Agua de Lorda
Las cuevas eran moradas de divinas encantadas. Embrujaban a la gente sencilla. En maravillosos palacios guardaban espl¨¦ndidos tesoros, oro, el metal solar de la pura luz, equivalente a la inmortalidad. En estas cavernas no pasa el tiempo, se sale tan joven como se entr¨®; las se?oras encantadas son eternamente j¨®venes, como la Virgen que conserv¨® la lozan¨ªa de los dieciocho. Cualquier gruta era rodeada de misterio; seno matriz del que naci¨® la Humanidad, despu¨¦s de una ¨¦poca m¨ªtica fetal en sus entra?as. El propio Plat¨®n utiliz¨® una espelunca como alegor¨ªa del mundo fenom¨¦nico y del ideal. Primitivos santuarios que albergaron cultos de antiguas diosas madre, exorcizados o cristianizados con ritos marianos.Tal d¨ªa como hoy de 1858 en la cueva de Masabi¨¨la de Lorda -Lourdes en falsificaci¨®n gabacha- una Se?ora se le habr¨ªa aparecido a Bernadeta Sobir¨°s -en oficial, Bernadette Soubirous-, mientras a la vora del riu, mare se desataba las alpargatas. Bernadita, de 14 a?os, humilde hija mayor de los seis de un pobre molinero -De moliner mudur¨¤s, per¨° de lladre no escapar¨¤s-, ingenua, asm¨¢tica, no sab¨ªa a¨²n ni leer ni escribir. La se?ora, encantadora, luminosa, de blanco con faja azul; como pill¨® desprevenidos a los franceses habl¨® en patois occitano, "Jo so era Immaculada Concepci¨²" (demuestra, en contra de la praxis de la Iglesia valenciana, que el cielo tambi¨¦n entiende las lenguas minorizadas); pidi¨® la conversi¨®n de pecadores como revolucionarios, dem¨®cratas -hoy, en 1873, se proclam¨® la I Rep¨²blica Espa?ola- o dirigentes obreros, la invit¨® a beber y lavarse en una fuente que le descubri¨® -Mare de D¨¦u estimada feu vindre bona aiguada- y que, milagrosamente, rinde m¨¢s que el manantial de Vich¨ª y ha dotado a Lorda de m¨¢s hoteles que Las Vegas.
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