El bar¨®n rampante y el jardinero
IMANOL ZUBERO
Julia Hill es una ecologista californiana que ha pasado los dos ¨²ltimos a?os viviendo en lo alto de una secuoya de m¨¢s de 600 a?os para evitar su tala. Fruto de su lucha, la compa?¨ªa maderera que explotaba el bosque en el que se alza el centenario ¨¢rbol se ha comprometido a respetarlo, as¨ª como una parte del bosque que lo rodea. Cuando el pasado 20 de diciembre le¨ªa en la ¨²ltima p¨¢gina de este diario la noticia de este peque?o triunfo del conservacionismo record¨¦ la conocida novela de Italo Calvino El bar¨®n rampante, en la que el genial autor italiano narra la historia de C¨®simo, primog¨¦nito del bar¨®n de Rond¨®, que a la edad de 12 a?os decidi¨® rebelarse contra un mundo cuyas normas empezaba a no aceptar mediante el expeditivo recurso de encaramarse en los ¨¢rboles para no volver a pisar nunca m¨¢s el suelo.
Fruto de su decisi¨®n, empezar¨¢ por saltar la tapia que separa su casa de la villa vecina ("aunque ¨¦ramos vecinos, no sab¨ªamos nada de los marqueses de Ondariva") en el principio de lo que ser¨¢ un pr¨®digo deambular que lo llevar¨¢ a lejanos territorios, descubriendo un envolvente universo de savia imperceptible para quienes ve¨ªan pasar su existencia apegados a sus peque?os universos territoriales. Conocer¨¢ tambi¨¦n a todo tipo de personas, superando barreras de clase y convenciones sociales pues "s¨®lo la gente le importaba". Aprender¨¢ a repudiar la muerte, incluso la del temible bandido Gian dei Brughi, ejecutado en la horca precisamente en el momento en el que la pasi¨®n por la literatura le hab¨ªa apartado de la actividad criminal. Y valorar¨¢ por encima de todo la libertad y la igual dignidad de todos hasta llegar a elaborar un Proyecto de Constituci¨®n para Ciudad Republicana con Declaraci¨®n de los Derechos de los Hombres, de las Mujeres, de los Ni?os, de los Animales Dom¨¦sticos y Salvajes, incluidos P¨¢jaros, Peces e Insectos, y de las Plantas sean de Alto Tallo u Hortalizas y Hierbas... Convertido en guardabosques sabio y prudente, el bar¨®n rampante supo aprovechar el bosque sin aprovecharse del bosque, pensando no s¨®lo en su propio inter¨¦s, sino tambi¨¦n en el del pr¨®jimo y en el de la misma naturaleza. "?Empecemos otra vez por el principio, volvamos a alzar los ?rboles de la Libertad, salvemos la patria universal!"; ¨¦ste era el sue?o de C¨®simo. Desgraciadamente, la llegada de generaciones con menos criterio, de una avidez imprudente, presas de la furia del hacha, lo cambiar¨ªa todo, y "ning¨²n C¨®simo podr¨¢ jam¨¢s andar por los ¨¢rboles".
Como contraste, al leer la noticia de la reivindicaci¨®n de Hill record¨¦ tambi¨¦n el an¨¢lisis que el soci¨®logo Zygmunt Bauman hace de la mentalidad totalitaria, origen del genocidio moderno, en el profundo y conmovedor libro Modernidad y Holocausto. "El genocidio moderno, lo mismo que la cultura moderna en general, es el trabajo de un jardinero. Es simplemente uno de los muchos trabajos rutinarios que necesita hacer la gente que piensa que la sociedad es como un jard¨ªn. Si el dise?o del jard¨ªn define a sus malas hierbas, entonces es que hay malas hierbas ah¨ª donde hay un jard¨ªn y hay que exterminarlas. Hacerlo es una actividad creativa, no destructiva. No se diferencia de las otras actividades necesarias para la construcci¨®n y el mantenimiento del jard¨ªn perfecto. Todas las visiones de la sociedad como jard¨ªn definen a parte del h¨¢bitat social como malas hierbas humanas. Lo mismo que con las otras, hay que separarlas, contenerlas, evitar que se propaguen, arrancarlas y mantenerlas fuera de los l¨ªmites de la sociedad. Si todos estos medios demuestran ser insuficientes, hay que exterminarlas". En el marco de una cultura de jard¨ªn, las malas hierbas deben morir no por lo que son, sino por lo que el ordenado jard¨ªn tiene que ser.
El bar¨®n rampante y el jardinero. Otra californiana, Ursula K. Le Guin, escribi¨® una novela titulada El nombre del mundo es bosque. Pero los tiempos parecen poco benignos para los guardabosques y en exceso propicios para los jardineros.
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