Deriva venezolana
Como los idilios no suelen durar, al presidente venezolano parece haberle llegado el final del que manten¨ªa con algunos de sus apoyos fundamentales. Al a?o de ocupar la jefatura del Estado afronta las primeras dificultades serias con una pugna abierta entre dos sectores de su r¨¦gimen. Hay acusaciones de corrupci¨®n y nepotismo entre personajes muy cercanos al presidente.Militares relevantes que fundaron con Hugo Ch¨¢vez en 1982 el Movimiento Revolucionario Bolivariano han denunciado que aliados civiles del l¨ªder venezolano se benefician de su cuota de poder para hacer negocios. El que fuera jefe de la seguridad del Estado hasta hace unas semanas ha recopilado casi medio centenar de casos que esperan ahora una investigaci¨®n. Entre los se?alados figuran el ministro de Exteriores, Jos¨¦ Vicente Rangel, y el pol¨ªtico m¨¢s prominente del pa¨ªs despu¨¦s del presidente, Luis Miquilena, un izquierdista octogenario que presidi¨® la Constituyente y ahora dirige un confuso comit¨¦ de 21 miembros que act¨²a de minicongreso hasta los pr¨®ximos comicios generales de mayo, sexta cita con las urnas en a?o y medio.
Para empeorar las cosas, la gesti¨®n presidencial ha estado hasta ahora demasiado enfocada en la pelea constitucional y en sucesivas elecciones y poco en solucionar los acuciantes problemas de cada d¨ªa. Pese a que el precio del crudo es casi tres veces superior que cuando lleg¨® arrasando al poder -el petr¨®leo representa alrededor del 70% de las exportaciones y el 40% de los ingresos del Estado-, el dirigente populista no ha aprovechado la bonanza para atacar la grave situaci¨®n del pa¨ªs caribe?o. Venezuela, devastada adem¨¢s por la naturaleza, ha acabado 1999 con una ca¨ªda de su riqueza del 7%, un desempleo muy alto, las privatizaciones pr¨¢cticamente paralizadas y una creciente confusi¨®n entre los inversores extranjeros.
Las acusaciones entre facciones del r¨¦gimen pueden tener un acusado trasfondo de lucha preelectoral (fue Rangel el que irrit¨® a los militares pidiendo una investigaci¨®n sobre supuestas brutalidades castrenses tras las catastr¨®ficas inundaciones de diciembre), y Ch¨¢vez har¨¢ bien en aclararlas a fondo, como acaba de prometer en Madrid. No en vano lleg¨® al poder con un cheque en blanco de sus compatriotas, que le vieron como ¨¢ngel exterminador de d¨¦cadas de enquistada corrupci¨®n.
Pero es un hecho que los cargos fundamentales del Estado y sus instituciones est¨¢n siendo copados por personas designadas por el propio presidente o a trav¨¦s de la correa de transmisi¨®n de Miquilena: desde el Supremo hasta el Banco Central; desde el tribunal electoral hasta la Fiscal¨ªa. Paralelamente, el antiguo paracaidista ha colocado a demasiados militares en puestos destacados de la gobernaci¨®n, desatando cr¨ªticas que llegan hasta su propia coalici¨®n, el Polo Patri¨®tico. La resultante de uno y otro proceso es que el r¨¦gimen llegado en loor de multitud comienza a perder sus credenciales. Ch¨¢vez deber¨ªa actuar r¨¢pida y contundentemente para corregir la inquietante deriva venezolana.
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