Quico Sabat¨¦, el pen¨²ltimo guerrillero
"Aqu¨ª fue asesinado Quico Sabat¨¦, guerrillero antifranquista. 5 de enero de 1960", as¨ª reza la placa instalada ayer en la esquina donde, hace 40 a?os, cay¨® muerto el luchador anarquista. Un centenar de personas se congregaron de buena ma?ana para recordar los hechos, desafiando el fr¨ªo y la soledad del lugar, convertido en v¨ªa de paso hacia el interior de la poblaci¨®n y el macizo del Montseny.Fue un acto casi ¨ªntimo, pese a contar con la presencia del alcalde de la localidad, Joan Casta?o, y una nutrida representaci¨®n de simpatizantes anarquistas y estudiosos de la resistencia antifranquista. Apenas hab¨ªa nadie que no tuviera relaci¨®n directa o indirecta con el asunto. La pared donde se coloc¨® la placa ni siquiera estaba limpia.
La indiferencia de la poblaci¨®n de Sant Celoni se explica por el hecho de que el guerrillero no tiene m¨¢s relaci¨®n con la localidad que la circunstancia de que all¨ª encontr¨® la muerte. Pudo haber ca¨ªdo en cualquier otro lugar, pero fue all¨ª, e incluso all¨ª est¨¢ su cuerpo enterrado, sin que durante a?os ni siquiera una l¨¢pida lo recordara, por impedimento legal.
Sabat¨¦ muri¨® cuando buscaba ayuda para su pierna herida y gangrenada. Pocos d¨ªas antes hab¨ªa cruzado la frontera con un grupo armado para dar algunos golpes, posiblemente en Barcelona, su medio natural. Cerca de Banyoles fue descubierto por la Guardia Civil. Tras un enfrentamiento, cayeron sus acompa?antes. ?l mat¨® a un teniente, logr¨® burlar el cerco y lleg¨® hasta la v¨ªa del tren. Subi¨® a uno, se dirigi¨® al maquinista y, amenaz¨¢ndole con una pistola, le exigi¨® que no parase hasta llegar a Barcelona. No pod¨ªa ser. La m¨¢quina era de carb¨®n y antes, en Ma?anet, hab¨ªa que cambiarla por otra el¨¦ctrica. Ese cambio result¨® fat¨ªdico, el maquinista pudo dar la alarma y empezaron las batidas, en las que participaron especialmente la Guardia Civil y el somat¨¦n. En cierto sentido, ha comentado alguna vez el historiador Josep Maria Sol¨¦ Sabat¨¦, Quico era un anacronismo que no supo adaptarse al mundo de la electricidad.
Quico era el segundo hijo de una familia de L"Hospitalet de Llobregat que tuvo cinco hijos. Josep, el mayor, muri¨® en 1949, en Barcelona, en la calle Baix de Sant Pere, tras un tiroteo en el que mat¨® a un polic¨ªa. Manel, el ¨²ltimo de los varones, fue condenado a muerte en consejo de guerra y ejecutado.
Miembro de la CNT-FAI, Quico Sabat¨¦ centr¨® su actividad guerrillera ("de bandidaje", seg¨²n recordaron ayer que prefer¨ªa decir la informaci¨®n de aquellos a?os) en las ciudades. A diferencia del movimiento comunista, que llev¨® a cabo una guerrilla predominantemente rural, Quico y sus anarquistas se movieron en las ciudades y en medios industriales.
La guerrilla espa?ola llega a su momento m¨¢s intenso con el final de la II Guerra Mundial, cuando las democracias occidentales deciden perdonar la vida a Franco.
Sabat¨¦ fue, sobre todo, audaz. Entre los golpes que se le atribuyen destaca el asalto al meubl¨¦ La Casita Blanca (a¨²n existente, en Barcelona), as¨ª como varios atracos a bancos, actividad que heredar¨ªan a?os m¨¢s tarde otros movimientos libertarios como f¨®rmula de financiaci¨®n. Sabat¨¦ fue el ¨²ltimo anarquista muerto en un enfrentamiento. La muerte de Ramon Vila, el 7 de agosto de 1963, se produjo al estallarle en las manos un artefacto con el que pretend¨ªa atentar contras unas torres el¨¦ctricas en Balsareny. Antes hab¨ªa muerto Jos¨¦ Luis Facerias, el 30 de agosto de 1957, en Nou Barris, en Barcelona, en un enfrentamiento con la polic¨ªa.
Abel Rocha, la persona que dispar¨® contra ¨¦l ("las 30 balas del naranjero", recordaba ayer) hasta causarle la muerte, vive a menos de cien metros del lugar. Tambi¨¦n ¨¦l pas¨® por alto la celebraci¨®n. Ni siquiera se asom¨® a la puerta de su casa para ver si hab¨ªa mucha o poca gente. Eso s¨ª, cree que la expresi¨®n "asesinado" que figura en la placa no es del todo exacta: "?l ten¨ªa un rev¨®lver del 45 y una Thomson del mismo calibre. Me dispar¨® dos veces. Me dio en la pierna y en una medalla que llevaba en el pecho. Yo tambi¨¦n dispar¨¦, todas las balas del cargador, sin pensarlo o pensando s¨®lo que era ¨¦l o yo". Rocha, nacido en Soria en 1921, ha vivido casi siempre en Sant Celoni y asegura que, pese a que ha recibido amenazas an¨®nimas, nunca ha dejado de ir a sitio alguno por miedo.
En 1960, Rocha era subcabo del somat¨¦n, un colectivo paramilitar adicto al r¨¦gimen franquista. ?l asegura que nunca ha sido de derechas ni de izquierdas. "Yo soy joseantoniano", afirma. Despu¨¦s de aquellos hechos, ha declinado cualquier tipo de cargo oficial y ha vivido en el pueblo, donde tiene una gestor¨ªa, con cierta discreci¨®n sobre el asunto, apenas rota cuando recibe visitas de historiadores.
Un caso distinto es el de un polic¨ªa local, apodado Mataperros, que dispar¨® contra el cuerpo ya muerto de Sabat¨¦. No pocos recuerdan que durante a?os -y a¨²n ahora- ha presumido de ser quien remat¨® al guerrillero.
Ajenos a estas historias individuales, los organizadores del homenaje a Sabat¨¦ desgranaron sus discursos y se dieron cita para la serie de actos que evocar¨¢n la figura del guerrillero.
Casi todos insistieron en la necesidad de mantener vivo el recuerdo, la memoria, el pasado, por la conveniencia de que no sea deformado con el fin de que los j¨®venes aprendan de lo que fue y eviten que se repita.
Uno de los viejos resistentes, Jaume Martori, fue un poco m¨¢s all¨¢. En su parlamento, breve pero emotivo, lament¨® la "utilizaci¨®n" de la figura de Sabat¨¦. "He o¨ªdo decir que si era nacionalista, que si era republicano, que si tal y que si cual. Nada de eso. Sabat¨¦ era un libertario, un anarquista que buscaba la libertad y la perfecci¨®n del hombre".
Josep Llu¨ªs ?dena es un joven miembro de la comisi¨®n que ha organizado el homenaje. Record¨® que, como escolta, recorri¨® el ¨²ltimo trayecto hecho por Sabat¨¦ en 1960, desde la frontera hasta la muerte, porque lo consideraron un ejemplo de compromiso. Y termin¨® con una frase que arranc¨® alguna l¨¢grima a los m¨¢s entrados en a?os: "Es admirable comprobar que Sabat¨¦ est¨¢ vivo, est¨¢ libre".
Estaba tambi¨¦n Quico Mart¨ªnez, guerrillero de la comarca del Bierzo, en Le¨®n, que se pate¨® las monta?as de su tierra y las de Asturias antes de marchar al exilio, en 1951. "Luch¨¢bamos contra la dictadura franquista, pero hubi¨¦ramos preferido otra opci¨®n antes que la de las armas", dijo. Habl¨® de las tragedias, de sus compa?eros muertos, de las torturas y los asesinatos que siguen sin ser conocidos porque los archivos policiales a¨²n no est¨¢n a disposici¨®n de los historiadores; de que esta historia sigue "oculta y ocultada" como una herencia del franquismo que fomentaba el olvido como camino seguro hacia un pueblo "domesticado y sin ideas".
Quico, el "otro Quico", se defini¨® como "un guerrillero de la memoria movilizado contra ese olvido en el que se pretende sepultar la historia de la resistencia".
Esta lucha contra la desmemoria, iniciada ayer en Sant Celoni, seguir¨¢ en otros puntos de Espa?a: "En toda Catalu?a, en Extremadura y en Le¨®n, en Andaluc¨ªa y en Castilla", dijo Dolores Cabra, representante de la organizaci¨®n y miembro de una comisi¨®n que persigue la rehabilitaci¨®n de los guerrilleros antifranquistas. Una rehabilitaci¨®n que hay que lograr, insisti¨®, "por ellos y por nosotros", al tiempo que reclamaba que se abran a los historiadores los archivos policiales y de la Guardia Civil que, dijo, se est¨¢n destruyendo d¨ªa a d¨ªa a causa de la "desidia".
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