El enigma de las m¨²sicas magas
A primera vista no parece muy claro cu¨¢l pueda ser el v¨ªnculo entre la Navidad y el flamenco, pues ni lo flamenco es particularmente religioso, ni la religi¨®n se ha aproximado al arte ¨²nico m¨¢s all¨¢ de los intentos neopopulistas del Vaticano II, hoy en franca regresi¨®n. Sin embargo, a?o tras a?o, y desde muy antiguo, la Navidad andaluza ha sonado flamenca por las esquinas m¨¢s insospechadas. Un enigma m¨¢s, se dir¨¢, entre los muchos que envuelven a "las m¨²sicas magas de mi tierra", que dir¨ªa Antonio Machado, y bien escurridizo hasta para la "ampl¨ªsima y compleja ciencia del alma popular", que a?adir¨ªa su hermano Manuel.En lo puramente descriptivo, es evidente que el flamenco acompa?a a estos regocijos del solsticio invernal con adaptaciones propias de villancicos populares, como lo hace tambi¨¦n con la Semana Santa, aqu¨ª pasando al estilo de las seguiriyas algunas saetas frailunas de los siglos XVIII y XIX, o como mete por ton¨¢s los cantos de trilla, las nanas o los romances. Es decir, se trata de uno m¨¢s de los casos de cantos populares aflamencaos, por el sencillo procedimiento de convertir en interpretaci¨®n solista lo que viene en armon¨ªa coral. El flamenco se acompasa as¨ª a los ciclos naturales del folclor, y los acompasa a su peculiar estilo. Recrea las formas, pero suele mantener lo esencial de la melod¨ªa.
El otro caso de hibridaci¨®n es lo contrario: los palos flamencos m¨¢s variados acogen letras del ciclo navide?o, y as¨ª llegaremos a escuchar soleares, tientos, fandangos, y hasta sevillanas, motivados por la efem¨¦rides, pero principalmente buler¨ªas, como m¨¢s festeras que son. "Esta noche nase er Ni?o/ que es mentira, que no nase,/ que ¨¦sas son las seremonias/ que t¨®s los a?os le jasen", cant¨® inolvidablemente la Ni?a de los Peines, una de las reinas de esta especialidad, y sus incontables seguidoras. Con este ejemplo, letra y m¨²sica, queda bien patente el car¨¢cter de pr¨¦stamo social -y de rito ajeno-, con que el flamenco se acerca a las Navidades.
Otros muchos ribetes de heterodoxia humor¨ªstica dan fe de esta no mucha fe en lo que se canta: "San Jos¨¦, coge a ese Ni?o, mientras yo ensiendo candela. Y San Jos¨¦ le responde: Quien lo pari¨® que lo tenga". "San Jos¨¦ ten¨ªa celos/ del pre?ado de Mar¨ªa/, y en el vientre de su madre, el Ni?o se sonre¨ªa". Los evangelios ap¨®crifos dieron base a estas simp¨¢ticas irreverencias, en las que los personajes del misterio se comportan con toda suerte de debilidades humanas: "La Virgen va caminando/ por una monta?a oscura/ y al vuelo de una perdiz,/ se le ha espantado la mula/. Y dijo la Santa Virgen:/ Maldita seas por ave./ Y dijo el Ni?o de Dios:/ la pluma, que no la carne". "A las puertas de un rico avariento/ llam¨® Jesucristo y limosna pidi¨®/, y en vez de darle limosna/ los perros que hab¨ªa/ fue y se los ech¨®./ Y Dios permiti¨® que los perros murieran de rabia,/ y el rico avariento pobre se que¨®". Venganzas, maldiciones, castigos ejemplares.
Pero como siempre que algo se celebra hay tambi¨¦n un buen yantar y un buen trasegar, raz¨®n sublime para aquellas aproximaciones entre est¨¦ticas tan dispares. Y una tercera cosa, que ya es simple corolario: el dinero. En Andaluc¨ªa, donde hubo reuni¨®n y buena mesa hubo siempre quien pagara a los artistas flamencos. Y los artistas flamencos, naturalmente, all¨ª estaban.
En la historia es muy dif¨ªcil rastrear los or¨ªgenes de esta costumbre de aflamencar los villancicos. La primera referencia que encontramos quiz¨¢s nos llevar¨ªa hasta Cervantes, y nos la sirve una interpretaci¨®n que figura en el controvertido Die Cantes Flamencos, (1881) del profesor austr¨ªaco Hugo Schuchardt, tan admirado por Machado y ?lvarez, nuestro primer folclorista y padre de nuestros dos poetas. En la traducci¨®n parcial de Rodrigo Sanjurjo, leemos: "Cervantes llama a su Preciosa "la m¨¢s ¨²nica bailaora que se hallaba en todo el gitanismo"; tambi¨¦n parece que atribuye su canto a las gitaner¨ªas que le ense?¨® la vieja; pues ella era rica en villancicos, coplas, seguidillas, zarabandas y otras canciones". Tendr¨ªamos aqu¨ª el primer caso de amalgama folcl¨®rica al servicio de una artista individual, aunque lejos todav¨ªa de lo que ser¨ªa el flamenco; y mucho m¨¢s lejos est¨¢ que alguna vez sepamos qu¨¦ era lo que realmente bailaba y cantaba la hero¨ªna que encandil¨® al autor del Quijote.
M¨¢s cerca de nosotros, Ricardo Molina llega a distinguir dos subg¨¦neros en esta modalidad: los campanilleros y los villancicos. De los primeros dice: "Su origen fue el rosario de la aurora, tan popular en toda Andaluc¨ªa (...) Es tradicional atribuir a Manuel Torres la creaci¨®n de los campanilleros aflamencaos. Nadie, despu¨¦s del maestro jerezano, ha conseguido sacar partido de este cante". De los segundos escribe: "Generalmente se cantan al comp¨¢s de las buler¨ªas. Desde Linares a And¨²jar, donde hay una riqu¨ªsima tradici¨®n, hasta Ayamonte, los gitanos andaluces celebran la Navidad cantando sus villancicos y bail¨¢ndolos".
Tambi¨¦n Caballero Bonald distingue entre estos dos estilos, aunque m¨¢s someramente. Al referirse a los cantes tangenciales, como ¨¦l llama a esas modalidades de procedencia folcl¨®rica, llama a los campanilleros "aires de alborada"; y a los villancicos, "incrustados entre los mejores cantes festeros, por buler¨ªas y tangos". Otros flamenc¨®logos no hacen semejante distinci¨®n, y s¨®lo se referir¨¢n a los villancicos flamencos.
Un tercer subg¨¦nero ser¨ªa el de los romances aflamencaos, sobre los que en 1983 escrib¨ªa Manuel R¨ªos Ruiz: "Se tiende a la recuperaci¨®n de los romances navide?os, que m¨¢s que villancicos podr¨ªan denominarse "romances nochebuenos". Muy famoso es el que comienza "Camina la Virgen Pura/ caminito de Bel¨¦n./ Lleva un ni?ito en los brazos/ que m¨¢s lindo que el Sol es".
Hace como 10 o 12 a?os empez¨® a conjugarse fren¨¦ticamente el verbo recuperar y sus sin¨®nimos. Fue entonces cuando los gitanos de Jerez (Parrilla entre los primeros) empezaron a agruparse y a rescatar del pasto del olvido las m¨²sicas enteleridas del flamenco folcl¨®rico, o del folclor aflamencao, como ustedes prefieran. Y empezaron a emitirse discos y m¨¢s discos, y no han parado, hasta hoy (17 van ya de As¨ª canta nuestra tierra en Navidad), cuando el ¨¦xito espectacular de este a?o, De Triana a Bel¨¦n, de Triana Pura, ha vuelto a poner arriba la m¨¢s sublime contradicci¨®n de estos andaluces del destierro social, salvados in extremis por un arte insuperable: que creer seguro no creer¨¢n mucho los cantaores, tocaores y bailaores en esa incre¨ªble historia del borriquillo y la doncella que devino en madre -y el pobre San Jos¨¦, la que aguant¨®-, ?pero no es cierto que deber¨ªa ser verdad? Por lo menos, en la verdad del flamenco, ya lo es, aunque nadie sabe c¨®mo ha sido.
Vaho y aguardiente
El villancico folcl¨®rico casi se perdi¨® cuando la ruina que afect¨® a todo lo genuinamente andaluz, all¨¢ por los a?os del franquismo, convertido en "quincalla meridional", que dir¨ªa F¨¦lix Grande. Aunque queda en la nostalgia incurable de muchos andaluces aquel canto madrugador de vaho y aguardiente, la alpargata sobre el c¨¢ntaro y el chirrido en la rugosa botella de an¨ªs.?ltima frontera de una enso?aci¨®n imprecisa, como si el Para¨ªso se hubiera descalabrado para hacerse piedra de calle, retumbo y pandereta en las esquinas neblinosas del tiempo. El villancico flamenco, naturalmente, corri¨® una suerte pareja. De ah¨ª, aunque resulte parad¨®jico, el brillo que mantiene en la memoria lo poco que de bueno se hizo entonces, como fueron aquellos villancicos que cant¨® la Ni?a de la Puebla hasta la exasperaci¨®n. ("En los campos de mi Andaluc¨ªa, los campanilleros por la madrug¨¢/, me despiertan con sus campanillas/, y con sus guitarras me hacen llorar").
Y un disco irrepetible de los primeros sesenta: Cantes andaluces de Navidad, con toda suerte de palos al servicio de esa presunta Navidad Flamenca, con letras muy acordes y de buena factura (debidas a Jos¨¦ R. Boeta y Lu¨ªs Ortiz Mu?oz), para algunos de los int¨¦rpretes m¨¢s se?eros: Bernardo el de los Lobitos, Peric¨®n de C¨¢diz, Pepe el Culata..., acompa?ados por la guitarra de Perico el del Lunar, entre otros. Cada a?o que pasa cobra m¨¢s valor y se hace a?ejo lo que no fue sino una decidida apuesta del proselitismo cat¨®lico de los a?os tristes. Curiosos vericuetos del arte.
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