"El teatro es una de las formas de la poes¨ªa"
Es uno de los grandes pensadores que ha dado el siglo XX espa?ol. Adem¨¢s, poeta, ensayista, fil¨®logo, articulista, novelista y dramaturgo, labor esta ¨²ltima por la que es noticia estos d¨ªas con motivo del estreno de Baraja del rey Don Pedro, obra que recibi¨® el Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica y que el director Jos¨¦ Luis G¨®mez, con su elenco del Teatro de la Abad¨ªa, estrena el pr¨®ximo d¨ªa 27. Un teatro con el que el autor ha colaborado desde que se fundara hace cuatro a?os adentr¨¢ndose en el estudio del lenguaje con los alumnos de este centro de estudios y creaci¨®n esc¨¦nica.Garc¨ªa Calvo (Zamora, 1926) no se inmuta cuando se le comunica el dato, dado a conocer recientemente por la SGAE, de que el 75 % de la poblaci¨®n espa?ola no va nunca al teatro: "No tiene mucha importancia, hay tantos medios de diversi¨®n y entretenimiento que el Estado y el capital les proporciona a sus clientes, con la televisi¨®n a la cabeza, como principal ¨®rgano educativo, que si uno hace las cuentas es sorprendente que el 25% de la poblaci¨®n tenga tiempo alguna vez para meterse en un teatro. Por otra parte, a m¨ª no me produce mucho dolor eso", afirma con su voz pausada y firme al tiempo que tampoco se escandaliza porque el 50% de los espa?oles nunca haya le¨ªdo un libro. "Los que se creen que los libros son esencialmente distintos de la televisi¨®n, se equivocan. Los libros y los otros ¨®rganos que el poder ha desarrollado no son m¨¢s que elaboraciones de la escritura misma y la escritura desde su nacimiento est¨¢ contra la lengua viva, que es lo que me importa y, por desgracia, en su inmensa mayor¨ªa, el teatro, al que yo tampoco voy casi nunca, pertenece a la literatura, a la cultura y por tanto est¨¢ tambi¨¦n contra lo que podr¨ªa ser placer, descubrimiento..., descubrimiento de la falsedad, de la libertad". Las cifras no; lo que s¨ª le escandaliza y le duele es el propio dominio de la cultura, la educaci¨®n y la formaci¨®n de masas, a trav¨¦s de la que llama la televisi¨®n de masas.
Ni con la edad ni con las pleites¨ªas hacia modas de final de milenio ha renunciado a su permanente est¨¦tica, extravagante sin ser sofisticada, que le impregna de un aspecto mayo 68, desaseado, que observado de cerca est¨¢ lleno de pulcritud. Su anta?o rizada y escarolada melena hoy se recoge, ya blanca, en una coleta que cae sobre el cuello de la camisa menos cercana a su cuerpo, de las cuatro que lleva, superpuestas una sobre otra..., casi abiertas hasta la cintura dejan ver, all¨ª al fondo, una camiseta, todas de colores suaves, casi pastel..., verde, lila, azulada, morada. Sobre ellas unos foulards, prendas que casi son su se?a de identidad.
Preocupado por la lengua a lo largo de toda su vida (tiene publicada una impresionante trilog¨ªa sobre el lenguaje), y no s¨®lo desde su c¨¢tedra de Filolog¨ªa Latina, que ejerci¨® primero en Sevilla y luego en Madrid, en la ¨¦poca en que la dictadura franquista le expuls¨® de su c¨¢tedra, y tuvo que exiliarse a Par¨ªs, se hizo a si mismo el juramento, hace a?os, de que emplear¨ªa una graf¨ªa al escribir que no enga?ara a nadie que pudiera creer que hay que hablar como se escribe. De ah¨ª su estreme?o, ost¨¢culo o trasporte. Su Baraja del rey don Pedro supone su primera incursi¨®n teatral en el drama hist¨®rico. Muchas de sus otras han girado en torno a una manera original de entender el musical, al igual que Bobomundo, una tragicomedia musical en torno al dinero que le gustar¨ªa estrenar con los medios adecuados.
A trav¨¦s de este personaje hist¨®rico el autor habla del intento desesperado de mantener el poder real asido a la persona frente a una forma m¨¢s progre que presenta Enrique de Trastamara. Cuando se le pregunta qui¨¦nes son los que hoy se enfrentan en nuestro pa¨ªs a la figura del rey dice: "En la actualidad el rey no tiene mucho que ver con este cuadro que yo presento en la obra, de una forma arbitraria, pero razonable. Aqu¨ª nadie se enfrenta al rey porque no hay motivo ninguno, el rey es el dinero, lo dem¨¢s son figuras y entre ellas est¨¢ este rey constitucional o democr¨¢tico", se?ala en referencia a Juan Carlos I. Para Garc¨ªa Calvo el rey de verdad es el que rige la banca, los estados: "Bajo el r¨¦gimen que hoy padecemos Estado y capital es la misma cosa y ¨¦se es el aut¨¦ntico rey; luego est¨¢n figurones, como ministros, y en algunos sitios est¨¢ la figura del rey, que contribuye al cuadro".
Reflexiona acerca de posibles paralelismos entre su obra y el tiempo que le ha tocado vivir y afirma: "Tal vez el nervio central del drama consiste en presentar esa progresi¨®n en lo abstracto, desde un poder que pretende todav¨ªa ser carnal, en la figura de Don Pedro, a un poder que se vuelve mucho m¨¢s ideal y que emprende el camino de la democracia, que es el r¨¦gimen que hoy padecemos en su culminaci¨®n y que sobre el escenario presento en la figura de Enrique de Trastamara".
Trat¨¢ndose de ¨¦l, se hace casi inevitable preguntarle qu¨¦ sentido y qu¨¦ papel juega la acracia hoy en d¨ªa: "La rebeli¨®n no debe tener nombres, cuando la gente se llama ¨¢crata o an¨¢rquica les recuerdo que eso no tiene sentido, las personas, y por tanto los colectivos de personas, somos especialmente sumisos y no podemos presumir de ser anarquistas o rebeldes, el ¨²nico que se puede rebelar contra el poder es lo com¨²n, el pueblo, nunca las personas, lo que pasa es que tambi¨¦n he utilizado esos nombres por eso de que las palabras, los t¨ªtulos, pueden imponer una especie de obligaci¨®n, una persona no puede ser de verdad anarquista, pero si le da por llamarse as¨ª el nombre que se ha puesto de alguna manera le obliga". Aclarado este punto, a?ade: "La rebeli¨®n se est¨¢ dando permanentemente porque nunca el poder llega completar su labor funesta de conversi¨®n de la gente de pueblo en una mera masa de individuos, la gente se deja someter, pero nunca esa mayor¨ªa es toda".
No cree que el teatro colabore mucho con la rebeli¨®n: "Colabora al entretenimiento o a que parte de las masas de ¨¦lite se consideren cultas y que hacen cultura, pero nada m¨¢s, eso no tiene que ver con la labor de descubrimiento de la falsedad de la realidad que a la poes¨ªa y al teatro deb¨ªa corresponder", se?ala este hombre galardonado en dos ocasiones con el Premio Nacional: en 1990, a la modalidad de ensayo, y en 1999, a la de literatura dram¨¢tica por este texto que ahora estrena.
Para ¨¦l, el teatro no es m¨¢s que una de las formas de la poes¨ªa: "Entiendo el teatro como una acci¨®n po¨¦tica en la que se juega con el conflicto entre dos tiempos..., el que se cuenta -en este caso la noche de la batalla de Montiel- y el tiempo de la representaci¨®n, luego adem¨¢s est¨¢ el tiempo de los personajes y el tiempo de los actores, que es el mismo que el del p¨²blico. Para m¨ª lo interesante es ese conflicto entre tiempos, y cualquier teatro o poes¨ªa que no juegue con ese conflicto para m¨ª es mera literatura".
Considera que Jos¨¦ Luis G¨®mez, director del Teatro de la Abad¨ªa y de su obra, es un hombre singular en el teatro espa?ol: "Aparte de sus otras virtudes, es especial no s¨®lo porque se acuerde de m¨ª, ya que ning¨²n hombre notable de teatro se permitir¨ªa tal cosa, sino tambi¨¦n porque en su teatro se reflexiona". A¨²n le gustar¨ªa estar m¨¢s aislado de lo que est¨¢ del mundo intelectual: "Pero la necesidad de meter la nariz hace que no est¨¦ tan aislado como ser¨ªa deseable".
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