Hallados documentos que vinculan a Conconi con el dopaje con EPO
El fiscal Pierguido Soprani llevaba a?os dando vueltas al mismo c¨ªrculo, que cada vez se estrechaba m¨¢s, pero nunca hasta ahora se hab¨ªa visto tan cerca de su objetivo: demostrar que Francesco Conconi, uno de los m¨¦dicos del deporte m¨¢s reputados y respetados por las autoridades deportivas italianas y mundiales, es en realidad uno de los grandes innovadores en la ciencia mundial del dopaje. Y la clave, seg¨²n revelaba ayer el diario La Repubblica, se la ha proporcionado al fiscal el propio Conconi. O m¨¢s bien su vanidad y su pluriempleo. Y con las pruebas contra Conconi han aparecido tambi¨¦n 22 nombres de deportistas, la flor y nata de los ¨¦xitos italianos en disciplinas de fondo a comienzos de los 90. Los ciclistas Bugno, Chiappucci, Fondriest, Roche y Sorensen, la esquiadora Manuela di Centa (miembro del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, COI) y el marchador Maurizio Damilano (uno de los grandes rivales de los marchadores espa?oles) figuran, entre otros, en una lista de deportistas sospechosos de haberse dopado con eritropoietina (la famosa EPO) a instancias de Conconi.Conconi, rector de la Universidad de Ferrara, organiz¨® en los a?os 80 un centro de investigaciones biom¨¦dicas al que han acudido durante a?os deportistas de alto nivel para someterse a diversas priuebas (entre ellas el famoso test Conconi, que determina la calidad intr¨ªnseca del deportista y sus posibilidades de mejora) y a encargarle una preparaci¨®n personalizada. Adem¨¢s, Conconi tambi¨¦n es consejero de diferentes federaciones internacionales y del COI, organismos que le han subvencionado sus investigaciones para detectar, precisamente, la EPO, una sustancia que no se puede hallar en los an¨¢lisis antidopaje actuales. Y all¨ª encontr¨® su perdici¨®n, y Soprani su alegr¨ªa.
En agosto de 1993 Conconi dio una conferencia en un simposio sobre el dopaje en Lillehammer en la que avanzaba el estado de sus investigaciones y presentaba un trabajo sobre la concentraci¨®n en los receptores de transferrina como indicativo de presencia de EPO ex¨®gena en el organismo. Para avalar su tesis, Conconi present¨® los datos que hab¨ªa recopilado tras administar EPO "con fines cient¨ªficos a 22 deportistas de nivel aficionado". La realidad, seg¨²n los ¨²ltimos descubrimientos del fiscal investigador, parece ser muy diferente.
Archivo de ordenador
Soprani registr¨® hace meses el centro de Conconi, sus despachos y gabinetes y se hizo con una pieza muy codiciada, el disco duro de su ordenador. Cientos de archivos pasaron ante sus ojos, pero s¨®lo uno, revisado hace muy poco, le result¨® muy sabroso. En el documento, llamado EPO y con datos de los a?os 1992 y 1993, aparecen los nombres de 22 deportistas de elite, de lo mejorcito del deporte italiano de esta d¨¦cada, poca prueba, pero no tan desde?able para Soprani cuando empez¨® a comprobar coincidencias espectaculares entre los datos de los 22 supuestos aficionados a los que Conconi administr¨® EPO con fines cient¨ªficos y los 22 profesionales verdaderos que se beneficiaron de la ingesta de EPO para conseguir resonantes victorias. Coinciden el n¨²mero de sujetos tratados y el n¨²mero de tests efectuados; id¨¦nticos son tambi¨¦n los datos de la media aritm¨¦tica de algunos valores modificados despu¨¦s del tratamiento con EPO, como el de los receptores solubles de transferrina y as¨ª. No le cost¨® mucho a Soprani atar cabos y llegar a la l¨®gica consecuencia de que los aficionados eran en realidad los grandes profesionales y que Conconi, que dec¨ªa que trabajaba para dar con un m¨¦todo de detecci¨®n de la EPO (algo que a¨²n no ha visto la luz) trabajaba en realidad suministrando EPO a los deportistas.
En otro archivo al que La Repubblica tuvo acceso se recogen datos de hasta 1995 que implican, entre otros, al Marco Pantani del 94.
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