Nubes y luna

El nuevo Teatro del Liceo de Barcelona ha presentado su tercer espect¨¢culo oper¨ªstico y lo ha hecho con esa apoteosis del belcantismo rom¨¢ntico que es Lucia di Lammermoor, una obra que en escena, foso e int¨¦rpretes necesita de una especial atm¨®sfera, sobre todo si han servido de algo las lecciones de autenticidad que en la d¨¦cada de los cincuenta dieron sobre ella Mar¨ªa Callas y Herbert von Karajan. El Liceo la ha presentado ahora con una producci¨®n avalada por el prestigio de quien la firma, el brit¨¢nico Graham Vick, y de los teatros de ¨®pera de Ginebra y Florencia, que la coprodujeron. No obstante, y dadas las expectativas, el espect¨¢culo ha decepcionado un tanto desde el punto de vista esc¨¦nico. La escenograf¨ªa, con abundancia de fondos de nubes y una omnipresente luna, no siempre sujer¨ªa la atmosfera adecuada, al repetirse planteamientos semejantes en lugares y situaciones muy bien diferenciadas en el libreto. La delimitaci¨®n de espacios a base de paneles lisos y m¨®viles tampoco contribuy¨® a clarificar la acci¨®n teatral, que parec¨ªa desarrollarse ¨²nicamente en un mundo, el mundo sombr¨ªo en el que se mueve la protagonista de la ¨®pera y que acaba por privarle de la raz¨®n.A pesar de un piso a modo de casi impracticable jard¨ªn b¨®tanico, los cuadros m¨¢s logrados fueron los del d¨²o de los dos protagonistas, Lucia y Edgardo, y el de la c¨¦lebre escena de la locura. En cambio, la escenograf¨ªa del gabinete del Enrico fue paup¨¦rrima, poco brillante el cuadro de los esponsales entre Lucia y Arturo, realmente cutre la celebraci¨®n que precede al aria de la locura y carente de sugesti¨®n el cuadro final. Adem¨¢s, algunos personajes fueron desvirtuados por la direcci¨®n esc¨¦nica. ?D¨®nde se ha visto un Arturo tan afeminado y un Raimondo tan col¨¦rico?

Falt¨® pasi¨®n rom¨¢ntica

A la direcci¨®n correcta de Bertrand de Billy hay que agradecerle, sobre todo, una cosa: que haya ofrecido la Lucia di Lammermoor m¨¢s completa vista en el Liceo, con la inclusi¨®n de fragmentos que habitualmente se cortan, como la escena entre Lucia y Raimondo o el cuadro completo de la Torre de Wolferag, con el d¨²o entre Edgardo y Enrico. Por lo dem¨¢s, a su versi¨®n le falt¨® algo de pasi¨®n rom¨¢ntica y le sobraron algunas sorpresas en el tempo y en el equilibrio. Hay que decir tambi¨¦n que mim¨® con exquisitez la escena de la locura a cargo de Lucia.

En el reparto de cantantes tambi¨¦n hubo nubes y luna. Como la inmensa luna llena del esecenario, la luz crepuscular del mejor belcantismo rom¨¢ntico lleg¨® al Liceo de la mano de los dos protagonistas, la soprano estadounidense June Anderson y el tenor barcelon¨¦s Josep Bros. Ella estuvo exquisita, de t¨¦cnica impecable, con extraordinario buen gusto y el aplomo de la artista que conoce a fondo el personaje y lo domina vocalmente con seguridad. June Anderson hace una Lucia que se vale de las creaciones de dos artistas muy distintas y paradigm¨¢ticas que han sobresalido en esta obra: Mar¨ªa Callas (autenticidad dr¨¢matica) y Joan Sutherland (pureza belcantista), de cuyas interpretaciones ha seleccionado con inteligencia diversos aspectos para crear una interpretaci¨®n muy pura vocalmente, de una gran belleza musical y profundamente humana.

Josep Bros, con su peculiar voz de tenor l¨ªrico-ligero, volvi¨® a demostrar que es un belcantista de mucha consideraci¨®n, cantando con musicalidad y arrestos un Edgardo ejemplar, con los acentos her¨®ico-rom¨¢nticos preciosos. Form¨® con June Anderson una pareja en la que se pueden mirar quienes deseen cantar con propiedad el belcantismo rom¨¢ntico de Donizetti.

Menos luz lunar y m¨¢s nubes planearon en el Enrico del bar¨ªtono Alexandru Agache, una voz realmente extraordinaria, pero de canto bastante rudimentario y fuera de estilo. De resonancias excesivamente eslavocas el Raimondo de bajo Askar Abdrasakov; irreprochable en vocalidad y l¨ªnea el Arturo de Carles Cos¨ªas, obligado por la direcci¨®n esc¨¦nica a crear un personje inexplicablemente rid¨ªculo; y muy eficaces y con buenas voces la Alisa de la mezzosoprano Mireia Pint¨® y el Normano del tenor Vincen? Esteve Madrid.