Divinos pechos
Hera, esposa del padre Zeus, madre de dioses y de h¨¦roes, reina del Olimpo y s¨ªmbolo femenino de la natura, con una leche que era la leche, pues otorgaba la inmortalidad a los felices mamonzuelos que acercaban los labios a sus divinos pezones. A fin de que alcanzase tal gracia, mientras dorm¨ªa, Zeus le acerc¨® a su hijo H¨¦rcules, pero el forzudo famolenc chup¨®, m¨¢s bien mordi¨®, con tanto ardor los sagrados pechos que la ilustre matrona apart¨® la bendita teta bruscamente, lanzando un santo chorro al ¨¦ter. No todo se perdi¨®; de la celestial fuga se form¨®, como su nombre indica, la V¨ªa L¨¢ctea.Si un ol¨ªmpico esguit dio lugar a nuestra galaxia, el universo humano lo mantuvo y sostuvo las joyas, naturales, preciosas como "¨¢gatas", las fuentes nutricias femeninas. Y, no porque el mundo est¨¦ lleno de mamones, arrimados a inmerecidas y productivas mamelles, que tambi¨¦n, sino porque, hasta hace muy poco tiempo, la vida era imposible sin la leche materna. La Humanidad so?aba para¨ªsos manando leche y miel. De ah¨ª, la mitificaci¨®n, a veces hasta la paranoia, de la lactancia: alguna divinizada como la de Bernardo de Claraval o el parentesco que se engendraba por la leche, equiparable al de la sangre; a¨²n viven germans y mares de llet.La desafiante desnudez del busto fue emblema de la libert¨¦, egalit¨¦ y fraternit¨¦ y la quema de sostenes fragu¨® la liberaci¨®n femenina en los sesenta. Pero con la freudiana primera succi¨®n como inicio de la sexualidad supieron los mercaderes que, con senos, se puede vender hasta la santidad. Santa ?gata, Catania a?o 250, con tetas poderosas, cercenadas y en bandeja de plata, cual flanes, protege mamas y leches, con fiesta hoy, tiempo propicio para la fecundidad y cuando los romanos honraban a Juno, diosa de mujeres, partos y ni?os de pecho, en las Matronalia.
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