"Me voy porque no me quieren"

El vicepresidente econ¨®mico del Madrid, Juan Onieva, llam¨® por tel¨¦fono la semana pasada al padre y representante de Clarence Seedorf: "Johan, tenemos una oferta del Inter de Mil¨¢n por tu hijo, y nos parece muy buena. Ofrecen cerca de 4.000 millones de pesetas". Inmediatamente Johan Seedorf se puso en contacto con su hijo, que pasaba la Navidad en R¨ªo de Janeiro, y le refiri¨® su charla con el directivo madridista. Toda la energ¨ªa que hab¨ªa invertido en permanecer en el Madrid, su afecto por la camiseta, no pudo superar el hartazgo que reprim¨ªa desde hac¨ªa meses. Cansado de no contar para los entrenadores, herido al verse cuestionado por sus compa?eros y por el p¨²blico, con s¨®lo 23 a?os pero marcado por el orgullo y un car¨¢cter tempestuoso, Seedorf tom¨® una decisi¨®n dolorosa que lo alivi¨®. Desde R¨ªo, le dijo a su padre: "Si no me quieren est¨¢ claro que me tengo que ir; mi orgullo no me permite seguir en estas condiciones, y mi idea del f¨²tbol no me deja estar cobrando un sueldo para estar sentado y sin jugar".Seedorf ya no es jugador del Madrid y algunos de sus compa?eros en el vestuario lo celebrar¨¢n calladamente. Otros, como sus amigos Karembeu, McManaman o Roberto Carlos, echar¨¢n de menos su presencia. Un car¨¢cter extra?o, por abierto, sincero y desinhibido en un vestuario de grandes estrellas reconcentradas. Seedorf era especial. Lejos de respetar rangos y jerarqu¨ªas, discut¨ªa por cualquier asunto. Respond¨ªa a todos. A sus compa?eros, al entrenador, al preparador f¨ªsico, al masajista, a los periodistas... Nunca parec¨ªa estar de acuerdo. "Es que en el f¨²tbol hay que hablar, hablar es bueno, en Holanda discutimos siempre", dec¨ªa. Pero a algunos de sus t¨¦cnicos -Toshack y Hiddink- y a no pocos de sus compa?eros, esto les parec¨ªa un acto de prepotencia insoportable.
Nacido en Paramaribo (Surinam) en 1976, Seedorf desciende de una familia de esclavos que hered¨® el apellido de un plantador alem¨¢n. "Seedorf es el nombre de una ciudad alemana", dec¨ªa. Apasionado por la m¨²sica, coqueto con las mujeres, cultivaba una imagen exuberante que se reflejaba en su forma de jugar, en el campo. All¨ª se encend¨ªa su vocaci¨®n por discutir y mandar. Gustaba de jugar siempre con el bal¨®n en los pies. Era valiente. Nunca renegaba del uno contra uno y su pegada -que no su acierto goleador- era casi perfecta. Seedorf se ve¨ªa a s¨ª mismo como un jugador de talento, sabedor de su palmar¨¦s, abultad¨ªsimo para su juventud -dos Copas de Europa con el Ajax y el Madrid encabezan su historial de premios-, y ten¨ªa una visi¨®n del f¨²tbol plagada de convicciones tan viscerales como particulares.
Su ideario se aprecia en el malhumor con que vivi¨® sus ¨²ltimas semanas en el equipo. Melanc¨®lico, quiz¨¢ consciente de su destino, el an¨¢lisis que hizo de su situaci¨®n, en v¨ªsperas del partido contra el Espanyol result¨® desolador: "Estoy decepcionado con algunos de los jugadores que han llegado nuevos; les falta ambici¨®n. Noto que al equipo le falta algo. Muchos de mis compa?eros no se dan cuenta de que este juego no es s¨®lo jugar al f¨²tbol, tener la pelota. La defensa tiene que presionar, quitar, y pasar la pelota a los que saben usarla. Los delanteros tambi¨¦n. Tienen que bajar a ayudar a robar balones, y d¨¢rselos a los que saben. A los que tienen que tener la pelota". Por supuesto, Seedorf siempre crey¨® que ¨¦l representaba a ¨¦stos ¨²ltimos.Algunos de sus compa?eros, indignados ante estas afirmaciones, le criticaban su falta de entrega a la hora de defender. O bromeaban al respecto: "Yo siempre digo que, aunque tengas mejores opciones de pase, hay que darle el bal¨®n al negro, porque si no se cabrea".
El ¨²ltimo rev¨¦s a su amor propio lo sufri¨® cuando su actual t¨¦cnico en el Madrid, Vicente del Bosque, prefiri¨® a Guti en la media punta -ayer, Del Bosque dijo que la marcha de Seedorf "no es un drama" para el equipo-. Oliendo el banquillo, antes de jugar contra el Espanyol, se sinti¨® acorralado: "Yo soy un media punta, y si tengo que jugar en la banda, prefiero seguir en el banquillo. Para jugar en la banda est¨¢ McManaman, que en ese puesto es mejor que yo".
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