Testigo de los 'campos de filtraci¨®n' chechenos
Un joven rescatado de un centro de internamiento ruso describe el t¨¦trico
escenario de torturas y violaciones
El checheno Musa -es un nombre figurado- pudo salir de un campo de internamiento de prisioneros, tristemente conocidos como de filtraci¨®n, porque sus familiares pudieron comprar su libertad pagando a los torturadores rusos de Chernokosovo, en el norte de la rep¨²blica cauc¨¢sica. Al recordar el horror cotidano del que escap¨®, Musa afirma ahora que un funcionario ruso le ley¨® el texto de un decreto oficial en el que se preve¨ªa "el paso de 150.000 chechenos por los campos de filtraci¨®n", de los que todos deber¨ªan "salir incapacitados de por vida".Para Musa no resulta f¨¢cil hablar. El primer evadido de un campo de filtraci¨®n que se atreve a hablar con la prensa tiene miedo de poder ser identificado. Este hombre joven quiere que se sepa que lo que le ha sucedido -a¨²n no puede caminar con normalidad, apenas puede permanecer sentado un minuto en la misma posici¨®n- no es nada en comparaci¨®n con lo que sufren quienes a¨²n siguen en el campo de detenci¨®n.
Su narraci¨®n viene a confirmar ampliamente lo revelado en una carta enviada por un an¨®nimo soldado ruso, que se confesaba "torturador a la fuerza", que tuvo el valor de alertar a la opini¨®n p¨²blica sobre "el infierno vivido por los inocentes".
Una de la declaraciones de Musa concuerda tambi¨¦n con la denuncia invariablemente lanzada por todos los refugiados de Chechenia: "No es un guerra contra combatientes, sino contra toda la naci¨®n chechena".
Despu¨¦s de hablar de las torturas infligidas a los detenidos, entre ellos ancianos, mujeres y ni?os, Musa recuerda uno de sus encuentros con el funcionario ruso que investigaba si hab¨ªa sido miembro de la guerrilla: "?l me ley¨® el texto de un decreto, que ten¨ªa sobre la mesa, seg¨²n el cual 150.000 chechenos deb¨ªan de pasar por los campos de filtraci¨®n. Me dijo que el objetivo final era actuar de tal forma que aquellos que logren salir vivos sean ya inv¨¢lidos de por vida". ?Se trataba s¨®lo de una forma de presi¨®n psicol¨®gica del funcionario ruso? Podr¨ªa ser as¨ª. Pero no en Chechenia. Mosc¨² ha intentado varias veces en los ¨²ltimos 200 a?os la eliminaci¨®n del "pueblo maligno", seg¨²n las palabras de un general ruso. La segunda guerra -con aldeas arrasadas y ejecuciones masivas de civiles- parece confirmar ese objetivo mucho m¨¢s que la primera (1994-1996).
Como la mayor¨ªa de los detenidos de Chernokosovo, Musa fue capturado por casualidad, aunque tuvo la suerte de que su familia pudiera comprar su libertad. A su salida del campo de internamiento tuvo que firmar papeles en los que afirmaba que hab¨ªa recibido un buen trato y que nunca iba a decir lo contrario.
Algunos detenidos han podido ser localizados por sus familiares, que les env¨ªan paquetes. Pero casi nada llega a manos de los cautivos, que adem¨¢s son obligados a escribir en el recibo que se entrega a sus familiares: "Todo va bien, no tengo ninguna queja".
Eso es lo que tuvo que hacer Zura Bitieva, una mujer que particip¨® en una marcha por la paz en Chechenia y cuyo hijo, Idriss, de 16 a?os, se encontraba detenido en la celda de enfrente. "El muchacho est¨¢ completamente amoratado por los golpes, y le han limado los dientes", asegura Musa.
Las torturas comienzan por la noche, cuando el equipo de servicio ya se ha hartado de beber y de consumir drogas. Trabajan con el rostro oculto por una m¨¢scara. En total pueden ser unos 48 agentes cosacos contratados en tres turnos diarios y que reciben hasta 1.200 rublos diarios (unas 5.000 pesetas). Los gritos de los torturados mantienen despiertos a los detenidos, que permanecen en pie y con las manos alzadas. Los golpes y las violaciones son algo cotidiano en el campo de filtraci¨®n.
"Las violaciones se cometen al 100%", afirma Musa con voz baja. "Entre los detenidos hay un muchacho de 10 a?os y su hermana, de 13, que fueron internados por ir indocumentados. El chico fue apaleado; la chica, violada".
A finales de enero, una detenida recibi¨® la vista de su madre y de sus dos hijas; tuvieron que pagar 5.000 rublos para poder verla apenas cinco minutos. A la salida, una de las j¨®venes, de 14 a?os, fue detenida. "Fue golpeada y violada durante cuatro d¨ªas. Lo o¨ªamos todo. Despu¨¦s fue liberada, medio muerta, tras la visita de una especie de comisi¨®n oficial", agrega Musa. Cuando los inspectores visitaban las celdas los detenidos ten¨ªan la obligaci¨®n de decir: "Estamos bien alimentados, nos tratan bien". Un anciano no pudo resistir la situaci¨®n y abri¨® la camisa de su compa?ero de celda para mostrar sus golpes. "Cuando la comisi¨®n se march¨®, los dos fueron apaleados con brutalidad".
"Todas las noches veo los rostros de quienes a¨²n siguen all¨ª, no hago m¨¢s que pensar en ellos", concluye Musa.
?EL PA?S-Le Monde
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