?Son preocupantes los diferenciales de inflaci¨®n?
El autor cree que para reducir los diferenciales de inflaci¨®n con el n¨²cleoduro europeo hay que introducir mayor competencia en los servicios b¨¢sicos
En el IPC armonizado de noviembre, la inflaci¨®n media de los tres pa¨ªses con menor tasa, Austria, Francia y Alemania, ha sido del 1%, mientras que hay dos pa¨ªses, Espa?a e Irlanda, que superan claramente el 2,5%, con lo que no cumplen el criterio de Maastricht de que su inflaci¨®n no supere en m¨¢s de un punto y medio la de los tres pa¨ªses con la inflaci¨®n m¨¢s baja, y otros tres, Holanda, Portugal e Italia, que est¨¢n cerca de no cumplirlo. ?Van a suponer estos diferenciales, si se mantienen a medio plazo, una p¨¦rdida de competitividad?Los diferenciales de inflaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola respecto de Alemania y Francia no son nada nuevos. Entre 1972 y 1998, la inflaci¨®n espa?ola, medida por el IPC, ha crecido cinco veces m¨¢s que la alemana y dos veces y media m¨¢s que la francesa. Sin embargo, durante dichos a?os, los movimientos a la baja del tipo de cambio nominal de la peseta han permitido ir ajustando, al menos parcialmente, dichos diferenciales crecientes del IPC. Cuando se compara, para el mismo periodo de 27 a?os, la evoluci¨®n del IPC en Alemania y Espa?a en una moneda com¨²n, el marco alem¨¢n, el nivel del IPC espa?ol ha crecido s¨®lo un 24% m¨¢s que el alem¨¢n, el resto, hasta el 500%, ha sido compensado con movimientos de los tipos de cambio de la peseta y del marco alem¨¢n.
La teor¨ªa econ¨®mica nos dice, en estos casos, que a largo plazo el tipo de cambio tiende a compensar los diferenciales de inflaci¨®n o, lo que es lo mismo, que el tipo de cambio real (la competitividad) tiende a permanecer constante a largo plazo, ya que las variaciones del tipo de cambio nominal van compensando los diferenciales de precios entre econom¨ªas. Es lo que se llama la teor¨ªa de la paridad del poder adquisitivo o la ley del "precio ¨²nico".
Sin embargo, vemos que en el caso espa?ol dicha teor¨ªa no se ha cumplido frente a Alemania, es decir, que los diferenciales de inflaci¨®n pueden llegar a ser persistentes a largo plazo, ya que la peseta no se ha devaluado lo suficiente para compensar a largo plazo un mayor crecimiento de sus precios respecto de los alemanes.
?C¨®mo se puede explicar la persistencia de estos diferenciales? Una de las explicaciones m¨¢s prometedoras ha sido, tradicionalmente, la llamada hip¨®tesis Balassa-Samue1son, que viene a decir que dicho diferencial de precios es un reflejo de los diferenciales de productividad. Los pa¨ªses con un mayor crecimiento de la productividad tienden a tener una mayor inflaci¨®n que los pa¨ªses con menor crecimiento de la misma.
?Cu¨¢l es la raz¨®n? Si hay competencia perfecta, los bienes y servicios que se importan o exportan, es decir, los llamados "bienes comerciables" al estar sometidos a la competencia exterior, tienden a tener el mismo precio internacional (si son homog¨¦neos y los costes de transporte son muy reducidos). Los precios de los bienes que no se importan o exportan, los llamados "no comerciables", pueden diferir entre pa¨ªses, ya que no compiten directamente unos con otros. El crecimiento de la productividad en los bienes "comerciables" tiende a ser siempre m¨¢s elevada que en la de los "no comerciables", lo que hace que los sectores que producen los primeros puedan pagar mayores salarios que los segundos, sin por ello perder competitividad.
Ahora bien, como los trabajadores pueden moverse entre un sector y otro y la negociaci¨®n colectiva, en algunos pa¨ªses como el nuestro, tiende a igualar los aumentos salariales entre sectores, sean de bienes y servicios comerciables o no, los productores de bienes y servicios "no comerciables" s¨®lo pueden pagar mayores salarios de los que permite el aumento de su productividad si lo pueden repercutir en los precios, haciendo que suban m¨¢s que los de los comerciables, con lo que se genera un proceso de "inflaci¨®n dual", tan conocido y sufrido ya en Espa?a.
En definitiva, cuanto mayor es el crecimiento de la productividad en el sector de "bienes comerciables" en Espa?a frente al de Alemania, mayor tender¨¢ a ser la inflaci¨®n en nuestro pa¨ªs relativamente frente a Alemania.
Si la hip¨®tesis Balassa-Samuelson explicase perfectamente estos diferenciales de inflaci¨®n, no existir¨ªa ning¨²n problema de competitividad por mantenerlos durante muchos a?os, ya que ser¨ªan un reflejo de que la productividad en Espana crece m¨¢s r¨¢pido que en Alemania. En ese caso, tener un diferencial de precios persistente no es preocupante, ya que es s¨®lo el resultado de que Espa?a est¨¢ convergiendo, en t¨¦rminos de productividad y renta per c¨¢pita, con Alemania y Francia.
Ahora bien, los precios en Espa?a entre 1972 y 1998 han crecido a una tasa anual del 4,3%, y en Alemania en un 3,4%, ambos en marcos. Por tanto, en una moneda ¨²nica, el diferencial de inflaci¨®n anual ha sido del 1,1%. La productividad espa?ola ha crecido un 2,5% anual frente a un 1,7% de la alemana, es decir, con un diferencial de s¨®lo el 0,8%. Esto significa que la teor¨ªa de la paridad del poder adquisitivo no se ha cumplido totalmente, y que la hip¨®tesis Balassa-Samuelson no ha explicado todo el diferencial de precios. Un 0,3% de diferencial anual durante 27 a?os ha resultado en una p¨¦rdida de competitividad de 8,1 puntos, lo que no es excesivo.
Sin embargo, desde hace ya varios a?os, la situaci¨®n ha cambiado radicalmente. Por un lado, el tipo de cambio de la peseta no ha variado respecto de los del marco alem¨¢n y franco franc¨¦s y, a partir de 1999, los once pa¨ªses tienen una moneda ¨²nica, el euro, con lo que desaparece para siempre la posibilidad de compensar, v¨ªa tipo de cambio, los diferenciales de inflaci¨®n.
Por otro lado, la productividad aparente espa?ola no ha crecido en los ¨²ltimos tres a?os, ya que el crecimiento del empleo ha sido igual, o incluso superior, al del PIB, con lo que la productividad por ocupado ha sido nula y, sin embargo, el diferencial de precios espa?ol ha pasado de ser del 0,8% en 1997 al 1,6% en 1999, es decir, se ha duplicado.
?C¨®mo se puede explicar esto? Dichos diferenciales pueden explicarse por la rigidez de la oferta laboral o la de bienes y servicios, en sectores no desregulados totalmente, combinada con una presi¨®n excesiva de la demanda sobre el consumo.
Aqu¨ª es donde puede surgir una preocupaci¨®n genuina. Si nuestra productividad crece menos que la de nuestros vecinos, significa que nuestro diferencial es debido a rigideces de oferta y presi¨®n de la demanda, y que las empresas de los sectores de bienes y servicios "comerciables" tendr¨¢n dificultades para competir, ya que tendr¨¢n que mantener precios o reducirlos frente a las empresas competidoras, con lo que tendr¨¢n que reducir sus m¨¢rgenes y, en definitiva, sus beneficios, lo que puede forzarles a reducir el empleo y aumentar el paro.
?Qu¨¦ se puede hacer ante esta situaci¨®n? El Banco Central Europeo no puede hacer nada. Al contrario, su objetivo en pol¨ªtica monetaria est¨¢ determinado por la inflaci¨®n media ponderada del conjunto de la Uni¨®n Monetaria, 0, lo que es lo mismo, por la inflaci¨®n de Alemania, Francia e Italia, que son los tres pa¨ªses con mayor ponderaci¨®n, con lo que ser¨¢ siempre demasiado expansivo para los pa¨ªses, como el nuestro, cuyos precios crecen por encima de dicha media. Los tipos de inter¨¦s nominales que fije el BCE ser¨¢n, adem¨¢s, m¨¢s bajos, en t¨¦rminos reales y, por tanto, m¨¢s expansivos, para los pa¨ªses con mayor tasa de inflaci¨®n. En este momento, el tipo de inter¨¦s real a corto plazo en Espana es del 1,5% y en Alemania y Francia, del 3%.
La ¨²nica forma de intentar reducir dichos diferenciales de inflaci¨®n es, de un lado, quitando presi¨®n a la demanda de consumo, y esto se puede hacer reduciendo en mayor medida el gasto, p¨²blico, que en buena parte es gasto de consumo, sin tocar el gasto de inversi¨®n, y de otro, haciendo m¨¢s flexible la oferta y esto se consigue reduciendo las rigideces en los mercados laborales (mejorando la movilidad de trabajo, descentralizando a¨²n m¨¢s la negociaci¨®n colectiva) y en los mercados de bienes y servicios no comerciables, desregulando e introduciendo mayor competencia en los servicios b¨¢sicos (transporte, energ¨ªa, comunicaciones, servicios p¨²blicos, suelo, etc).
Dado que el elevado precio del petr¨®leo nos afecta m¨¢s que a otros pa¨ªses, y que la econom¨ªa espa?ola ha experimentado un choque muy positivo con la Uni¨®n Monetaria y se ha beneficiado de una fuerte ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s, que ha hecho que se relancen el consumo y la inversi¨®n, es normal que tenga una situaci¨®n de mayor presi¨®n inflacionista. Por tanto, aunque no se puede decir que estos diferenciales sean muy preocupantes hoy, al comienzo de la uni¨®n monetaria, lo pueden ser pronto si contin¨²an y no est¨¢n avalados por aumentos genuinos de la productividad relativa espa?o1a. Teniendo ya un d¨¦ficit comercial del 5,5% del PIB, no podemos permitirnos el lujo de perder m¨¢s competitividad en los pr¨®ximos a?os, ya que podemos incurrir en un riesgo grave y un freno para el futuro crecimiento econ¨®mico.
Guillermo de la Dehesa es copresidente del CEPR (Center for Economic Policy Research).
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