?Qu¨¦ paz en Kosovo?
El deterioro progresivo en Kosovo, donde las revanchas inter¨¦tnicas se multiplican y ayer resultaron heridos de bala dos soldados franceses y muerto un francotirador alban¨¦s en la explosiva localidad de Mitrovica, muestra claramente que una cosa es ganar una guerra y otra bien distinta imponer la paz en un lugar en el que convergen odios inextinguibles. Las tropas de la OTAN (ahora, 50.000 soldados) y los administradores civiles de Naciones Unidas se hicieron cargo del territorio en junio pasado, despu¨¦s de que los aviones aliados forzaran la retirada del Ej¨¦rcito y la polic¨ªa de Milosevic y el final del exterminio decretado por Belgrado contra la mayor¨ªa albanesa. Comenz¨® entonces el ¨¦xodo de much¨ªsimos de los 200.000 serbios que viv¨ªan en Kosovo por miedo a las represalias de los albanokosovares que regresaban.Desde que dejaron de caer las bombas de la OTAN Kosovo se ha visto asolado por la venganza y el asesinato, en su mayor¨ªa de serbios, que viven ahora en guetos donde antes eran due?os. Un reciente informe de la OSCE habla de un "patr¨®n sistem¨¢tico" de centenares de ataques durante el pasado medio a?o, muchos de ellos organizados y con serios indicios de haber sido perpetrados por miembros del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK), la guerrilla independentista que hab¨ªa sido formalmente disuelta. Los asesinatos y la violencia -que Milosevic explota en Belgrado- muchas veces no son tanto desquites con nombre propio cuanto consecuencia de robos o instrumentos para conseguir una vivienda, el bien m¨¢s preciado para los albanokosovares vueltos con lo puesto. Son excepci¨®n los l¨ªderes albaneses que denuncian esta espiral de sangre a la inversa.
La situaci¨®n, que por momentos escapa de las manos del plenipotenciario de la ONU, Bernard Kouchner, tiene que ver una vez m¨¢s con la inconsistencia de la comunidad internacional, sobre todo la UE y EE UU. Las potencias vencedoras de la guerra no aplican la misma determinaci¨®n a construir la paz. En la provincia sigue sin existir nada parecido a una administraci¨®n que funcione. Y ni el dinero prometido e imprescindible para la reconstrucci¨®n (m¨¢s de mil millones de d¨®lares este a?o) ni la esencial polic¨ªa internacional para poner orden llegan m¨¢s que con cuentagotas. De los 6.000 polic¨ªas anunciados por los aliados est¨¢n en la provincia menos de la tercera parte; y a la OTAN no est¨¢ en disposici¨®n de cumplir satisfactoriamente tareas de reconstrucci¨®n para las que no est¨¢ entrenada. Con palabras no se restablece la electricidad, ni se garantiza la seguridad p¨²blica, ni se revive una econom¨ªa devastada o se preparan unas elecciones representativas.
Las promesas rotas en Kosovo forman parte de una constelaci¨®n tan amplia como irreal de expectativas sobre el territorio. Es iluso pretender armon¨ªa multi¨¦tnica -que no hubo en ning¨²n momento- en un lugar donde siguen descubri¨¦ndose fosas comunes y mientras miles de civiles albanokosovares siguen en las c¨¢rceles de Milosevic. Pero no es imposible, y debe exigirse a la OTAN y a la ONU despu¨¦s de siete meses, garantizar unas m¨ªnimas condiciones de coexistencia civilizada entre comunidades.
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