Miedo c¨®mico

En este noveno espect¨¢culo del grupo catal¨¢n Vol-Ras se deja ver la mano de Toni Alb¨¤, tanto en la confecci¨®n del libreto como en la direcci¨®n. La formaci¨®n originaria de la compa?¨ªa, como sucede con tantos otros grupos de mimo y danza, del llamado "teatro del silencio" en general, proporcionaba un excelente trabajo de actores que a menudo quedaba oscurecido por la debilidad de los guiones que les serv¨ªan de pretexto, de modo que al espectador siempre le quedaba en la boca el sabor de lo incompleto.Dicen bien los fundadores del grupo cuando aseguran que, con este montaje, el humor y el gesto de Vol-Ras han entrado en una nueva dimensi¨®n, porque lo que aporta Toni Alb¨¤, adem¨¢s de la mirada externa del director, es una trama de intriga con un principio y un final a la que se supedita la capacidad c¨®mica de los actores, que es tan notable como siempre. El encuentro de estos dos vecinos de escalera -ladr¨®n rudimentario el uno, una especie de sabio loco con pretensiones asesinas, el otro- produce una espiral de sorpresas encaminadas a la resoluci¨®n de un brillante final, en una actuaci¨®n muy medida de gesto y de diseminaci¨®n de gags.

Un eclecticismo pulcramente resuelto, donde la m¨²sica juega un papel fundamental y en el que las referencias a grandes momentos del cine como signo de puntuaci¨®n -y tambi¨¦n como creadores de atm¨®sferas- est¨¢n bien integradas, favorece un trabajo de actores de alta velocidad y perfectamente compenetrado por parte de Joan Segal¨¦s y Joan Faneca, que no es que se tomen esta t¨ªmida reflexi¨®n sobre el mal como motivo de risa pero s¨ª que consiguen hacer re¨ªr a todo el mundo con sus m¨²ltiples desconciertos a lo largo de hora y media de un trabajo que fusiona con gracia territorios tan diversos como el cine, el mundo de los payasos y la estrategia del teatro.