Los muertos de Pisagua esperan a Pinochet
La carretera serpentea en un descenso vertiginoso desde el Alto de Hospicio, a 500 metros sobre el nivel del mar, hasta llegar a un peque?o puerto de pescadores sobre el Pac¨ªfico. Apenas dos centenares de habitantes viven en este lugar del fin del mundo, en el extremo norte de Chile, Pisagua. Un refugio id¨®neo para amantes del mar, la tranquilidad y el buen pescado que arrastra un pasado ligado a las p¨¢ginas m¨¢s negras de la historia chilena. En distintos periodos, los militares utilizaron este enclave mar¨ªtimo como campo de concentraci¨®n para opositores pol¨ªticos. El m¨¢s siniestro empez¨® el d¨ªa despu¨¦s del golpe de Augusto Pinochet. Los graves atropellos que all¨ª se cometieron planean sobre el ex dictador en v¨ªsperas de su retorno a Chile. Pisagua es, despu¨¦s de la caravana de la muerte, la principal causa por la que Pinochet podr¨ªa ser juzgado en su pa¨ªs.La geograf¨ªa proporciona a Pisagua todos los requisitos para ser un centro de detenci¨®n perfecto. Est¨¢ situada en una ensenada cerrada por colinas bastantes altas, de la que es imposible escapar. Por tierra s¨®lo hay desierto. Aislada de las grandes ciudades, se encuentra a medio camino entre Arica e Iquique. Haroldo Quintero, uno de los presos de Pisagua, condenado a muerte y despu¨¦s a cadena perpetua, la describe como "una c¨¢rcel natural".
Lo tuvieron f¨¢cil en el golpe del 11 de septiembre de 1973 los militares en Iquique, sede de una de las divisiones m¨¢s grandes del Ej¨¦rcito, con una poblaci¨®n en aquella ¨¦poca de 80.000 habitantes, donde casi todos se conoc¨ªan entre s¨ª. Los golpistas ten¨ªan en sus listas los nombres de los dirigentes de los partidos de izquierda. Las delaciones y chivatazos hicieron el resto. En cuesti¨®n de horas, la hipot¨¦tica resistencia al golpe qued¨® descabezada y confinada en el campo de concentraci¨®n. El d¨ªa anterior, los residentes de Pisagua y los presos de la c¨¢rcel fueron evacuados.
Un millar de antipinochetistas de Iquique, Arica y de ciudades m¨¢s alejadas como Valpara¨ªso (varios centenares de detenidos fueron trasladados a bordo del buque Maipo) pas¨® por Pisagua entre 1973 y 1974. M¨¢s de 25, seg¨²n cifras oficiales, fueron fusilados. "Muri¨® m¨¢s gente, estoy seguro", dice Quintero, profesor universitario, socialista y compa?ero de celda de Freddy Taberna y Jos¨¦ Sampson, dirigentes locales del Partido Socialista que fueron fusilados. "Todas las noches o¨ªamos disparos. Muchos familiares nunca reclamaron los cuerpos, por miedo".
Quintero recuerda con terror a los carceleros de Pisagua. Algunos siguen en activo en el Ej¨¦rcito. Como el coronel Conrado Garc¨ªa: "Un obseso, un enfermo mental, que es famoso en Iquique. El loco Garc¨ªa, le llaman. Nos contaba su participaci¨®n en los pelotones de fusilamiento y c¨®mo mor¨ªan los ejecutados. 'Eso les va a pasar a todos, ?traidores de la patria!', gritaba como un energ¨²meno. Era la caricatura del soldado nazi". Otros viven tranquilos su jubilaci¨®n, como el oficial Renato N¨²?ez, que estuvo un a?o en Pisagua y que, seg¨²n varios testigos, integr¨® un pelot¨®n de fusilamiento, estuvo infiltrado entre los presos y fue guardia personal de Pinochet.
El caso Pisagua tiene especial relevancia en la batalla judicial que se prepara en Chile ante el eventual regreso de Pinochet. Once de las 58 querellas criminales presentadas contra el dictador se fundamentan en cr¨ªmenes cometidos en aquel campo de concentraci¨®n. "Pisagua est¨¢ muy presente en el colectivo del pa¨ªs", opina el abogado Adil Brkovic, patrocinador de varios pleitos. "Aqu¨ª se mat¨® a gente muy conocida de Iquique, aqu¨ª no se mat¨® a subversivos, sino a gente que cumpl¨ªa funciones p¨²blicas y que estaba integrada a la sociedad. Pisagua demuestra que opera la justicia militar, que hay una planificaci¨®n de las ejecuciones. (...) Se detiene p¨²blicamente, se les lleva a un campo de prisioneros y se inicia un proceso de selecci¨®n de qui¨¦n va a morir".
A trav¨¦s de bandos insertados en la prensa local, los militares daban cuenta de la muerte de presos de Pisagua, por "fusilamiento-juicio militar en tiempo de guerra" o en aplicaci¨®n de la ley de fuga amparada por el C¨®digo de Justicia Militar. Los comunicados llevaban la firma del general Carlos Forestier, jefe de la VI Divisi¨®n del Ej¨¦rcito. Su superior inmediato era el comandante jefe del Ej¨¦rcito, general Augusto Pinochet.
Los victimarios nunca entregaron los cuerpos de las v¨ªctimas a los familiares. As¨ª pasaron casi dos d¨¦cadas, hasta que el 2 de junio de 1990 el arque¨®logo-antrop¨®logo Olaff Olmos, de 47 a?os, dirigi¨® una excavaci¨®n en el cementerio de Pisagua que permiti¨® el hallazgo de 19 cuerpos identificados y otros m¨¢s sin identificar. La fosa fue localizada gracias al m¨¦dico Alberto Neuman, ex preso en Pisagua y a quien los verdugos obligaban a certificar la muerte de los fusilados.
El juez Juan Guzm¨¢n, instructor de las querellas contra Pinochet, ha realizado el ¨²ltimo a?o varias diligencias en relaci¨®n al caso Pisagua. Tom¨® declaraci¨®n a Mario Vergara, ex alcaide del penal en 1973, quien asegur¨® que el 28 de septiembre de aquel a?o un teniente llamado Contador le comunic¨® haber recibido la orden del mando de Iquique de ejecutar a seis detenidos. La versi¨®n oficial es que fueron muertos cuando intentaban fugarse. Vergara declar¨® que uno de los oficiales a cargo del campo de Pisagua era el capit¨¢n Sergio Espinoza Davies, hoy general de brigada e inspector general del Ej¨¦rcito.
Entre julio y agosto pasados, el juez viaj¨® a Iquique, donde interrog¨® a familiares de detenidos-desaparecidos, miembros de la Iglesia cat¨®lica, ex prisioneros y antiguos integrantes del Ej¨¦rcito y carabineros. El magistrado hab¨ªa pedido al Ej¨¦rcito antecedentes relacionados con expedientes, sentencias e informaci¨®n de los consejos de guerra en la zona. La respuesta, entregada el 15 de diciembre de 1998 por el subsecretario de guerra y reci¨¦n nombrado ministro de Defensa, Mario Fern¨¢ndez, se?ala que la instituci¨®n "no posee antecedente alguno relativo a las materias consultadas por el se?or juez".
"La autoridad de la ¨¦poca reconoci¨® que fueron muertos por fusilamiento, extendi¨® un certificado de defunci¨®n y lo public¨® en la prensa en los bandos firmados por el comandante de la zona. Y no dicen d¨®nde dejaron los cuerpos. Para m¨ª, la ¨²nica explicaci¨®n es que los enterraron en fosas donde hay otros muertos que no han reconocido como tales", dice el abogado Brkovic.
Hoy, el edificio de la c¨¢rcel de Pisagua est¨¢ habilitado como un complejo tur¨ªstico que incluye un hotel y un museo. "Qu¨¦ absurdo", lamenta Brkovic, "?qu¨¦ pensar¨ªan los europeos si alguien instalara un restaurante en Auschwitz?".
Aquel 'tenientillo'
Pisagua fue utilizado como centro de confinamiento por primera vez a finales de la d¨¦cada de los cuarenta bajo el Gobierno de Gabriel Gonz¨¢lez Videla, que tras formar un Gobierno de frente popular acab¨® declarando ilegal al Partido Comunista (PC). Dirigentes y militantes comunistas estrenaron el campo de concentraci¨®n, donde estuvo destinado un teniente llamado Augusto Pinochet Ugarte. En 1947, el entonces senador Salvador Allende fue a visitar a los presos pol¨ªticos. Cuenta un lugare?o que el oficial pon¨ªa trabas a quien a?os m¨¢s tarde ser¨ªa presidente de Chile. "?C¨®mo un tenientillo trata de impedir el paso a un senador de la Rep¨²blica? ?Ap¨¢rtese!", zanj¨® la cuesti¨®n Allende.A?os m¨¢s tarde, ya en el palacio presidencial de La Moneda, Allende record¨® a Pinochet que en Pisagua hab¨ªa un oficial del mismo apellido. "No, yo no era ese oficial", minti¨® Pinochet. Aquel tenientillo se convertir¨ªa poco despu¨¦s en el verdugo de Allende y de miles de chilenos. El propio Pinochet describe en un libro la an¨¦cdota, que pone como ejemplo de su astucia.
Pisagua volvi¨® a ser centro de detenci¨®n en 1955, cuando fueron deportados varios dirigentes del PC, entre ellos Volodia Teitelboim, quien escribi¨® desde all¨ª La semilla en la arena. A partir de la segunda mitad de los a?os sesenta, Pisagua se transform¨® en una colonia penal. En eso andaba cuando, en septiembre de 1973, la dictadura pinochetista reabri¨® Pisagua como c¨¢rcel para los opositores pol¨ªticos. La c¨¢rcel fue cerrada a fines de 1974, aunque se mantuvo un ret¨¦n policial. En los a?os ochenta, a ra¨ªz de las protestas contra la dictadura, se env¨ªan confinados a Pisagua procedentes del sur de Chile.
"En la madrugada ser¨¦ fusilado"
Jos¨¦ Rosier Sampson, uno de los presos de Pisagua, mantuvo una breve e intensa correspondencia con su esposa, Juana Berta Trujillo, durante el mes y medio que estuvo detenido. La tarde del 29 de octubre de 1973, escribi¨® en la celda de la c¨¢rcel de Pisagua una carta que empezaba as¨ª: "Ha sonado el viejo reloj de Pisagua indicando que son las cinco y media de la tarde. He sido notificado que el consejo de guerra solicit¨® la pena de muerte. No albergo ninguna esperanza". Despu¨¦s de despedirse en un tono dram¨¢tico de Juana y de sus hijos, a?ad¨ªa en una posdata: "Si entregaran mi cuerpo, cosa que dudo, enti¨¦rrame en la tumba de tu familia".Cinco horas m¨¢s tarde esboz¨® estas l¨ªneas en un trozo de papel, que entreg¨® a otro preso: "Juanita, ¨²nico amor de vida. Ya todo acab¨®. Se termin¨® mi sufrimiento y calvario. En la madrugada ser¨¦ fusilado. Me alejan f¨ªsicamente de tu lado, pero s¨¦ que siempre estar¨¦ all¨ª en ese hogar, junto a ti, junto a mis cachorros".
Poco despu¨¦s de medianoche, Jos¨¦ y otros tres presos fueron llevados frente al pelot¨®n de fusilamiento. Los disparos resonaron en todo Pisagua en medio del silencio de la noche. El certificado de defunci¨®n se?alaba como causa de la muerte "fusilamiento-juicio militar en tiempo de guerra".
El cuerpo de Sampson nunca fue entregado a la viuda. Los cuatro dirigentes eran dirigentes regionales del Partido Socialista y todos ellos hab¨ªan sido condenados a 10 a?os en primera sentencia. Mandos superiores al tribunal obligaron a cambiar la condena: el teniente coronel Ram¨®n Larra¨ªn, jefe del campo, por instrucciones del general Carlos Forestier, delegado directo de Pinochet.
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