?cido c¨ªtrico chulo
La relaci¨®n de Javier Krahe con la industria discogr¨¢fica siempre ha sido tormentosa y esdr¨²jula, a pesar de lo cual ¨¦l es un cl¨¢sico muy activo. Tiene un p¨²blico fiel y es uno de los cantantes que m¨¢s act¨²a en directo. Ahora han apostado por ¨¦l 18 Chulos, nombre de la nueva productora que se estrena con Dolor de garganta, ¨²ltimo compacto del artista.Ayer y anteayer present¨® su ¨¢lbum acompa?ado por una banda de aut¨¦ntico lujo.
Sus seguidores pueden estar tranquilos: Krahe no se ha desviado ni un ¨¢pice del camino que ¨¦l mismo traz¨® hace a?os. Sigue siendo ¨¢cido, honesto, desabrido, montaraz, independiente, l¨²cido, zumb¨®n y astringente como el vinagre. Y sigue siendo c¨ªtrico, jocosamente desapacible, con mucho de lim¨®n y muy poco de mandarina. Incluso cuando deja entrever inicios de dulzura se pasa de inmediato al sarcasmo, al despecho. No se corta ni un pelo al proclamar desde su torre de marfil el orgullo de su independencia y su absoluto desprecio por el mundo en el que le ha tocado vivir.
Javier Krahe
Javier Krahe, voz; Javier L¨®pez de Guere?a, guitarra; Federico Lechner, piano; ?ngel Mu?oz, Reverendo, ¨®rgano; Fernado Anguita, contrabajo; Antonio Calero, bater¨ªa; Jimmy R¨ªos, percusi¨®n; Andreas Prittwiz, clarinete y flautas; Rodr¨ªgo D¨ªaz, cello. Galileo Galilei, Madrid, 22 de diciembre.
En Ant¨ªpodas pone de manifiesto sus dotes para satirizar a todo bicho viviente: aqu¨ª somos tan imb¨¦ciles como all¨¢. Su chuler¨ªa existencial e ilustrada brilla tambi¨¦n en las canciones de amor (La perversa Leonor, Los cinco sentidos, Cuerpo de Melibea, ?Por fin!, Salom¨¦, Dama de mis pensamientos, Carmi?a).
Mis¨®gino
Krahe, como Quevedo, es un mis¨®gino que necesita a las mujeres, pero no desaprovecha ocasi¨®n para ponerlas a caldo porque no se comportan como ¨¦l desear¨ªa que se comportaran. En general, goza ri?endo y ridiculizando a todas aquellas personas e instituciones que no son de su cuerda. La verdad es que sabe provocar magistralmente la carcajada.
Ahora bien, desde?a ol¨ªmpicamente el escenario. Omite cualquier tipo de puesta en escena, ignora la luminotecnia, el movimiento, la magia, la coreograf¨ªa y la apostura. Alardea de esas carencias, pero esa actitud aleja a muchos posibles seguidores. El impacto de sus canciones queda mutilado por su falta de ensayo.
Todo el espect¨¢culo es atropellado; demasiada improvisaci¨®n, demasiadas p¨¦rdidas de ritmo, demasiada dejadez esc¨¦nica. Krahe se ha ubicado al margen del negocio, aunque vive de eso. Lo reconoce con un rictus amargo en La ley del mercado, pero se consuela cantando que sabe quitar las novias a sus colegas. Genio y figura.
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