Desencadenando melod¨ªas
La aparici¨®n en la escena l¨ªrica internacional, hace ya unos cuantos a?os, del bar¨ªtono ruso Dmitri Hvorostovsky fue recibida con enorme expectaci¨®n. Su timbre de voz comenz¨® a cautivar, sus primeros pasos hac¨ªan presagiar que se pod¨ªa estar ante un cantante de los que definen un determinado periodo. Con el transcurso del tiempo, Hvorostovsky fue perdiendo algo de gas, pero ha seguido manteniendo un sintom¨¢tico carisma. No era, en cualquier caso, un carisma unitario, aunque sus partidarios eran, y son, de una gran fidelidad. Ello explica, en una primera y elemental aproximaci¨®n, que fuese recibido ayer en Madrid con "bravos" por un sector del p¨²blico antes de empezar a cantar, y tambi¨¦n que su recital desembocase en un rotundo ¨¦xito. El ambiente estaba caldeado. La indiferencia estaba fuera de sitio.Dividi¨® su programa del teatro de la Zarzuela en tres bloques, dos de autores rusos -Glinka, Rachman¨ªnov- y uno dedicado a los Kindertotenlieder de Mahler. No es frecuente escuchar canciones de los primeros. Y mucho menos con la convicci¨®n y elegancia que ayer mostr¨® el bar¨ªtono ruso. Al carisma del artista se un¨ªa el atractivo del repertorio elegido. El panorama no pod¨ªa ser m¨¢s prometedor.
VI Ciclo de Lied Dmitri Hvorostovsky (bar¨ªtono), Mija¨ªl Arkadiev (piano)
Obras de Mija¨ªl Glinka, Gustav Mahler y Sergu¨¦i Rachman¨ªnov. Fundaci¨®n Caja Madrid. Teatro de la Zarzuela, 7 de febrero.
Instinto y brillantez
La gran baza de Hvorostovsky es su gran instinto y su brillante habilidad para mostrar el sentido mel¨®dico de las canciones. Canta de una forma impecable desde la ortodoxia, tiene voz atractiva y bien timbrada, su fraseo es natural y limpio. Si a ello unimos su procedencia, es f¨¢cil imaginar que en Glinka -especialmente en la Canci¨®n de viaje- y en Rachman¨ªnov -sobre todo en Ah, campos m¨ªos- convenciese con una facilidad pasmosa.
En Mahler las cosas no estuvieron tan claras. Y no precisamente porque no estuviese todo bien dicho y desarrollado, sino m¨¢s bien por la ausencia de sentido tr¨¢gico, de carga literaria, de interiorizaci¨®n expresiva, de desgarro. Era un Mahler correcto, bello quiz¨¢ en exceso, algo descafeinado. En Glinka y Rachman¨ªnov es suficiente con la l¨ªnea de canto y el abandono a la melod¨ªa; en Mahler es necesario mostrar no solamente lo escrito en las notas, sino lo que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de ellas.
M. Arkadiev acomp¨¢?¨® desde el piano con pulcritud. La compenetraci¨®n entre ambos artistas es manifiesta. Ofrecieron como propina una p¨¢gina oper¨ªstica de Verdi. La realizaci¨®n fue m¨¢s espectacular que profunda, m¨¢s bonita que pasional. Fue un recital interesante. Quiz¨¢, para obtener una valoraci¨®n un¨¢nime, a Hvorostovsky le falt¨® una pizca de comunicaci¨®n y cercan¨ªa. Dej¨®, en cualquier caso, su sello de personalidad, cimentado en la belleza de la voz y un singular fraseo mel¨®dico con un pie en la tradici¨®n popular y otro en un refinamiento que roza pero no cae en la monoton¨ªa.
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