A menos de cinco meses de las elecciones generales es normal que los partidos pol¨ªticos empiezen a poner a punto los motores electorales. Por eso, desde hace algunas semanas, estamos asistiendo a un goteo de propuestas por parte del secretario general del Partido Socialista, contestadas la mayor¨ªa de las veces por el presidente del Gobierno o algunos de sus subalternos. La din¨¢mica es sencilla y se repite. Cualquier propuesta de Almunia, que habitualmente encabeza con las siguientes expresiones: "Si ganamos las elecciones o si llego a presidente"; viene respondida con el recuerdo: "Cuando Ud. estuvo de ministro o su partido en el gobierno". Este leg¨ªtimo y necesario duelo por un buen pu?ado de votos, sin embargo parece que va a degenerar en una pel¨ªcula de indios y vaqueros, a tenor de las ¨²ltimas evoluciones. Si en las anteriores elecciones generales, la imagen del doberman hiri¨® la sensibilidad de mucha gente de todo el arco ideol¨®gico por su intencionalidad y peor gusto, en estos momentos estamos asistiendo a una publicidad electoral por parte del partido del gobierno de tan mala calidad t¨¦cnica y ¨¦tica, que ofende los o¨ªdos y la vista, empezando sin duda por muchos de sus m¨¢s l¨²cidos y preclaros correligionarios, que no tienen m¨¢s remedio que tragar en silencioso desacuerdo. Lo que parece obvio es que nos esperan unos meses de agresividad en tono mayor. Si los l¨ªderes pol¨ªticos no lo remedian, el nivel rastrero de esta campa?a puede alcanzar cotas inauditas de fetidez verbal y visual. Esperemos que "el todo vale" con tal de ganar o que "el fin justifica los medios" no se convierta en una realidad vergonzosa y vergonzante. En cuanto a la corrupci¨®n anterior y actual, mejor dedicarse a combatirla, pero no como arma electoral, ya que f¨¢cilmente se puede convertir, como estamos apreciando, en un boomerang. La corrupci¨®n no va unida a la siglas de un partido, sino a personas concretas. Las siglas es lo de menos. Mejor dejarla de lado en la campa?a, y que lo jueces resuelvan.Pero, ?a qu¨¦ viene tanta agresividad? Es evidente que los asesores del partido en el gobierno, que manejan los mejores datos de las encuestas y sondeos electorales, no deben ver claras algunas cosas. Por ejemplo, la distancia entre el PP y el PSOE no parece ser tan amplia como cabr¨ªa esperar, incluso se est¨¢ abriendo camino la idea de que pueden perder; la enigm¨¢tica eliminaci¨®n de Gil del espectro electoral les favorece, pero a¨²n queda un personaje llamado Conde, que puede arrebatar un mont¨®n de votos al PP, si la inversi¨®n econ¨®mica en su campa?a es notable -a no ser que en alg¨²n momento tambi¨¦n se esfume de manera misteriosa de la escena-; tampoco hay que desestimar el coste electoral del tema Pinochet, seg¨²n quede la posici¨®n del gobierno espa?ol al final de esta carrera jur¨ªdico-pol¨ªtica. Estos datos y alguno m¨¢s, l¨®gicamente inquietan a los consejeros a¨²licos del se?or Aznar. Estos mimbres le pueden traer una victoria p¨ªrrica al PP, que a lo mejor es el objetivo a corto plazo del PSOE, de ah¨ª que el partido en el poder eleve el tono decib¨¦lico y se dirija al eterno vivero de nuestros abuelos. Repetir un triunfo por poco m¨¢s de 300.000 votos podr¨ªa ser dram¨¢tico, sobre todo cuando se avecina una dura batalla interna en el PP por la sucesi¨®n de Aznar. De hecho, lo de no presentarse de nuevo a unas pr¨®ximas elecciones, parece que va en serio y le honra. Gallard¨®n ya est¨¢ en la l¨ªnea de salida.
En todo caso, el PSOE parece que quiere vender cara su posible derrota por puntos en los comicios de los idus de marzo, de tal modo que signifique de verdad el inicio de un nueva etapa de reestructuraci¨®n interna. La conflictividad familiar, que adquiri¨® caracteres de sainete en el congreso de los socialistas de Valencia, no cabe duda que pesar¨¢ en la fiel parroquia y en ese segmento de poblaci¨®n que les votar¨ªa si movieran un poco m¨¢s las sillas. Maragall ha mostrado en Catalu?a el inicio de un camino de renovaci¨®n. Al invitar a una treintena de independientes, ideol¨®gicamente situados en los aleda?os de los socialistas, ha optado por renovar desde fuera. Extender este paradigma a nivel estatal ser¨ªa un signo de cambio perceptible y verificable por la gente. Tambi¨¦n el PP se inclina por un modelo parecido para evitar el anquilosamiento.
En cualquier caso, las pr¨®ximas elecciones generales, seg¨²n la opini¨®n de los expertos, se van a caracterizar por una mayor polarizaci¨®n, sea por la derecha como por la izquierda, de ah¨ª los nervios prematrimoniales. Esto nos explica, tambi¨¦n, los cantos de cisne que el PSOE le dirije a IU para que le deje libre el campo en diez provincias a cambio de sillones senatoriales y n¨®mina.
Pero, una vez m¨¢s, ser¨ªa lamentable que la campa?a electoral degenere en discusiones de patio de colegio. Tanto el PP como el PSOE como partidos mayoritarios, y los otros partidos del arco parlamentario, deber¨ªan brindarnos una campa?a de calidad. Los ciudadanos nos la merecemos. Est¨¢ en juego el futuro de una Espa?a, que desea conocer la posici¨®n de los partidos pol¨ªticos en muchos temas capitales. Queremos discusiones en profundidad, propuestas coherentes y razonadas, y no actuaciones circenses. Cada cosa en su sitio.
Un elemento halagador para los valencianos es que se vaticina que nuestra comunidad va a ser decisiva para ambos partidos. Por eso la responsabilidad est¨¢ pesando en las dos formaciones. En el lado del PP reina la l¨®gica calma, propia de los detentores del poder. Pero muchas decisiones importantes del gobierno de la Generalitat se est¨¢n aplazando y se encuentran en lista de espera hasta despu¨¦s de las generales. Habr¨¢ que esperar de nuevo. El miedo a errar paraliza al ejecutivo valenciano. Lo ¨²nico que no se paraliza son las obras. Una amplia victoria del PP, evidentemente, ser¨ªa muy positiva para las aspiraciones del president. Los socialistas de estas tierras, sabedores de su peso, parece que se han autoimpuesto el silencio y las batallas internas se juegan entre bastidores. El temor al dedo acusador e inquisitorial, les atenaza. Sin embargo, la elaboraci¨®n de las listas y cabeceras posiblemente reavivar¨¢ las luchas fratricidas. De momento, Ciscar, dixit.
Esperemos que, al menos aqu¨ª, se eleve el list¨®n de la discusi¨®n pol¨ªtica. La yogurtizaci¨®n de la campa?a s¨®lo favorece a la abstenci¨®n, y genera des¨¢nimo en la gente.
Jos¨¦ Luis Ferrando Lada es profesor de Filosof¨ªa y Teolog¨ªa.
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