M¨¢s que un 'neonazi', un oportunista
J?rg Haider, el pol¨ªtico austriaco que escandaliza al mundo y ha provocado una intervenci¨®n ins¨®lita en la historia de la Uni¨®n Europea contra uno de sus miembros, "no es un neonazi". Este certificado de desnazificaci¨®n a Haider lo ha extendido un austriaco que puede considerarse como la m¨¢xima autoridad en la materia. Nada menos que Simon Wiesenthal, el famoso cazanazis, el anciano director del Centro de Documentaci¨®n Jud¨ªa de Viena, que ha dedicado su vida, tras sobrevivir a los campos de concentraci¨®n nazis, a perseguirlos por todo el mundo y a denunciar cualquier asomo de esa siniestra ideolog¨ªa. Wiesenthal define con precisi¨®n a Haider: "Es un populista de derechas". A?ade Wiesenthal que no ve en Haider el menor peligro para la democracia en Austria, se le sobrevalora y piensa que su electorado se compone en su mayor¨ªa de votantes de protesta, que podr¨ªan desaparecer con gran rapidez.La opini¨®n de Wiesenthal resulta reveladora y coincide con la de buena parte de los analistas independientes, que se asombran por la a veces hist¨¦rica reacci¨®n extranjera ante Haider, que puede producir un efecto bumer¨¢n: hacer crecer todav¨ªa m¨¢s a este ejemplar de camale¨®n pol¨ªtico.
Haider es un populista de derechas, un oportunista, capaz de cambiar de cara todas las veces que sea necesario. En el pasado alab¨® la pol¨ªtica de empleo del nazismo, calific¨® de gente decente a los antiguos combatientes de las SS y realiz¨® otras manifestaciones que permiten sin duda en aquellos tiempos definirlo como neonazi. Hoy ya se escapa a esa casilla. Nacido en una familia de fervientes nazis, Haider creci¨® en ese ambiente. Durante sus a?os universitarios, este brillante estudiante se sum¨® a las corporaciones de estudiantes ultraderechistas que se dedicaban a practicar la esgrima, mientras los progresistas se manifestaban por las calles contra la guerra de Vietnam.
La frase de Wiesenthal adquiere el car¨¢cter de paradoja ins¨®lita, si se tiene en cuenta lo que relata la periodista Christa Z?chlin en su reciente libro Haider. Luces y sombras de una carrera. Haider practicaba la esgrima contra un pelele al que le hab¨ªan puesto una etiqueta con un nombre, Wiesenthal, y le atravesaban una y otra vez con la espada. Haider super¨® esa fase de duelos a primera sangre sin recibir ninguna herida. Por eso su cara no se presenta marcada por esas cicatrices que muchos pol¨ªticos, profesionales y hombres de negocios de su edad en Austria y Alemania llevan con una mezcla de orgullo y verg¨¹enza. Hoy d¨ªa se muestra Haider contento, porque esa marca hubiera perjudicado todav¨ªa m¨¢s su carrera pol¨ªtica.
Se inici¨® Haider en la pol¨ªtica en las filas del FP?, casi un grupo minoritario, que con dificultad superaba la barrera de votos necesaria para entrar en el Parlamento. El FP? era un refugio de viejos nazis. En 1970 nadie se rasg¨® las vestiduras cuando el presidente del partido, Friedrich Peter, apoy¨® al Gobierno minoritario de uno de los santones del socialismo, el legendario Bruno Kreisky. Cuando, c¨®mo no, una vez m¨¢s, Wiesenthal sac¨® a relucir que Peter hab¨ªa sido nada menos oficial de la organizaci¨®n nazi m¨¢s criminal, las SS, y formado parte de una unidad implicada en asesinatos y cr¨ªmenes de guerra no hubo protestas internacionales. Wiesenthal se gan¨® los improperios de un Kreisky indignado por sus revelaciones sobre su socio Peter.
Entre 1983 y 1986 el FP?, con su 4,98% de votos, form¨® parte de la coalici¨®n de gobierno con los socialdem¨®cratas (SP?). Ese 1986 fue decisivo en la vida de Haider, quien con 26 a?os consigui¨® de un golpe hacerse con el poder en el FP? y multimillonario. Un t¨ªo soltero le regal¨® 1.565 hect¨¢reas en Carintia, un bosque en el lugar llamado Valle de los Osos, valoradas en 2.000 millones de pesetas, que han convertido a Haider, el hijo de un pobre zapatero nazi, en el pol¨ªtico m¨¢s rico de Austria. Ese mismo a?o, Haider se hizo con el poder en el FP? tras deshacerse de quienes le hab¨ªan apoyado. El FP? sali¨® de la coalici¨®n con los socialdem¨®cratas y, bajo el liderazgo de Haider, inici¨® lo que hasta ahora parece una irresistible ascensi¨®n.
No le ha importado firmar una declaraci¨®n que supone abjurar de todo lo que dec¨ªa antes y echar por la borda su equipaje ideol¨®gico. En esto act¨²a como el gran hombre de la democracia cristiana alemana, Konrad Adenauer, quien, cuando le confontaban con declaraciones suyas antiguas incumplidas, replicaba: "?Qu¨¦ me importan las chorradas que dije ayer?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.