Con el pandero cuadrado
Siempre en ese terreno dif¨ªcil de la recreaci¨®n contempor¨¢nea del patrimonio folcl¨®rico, Ib¨¦rica de Danza madura junto a un experto e inspirado grupo de m¨²sicos serios, de alta calidad. En este espect¨¢culo que es como un compendio de su lustro de trayectoria creativa, m¨²sica y baile se dan la mano en una b¨²squeda donde la tradici¨®n no es un pretexto sino una motivaci¨®n formal y de principios. Es as¨ª que pasamos dos horas largas entre jotas, danzas cortesanas, flamenco estilizado, ritmos moz¨¢rabes y hallazgos modernos enlazados a la investigaci¨®n sonora, a la sorpresa que puede dar el olvidado pandero cuadrado (verdadera arqueolog¨ªa), el chistu o pito con tambor, la zanfon¨ªa (que a¨²n recibe otros nombres ex¨®ticos), la voz sobre letras que recuerdan romances sin serlo... A todo ello hay que sumar el trabajo propiamente cor¨¦utico, el c¨®mo y en cu¨¢ndo al asentar sobre la escena danzas que proceden de un corro ajeno.La l¨ªnea de trabajo de Segovia y Ruiz rezuma buena cultura y paciencia. Se han sabido rodear de personas expertas en sus terrenos (Juanjo Linares, Mar¨ªa Jos¨¦ Ruiz) de modo que pisan y saltan sobre seguro. Algunas obras llaman a la reflexi¨®n desde un aparente eclecticismo, la licencia de bordar sobre una tela que ya antes fue tejida y vuelta a destejer, pero es que el ejercicio de la danza permite en sus fueros m¨¢s severos ahondar sobre pisada ajena o antigua, rascar el muro en busca del fresco oculto, y cuando se acierta, estamos ante una esencia que cambia de traje, acaso de din¨¢mica, pero no de verdad esencial, de motivo de ser ejecutada una y otra vez.
Las coreograf¨ªas de Ib¨¦rica est¨¢n presentadas sobre un escenario desnudo en el que se proyectan texturas abstractas, las luces quieren ser solares, pero a veces son pocas para esos bailes de tanto detalle al bolillo; el vestuario es muy hermoso y tiene un regusto por las referencias (de la falda charra salamantina a un reducido sayo pluvial ansotano). Los bailarines se adaptan a cambios repentinos de estilo y forma, lo que ya es m¨¦rito, y destaca otra vez Germ¨¢n Cabrera, en origen un artista de formaci¨®n acad¨¦mica que ha evolucionado prism¨¢ticamente hacia lo contempor¨¢neo y el folclore. Su trabajo como el Esp¨ªritu de la Danza, siempre sobre las puntas cl¨¢sicas y evocando posturas de danzas masculinas eslavas donde se usan, es de un tirante lirismo que al mismo tiempo emociona y desconcierta. Tal fue el entusiasmo del p¨²blico, que los artistas fueron coreados al bisar el final de su Jota chaconeada.
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