"No hay escuelas porque etiquetas y grupos son la muerte del artista"
Dicen que en el imperio del piano reina un triunvirato. Lo forman hoy Maurizio Pollini, Krystian Zimerman y el ruso Grigori Sokolov. ?ste, un aut¨¦ntico cicl¨®n del instrumento rey, viaja ahora por Espa?a, donde inici¨® el pasado martes una gira en Madrid con un recital de casi tres horas que hizo ponerse al p¨²blico en pie. Para provocar respuestas en Sokolov hay que atacar por varios flancos. Pero cuando se mete en canci¨®n, no es muy diplom¨¢tico. Se sienta con el abrigo puesto, ajeno a la calefacci¨®n que caldea su hotel, como por encima del clima, con sus manos cruzadas atando una panza sobresaliente. Ha terminado un recital glorioso, una vez m¨¢s en Madrid, con Froberger, m¨²sico barroco del siglo XVII del que pocos se atreven a ofrecer 40 minutos para empezar un recital, con la Sonata n¨²mero tres de Beethoven, de la que ha sacado petr¨®leo, y con un Schumann c¨¢lido que le han hecho meterse al p¨²blico espa?ol en el bolsillo.
Ayer actu¨® en Bilbao y en Madrid inaugur¨® entre la apoteosis el ciclo Grandes int¨¦rpretes, organizado por la revista Scherzo, Canal Sat¨¦lite Digital y Muzzik. ?El p¨²blico espa?ol? "No existe. No existen los p¨²blicos con etiqueta. Son un gran grupo de individuos a los que no se puede calificar de forma concreta, a veces reaccionan bien, a veces mal", suelta. Este fan¨¢tico del individualismo -"no hay escuelas, las etiquetas, los grupos son la muerte del artista", dice- tendr¨¢ ocasi¨®n de comprobar su acogida entre los grupos de individuos que le vayan a ver en Zaragoza (el 31), en Barcelona (d¨ªa 2), en Oviedo (d¨ªa 6) o en A Coru?a (d¨ªa 4), all¨ª junto a la Sinf¨®nica de Galicia, en el ¨²nico concierto con orquesta que dar¨¢ en Espa?a.
Individualista
Subirse a un escenario en compa?¨ªa es algo que no le gusta mucho por su marcado car¨¢cter, que le hace preferir tocar s¨®lo, "porque puedo hacer lo que me da la gana", dice. Si no que se lo pregunten a grandes directores a los que les ha costado meterle en vereda, como el mismo Riccardo Chailly, quien ha confesado que, tras una experiencia con ¨¦l, las pas¨® "canutas". De ah¨ª, no extra?a que uno de los referentes de este anarquista del piano, de mirada fr¨ªa, melena gris, que no se ha exiliado de Rusia y que sigue viviendo en San Petersburgo, ciudad donde naci¨® hace 49 a?os, sea Glenn Gould, uno de los grandes heterodoxos del siglo. "No hay forma de definir a Glenn Gould, es ¨²nico, es una personalidad, es un mundo en s¨ª mismo. No puede ser igualado, ni comparado", sostiene, como un torrente.
Sokolov es, quiz¨¢, uno de los mayores representantes de la Escuela rusa de piano, pero la sola menci¨®n de ello le enerva. "La escuela rusa no existe", zanja. "Aunque s¨ª es cierto que la formaci¨®n de los j¨®venes en mi pa¨ªs es mejor que en occidente", asegura, sin querer llegar m¨¢s all¨¢.
Para este int¨¦rprete imprevisible, espejo para j¨®venes con posibilidades de reinar en el panorama pian¨ªstico mundial, como Evgeni Kissin, que confiesa tenerle como h¨¦roe, la m¨²sica moderna es la que hoy se escucha. Bach, por ejemplo, al que no hay que guardar en un museo, con instrumentos de ¨¦poca, seg¨²n Sokolov, quien ataca sin pelos en la lengua a la corriente aut¨¦ntica liderada por Nikolaus Harnoncourt, Gustav Leonhardt o Jordi Savall. "Las interpretaciones de museo son una basura. S¨®lo existen hombres modernos e interpretaciones modernas para p¨²blicos de hoy. No es correcto poner fronteras, si las pusi¨¦ramos todos, la m¨²sica morir¨ªa. Hay obras que son modernas y eternas; si fuera de otro modo, la m¨²sica desaparecer¨ªa con los compositores", dice.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.