Sociedad civil

JOSEP TORRENT

El patr¨®n de los patronos valencianos, Rafael Ferrando, presidente de la Cierval, ha tenido la osad¨ªa de opinar sin atenerse a la falsilla y al argumentario que el Partido Popular tiene establecido para esta campa?a electoral. Y lo ha hecho con discreci¨®n, sin levantar la voz, casi t¨ªmidamente, como si pidiera perd¨®n por atreverse a verbalizar ideas de cosecha propia y algunas obviedades. En mala hora se le ocurri¨® discurrir, y en peor hablar. Desde la Generalitat se le ha corrido a boinazos, y desde otras instituciones empresariales, a caponazos. La reacci¨®n a sus mesuradas palabras ha sido de tal calibre inquisitorial, que no ha tenido m¨¢s remedio que renegar de sus her¨¦ticas manifestaciones y jurar de nuevo fidelidad eterna a la doctrina econ¨®mica popular, fuera de la cual no hay salvaci¨®n. Doctrina que Ferrando nunca ha cuestionado ni en el esp¨ªritu ni en la letra. Su pecado ha consistido en mostrarse tibio ante la coalici¨®n de socialistas y comunistas, en no condenarla con la fiereza de un converso. El presidente de la Cierval es culpable, sobre todo, por no haber actuado como un agente electoral del PP.

Hubo un tiempo en que los populares reclamaban un mayor protagonismo de la sociedad civil, especialmente de su sociedad civil en la que inclu¨ªan a las organizaciones empresariales. Ahora, cuando uno de ellos levanta el dedo para hablar, si no les gusta lo que dice, se lo cortan. En realidad, m¨¢s que sociedad civil, persiguen una sociedad borreguil.