Peque?a historia de un gato triste y azul GUILLEM MART?NEZ
Hay gato encerrado. El caso es que acaba de salir Roberto Carlos: 30 grandes canciones. Contiene una canci¨®n que, directamente, quita el hipo. Se trata de El gato que est¨¢ triste y azul. Uno la escucha y al momento se hace esta pregunta: ?qu¨¦ diablos es un gato triste y azul? Si ¨¦se es su caso, no se vaya, que lo que aqu¨ª sigue es un intento de respuesta. Si se le ocurre otra, me lo dice.Lo triste. El gato que etc¨¦tera es una canci¨®n originalmente compuesta en italiano. Se llamaba Un gato nel blu y hablaba de un gato que, m¨¢s que triste, estaba en el cielo, donde el narrador, que era como el ni?o de El sexto sentido, pero con gatos, le ve¨ªa, recordaba un pasado hoy desencajado y le hac¨ªa testigo. El traductor de la canci¨®n al castellano tuvo que rechazar que el gato estuviera en, literalmente, el azul, una palabra que, a diferencia del italiano, no significa nada en castellano. En lugar de blu apost¨® por su traducci¨®n castellana previamente traducida al ingl¨¦s: triste. Pero, y he aqu¨ª la perplejidad que consigue la letra, tambi¨¦n apost¨® por integrar su traducci¨®n literal al castellano: azul. La palabra azul no significa nada en castellano, pero convierte esta canci¨®n en un objeto extra?o. Integra dos cosas extra?as: un gato y el color azul. Y, snif, una cosa absolutamente com¨²n: la tristeza.
Historia de lo azul y los gatos. Rub¨¦n Dar¨ªo tiene una pieza que tambi¨¦n habla de un animal azul -El p¨¢jaro azul-, en su libro Azul, con el que se inventa, por fin en castellano, un significado para la palabra azul. Azul significa as¨ª en castellano esto: cualquier cosa, siempre y cuando mantenga cierta vibraci¨®n interior inconcreta. Verbigracia: en El p¨¢jaro azul, Rub¨¦n habla de un artista que dice que tiene un p¨¢jaro azul en su cabeza. Su familia pugna para que el artista deje las collonades y se integre en el negocio familiar. Accede, pero antes, dice, debe dejar escapar el p¨¢jaro azul que tiene en su cabeza. Lo hace. Se abre la tapa de los sesos de un disparo. Pumba. El p¨¢jaro azul no acaba bien, por lo que se supone que El gato que etc¨¦tera, tampoco. Malcolm Lowry, en Bajo el volc¨¢n, inventa a su vez otro gato inconcreto que concreta un estado de ¨¢nimo. Cuando la esposa del c¨®nsul de Cuernavaca vuelve a Cuernavaca, el c¨®nsul de ¨ªdem se pasa el d¨ªa diciendo a todo el mundo: "Yvonne ha vuelto, y el gato dejar¨¢ de maullar". Gracias a lo cual sabemos que el El gato que etc¨¦tera es la historia de una ausencia, es decir, de un gato que no para de maullar. Aunque nadie lo oiga. Otro gato es el ideado por Boris Vian. Esto es un escritor enamorado, que malvive de sus escritos. Se pasa el d¨ªa fumando y escribiendo a m¨¢quina. Le es imposible robar cinco minutos para ver a su amor. De manera que llega a un pacto con el incipiente c¨¢ncer que tiene en los pulmones. Cada vez que viene su amor, su c¨¢ncer sale de sus pulmones. Ese c¨¢ncer no es otra cosa que un gato, que escribe a m¨¢quina por ¨¦l y se inventa trolas cuando un cobrador llama a la puerta. Mientras tanto, el escritor hace el amor con su amada. Por cierto, cuando su amada se quita las medias y las medias llegan al final de sus pies, el escritor cree ver que su amada est¨¢ sobre dos nubes diminutas. Bueno. Gracias a todo ello sabemos que El gato que etc¨¦tera en realidad vive en nuestros pulmones, es decir, en nuestro interior. Y un ¨²ltimo gato: Bulg¨¢kov, en Margarita y el profesor, crea un demonio en forma de gato que atemoriza al Polit Bur¨® de Mosc¨² con bromas pesadas, tristes y azules, que com¨²nmente culminan en el asesinato del bromeado. Es un gato cruel, salvaje, con sentido del humor Sam Pekimpah. Gracias a este gato uno sabe que todos los gatos extra?os que uno lleva en su interior son, fundamentalmente, un demonio cruel y a su bola.
La vida es, posiblemente, triste y azul. Cuando yo era enano, El gato que etc¨¦tera fue el centro del mundo durante unos meses. Supongo que gustaba porque nadie sab¨ªa lo que significaba, pero todo el mundo reconoc¨ªa un significado aproximado. Quiz¨¢s porque todo el mundo conoce de vista su interior. En las fiestas de la calle, las chicas en edad de liarla bailaban El gato que etc¨¦tera. Llevaban unos pantalones blancos que les marcaban una fresa en su vientre. A m¨ª me faltaba informaci¨®n, algo en mi interior -?un gato azul?- me dec¨ªa que ¨¦se deber¨ªa de ser el fruto del "bendito-es-el-fruto-de-tu-vientre" del que hablaban non-stop en el cole. Recuerdo aquellas chicas y un gato me ma¨²lla en el pecho. Debe de ser la tristeza, es decir, el paso del tiempo. Con el paso del tiempo uno descubre mascotas no deseadas en su interior. Un p¨¢jaro azul en la cabeza y, posiblemente, un gato azul en el pecho, que va a su bola y que ma¨²lla por la Yvonne esa. Sea lo que sea Yvonne. Sea lo que sea ese gato. A ese gato, en todo caso, uno lo reconoce incluso escondido en una canci¨®n mala. Et voil¨¤.
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