La historia tras las postales
Dicen que las im¨¢genes hablan, pero siempre necesitan un poco de ayuda. El Ayuntamiento de Hondarribia lleva una semana volcado en este empe?o. El archivo municipal guarda una colecci¨®n de postales antiguas, la mayor¨ªa de principios de siglo, que encierran un gran valor hist¨®rico. Hace un tiempo se preocup¨® de digitalizarlas. Ahora se ha propuesto desentra?ar su significado, identificar a las personas retratadas y escribir su propia versi¨®n visual de la historia de la localidad. No lo pod¨ªa hacer por su cuenta; ha tenido que apelar a la memoria de ciudadanos que vivieron aquella ¨¦poca, y participaron de las costumbres o el folclore de entonces. Las postales desempolvan los recuerdos de algunos, propician el di¨¢logo entre los ancianos y dejan a otros con el coraz¨®n en un pu?o. El responsable de la campa?a, Aitor Anuncibay, ha visto llorar a m¨¢s de uno. "A una anciana de 80 a?os", cuenta, "le ca¨ªan las l¨¢grimas por la mejilla cuando vio una postal del Alarde. Luego, descubrimos que la cantinera que aparec¨ªa en primer plano era su madre". En aquella ¨¦poca no pod¨ªa sospechar la pol¨¦mica que ha dividido a sus convecinos entre partidarios y detractores de que la mujer pueda vestirse de soldado.
Reacciones como la de aquella mujer se han sucedido durante toda esta semana. Para descubrir lo que hab¨ªa detr¨¢s de las 2.279 postales, el Ayuntamiento s¨®lo pod¨ªa recurrir a vecinos mayores de 70 a?os, los ¨²nicos con memoria hist¨®rica suficiente para descubrir paisajes o identificar a personajes desconocidos retratados, pero tambi¨¦n los m¨¢s vulnerables ante los recuerdos. Por el Kasino Zaharra, la residencia San Gabriel e Itsas Etxea han pasado ya m¨¢s de un centenar de hondarribitarras. Las historias del pasado recuperan protagonismo en el presente y descubren usos y costumbres de entonces y h¨¢bitos de personas que han dejado su propia huella.
Al descubrir una imagen de la Cruz de San Marcos, m¨¢s pr¨®xima del mar de lo que est¨¢ en la actualidad, un se?or rememor¨® una vieja historia. Su abuela viv¨ªa cerca de aquel lugar y le contaba que un pintor sol¨ªa pedirle una silla para sentarse a dibujar paisajes mar¨ªtimos. Era Dario de Regoyos y en esa silla gest¨® varias obras que quedan hoy como legado.
Las tarjetas postales ilustradas se pusieron de moda a partir de 1900 y estuvieron en boga hasta 1915; era una de las mejores formas de compartir con familiares y amigos la belleza de lugares lejanos. Anuncibay recuerda que Hondarribia, "por su belleza y su situaci¨®n fronteriza, fue una de las localidades m¨¢s retratadas del Pa¨ªs Vasco".
Algunas de las imprentas que editaban las postales eran francesas, pero en el archivo municipal tambi¨¦n figuran im¨¢genes tomadas por vecinos como Tiburcio Berrotar¨¢n. De ah¨ª la diversidad de contenidos. Las postales lo mismo reflejan la evoluci¨®n del pueblo, la desaparici¨®n de caser¨ªos o nuevas construcciones, que el modo de vida de los arrantzales o el sello de las fiestas de la localidad. La campa?a para obtener datos se difundi¨® por los medios de comunicaci¨®n y por medio de carteles y folletos distribuidos en la localidad. Pero lo que mejor ha funcionado, seg¨²n dice Anuncibay, ha sido "el boca a boca".
Cada persona tiene una historia para una sola imagen. Un hondarribitarra narraba la vida de un franc¨¦s que desert¨® del ej¨¦rcito, se refugi¨® y vivi¨® en territorio de nadie, en una barca en la bah¨ªa de Txingudi, con el estallido de la guerra civil.
Otro vecino se sobresalt¨®: "?Es Xapo!" En segundo t¨¦rmino de una postal figuraba un perro y al vecino se le fueron resbalando las palabras hasta contar toda su historia. Xapo viv¨ªa en esta localidad con una familia que huy¨® a Francia con el comienzo de la guerra civil. A Manolo, el mayor, le pesaba la nostalgia, dej¨® a su familia al otro lado de la frontera y regres¨® a Hondarribia. El perro echaba de menos a su due?o y durante a?os cruz¨® a nado el Bidasoa diariamente para estar a su lado. ?sta es la historia. Y la leyenda cuenta que Xapo muri¨® a causa del esfuerzo.
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