Mediocridad
JOSEP TORRENT
El arranque de la campa?a electoral en la Comunidad Valenciana no ha podido ser m¨¢s premioso, lento, carente de originalidad y aburrido. Los socialistas cumplieron rutinariamente y en absoluta soledad civil el tr¨¢mite de presentar sus candidaturas al Congreso de los Diputados y al Senado, a la misma hora en que Eduardo Zaplana ultimaba las listas del PP que, con posterioridad, aprobar¨ªan los comit¨¦s electorales provinciales por aquello de dar una cierta apariencia democr¨¢tica a la digitalina presidencial. La coincidencia en el espacio y el tiempo abarcaba a los esforzados miembros de la plataforma Valencians pel canvi (del Bloc Nacionalista Valenci¨¤, cabr¨ªa a?adir), nucleada alrededor de notorios personajes nada nuevos en esta plaza, dispuestos como sea a introducir una cu?a en la bipolarizaci¨®n PP-PSOE que se produce en todos los comicios generales.
Tanta aparente actividad pol¨ªtica apenas si sirvi¨® para dejar algunos titulares que bien podr¨ªan haber sido extra¨ªdos del t¨²nel del tiempo, de tan redichos y sobados como est¨¢n. De hecho, las escasas notas de inter¨¦s -siendo generosos en la valoraci¨®n- hay que buscarlas en algunas reflexiones (?) realizadas por el presidente de la Generalitat sobre los nacionalismos. Eduardo Zaplana aseguraba el pasado s¨¢bado en Tenerife que el problema de los partidos nacionalistas era "el de la falta de ideas". Veinticuatro horas m¨¢s tarde, ya en Valencia, se?alaba que el PP representa el "sentimiento nacionalista moderado". Conclusi¨®n: El Partido Popular tiene una moderada falta de ideas. Sorprendente autocr¨ªtica viniendo de quien viene, m¨¢xime cuando de todos es sabido que al presidente ya no le caben en la pechera m¨¢s medallas de tantas como se autoimpone. Esta capacidad para decir una cosa y la contraria sin que se le descomponga el rostro no es ninguna novedad en Zaplana. Cualquiera que lea las resoluciones pol¨ªticas del ¨²ltimo congreso regional de los populares valencianos y las compare con el discurso que pronunci¨® inmediatamente despu¨¦s en Sevilla ver¨¢ como en un lugar se habla de la "naci¨®n valenciana" y en el otro se subraya la capacidad de "ofrendar nuevas glorias a Espa?a". Contradicciones que, a buen seguro, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar calificar¨ªa como un "barullo".
El otro hecho destacado de este arranque electoral hay que buscarlo en el rifi-rafe dial¨¦ctico que los p¨¢rvulos de la gestora del PSPV se han buscado con Ferran Torrent y Ramon Lapiedra. Los chiquillos de la direcci¨®n socialista le han durado al escritor lo que un caramelo a la puerta de una escuela. Bueno es Ferran Torrent -"el mejor vendedor de los productos Ferran Torrent"- para dejar pasar una ocasi¨®n como ¨¦sta. ?l solito se ha montado un martirologio del que si no sale canonizado como el defensor de la ¨¦tica y la est¨¦tica, poco le faltar¨¢. El colmo de la torpeza de los j¨®venes cachorros del PSPV ha sido implicar al ex rector en Valencians pel canvi de forma grosera y est¨²pida. Cualquiera que se moleste en leer la larga relaci¨®n de nombres que conforman la plataforma podr¨¢ comprobar que el nombre de Lapiedra no aparece por ning¨²n lado.
Una agenda de rutina y dos an¨¦cdotas. Es todo lo que da de s¨ª esta primera fase de la campa?a. Pura mediocridad pol¨ªtica. Y no parece que las cosas vayan a cambiar en el futuro. Toda una invitaci¨®n para hacer del 12 de marzo un d¨ªa de campo y playa bien lejos de las urnas.
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