El uno por ciento
JULIO SEOANE
Aproximadamente. Poco m¨¢s o menos. Entre todos los problemas y proyectos que tenemos en nuestra sociedad, la Universidad ocupa alrededor del uno por ciento. Al menos esa es la extensi¨®n que le dedican los dos grandes partidos en sus programas electorales. Unos programas escritos para ciudadanos con tiempo y paciencia, porque los populares emplean m¨¢s de cincuenta mil palabras y los socialistas m¨¢s de treinta mil. Pues eso, el uno por ciento de esa masa ingente de t¨¦rminos y conceptos est¨¢ dedicada al futuro de las instituciones universitarias.
Ambos, socialistas y populares, coinciden en el punto de partida. Los dos nos dicen que sociedad y universidad "demandan" esto y lo otro, una expresi¨®n rancia y ret¨®rica que casi siempre se emplea para imponer la opini¨®n propia en nombre de los dem¨¢s. Casi un¨¢nimes, demandan calidad, autonom¨ªa, relaciones con la empresa y un largo etc¨¦tera de t¨®picos manoseados. Esto de la autonom¨ªa la entienden, quiz¨¢ por deformaci¨®n profesional, al estilo de los pa¨ªses o territorios conquistados. Lo digo porque llegan a vertebrar el problema exigiendo un equilibrio entre el Estado, las comunidades aut¨®nomas y las universidades. De lo que se deduce, supongo yo, la siguiente secuencia de mando: jefe de Estado, presidente de autonom¨ªa y rector de Universidad, todos con gobierno y autoridad sobre fronteras y ej¨¦rcitos profesionales. Se resisten desesperadamente a pensar la Universidad como una instituci¨®n diferente a las de car¨¢cter pol¨ªtico o a las de justificaci¨®n econ¨®mica.
Obsesi¨®n, tambi¨¦n en ambas partes, por evaluarlo todo. Evaluar las universidades, los departamentos, los profesores, los planes de estudio, evaluar a los estudiantes hasta disolverlos en un charco de competiciones in¨²tiles. La evaluaci¨®n tiene actualmente la misma magia que la confesi¨®n de los pecados, lo cura todo, lo resuelve todo, lo perdona todo. En la pr¨¢ctica es como un certificado de buena conducta, significa que hemos negociado correctamente con los dem¨¢s un tr¨¢mite burocr¨¢tico. Un d¨ªa que estemos todos de buen humor, condici¨®n imprescindible en este caso, les contar¨¦ c¨®mo se hace la evaluaci¨®n del profesorado en la Universidad o, al menos, en la Facultad de Psicolog¨ªa.
Coincidencia tambi¨¦n en promover la movilidad de estudiantes y profesores, que no hace referencia principal a la libertad de concursos, traslados y matr¨ªculas, sino a fomentar la competencia descarada con las agencias de viajes. En nombre de Erasmo, de S¨®crates, de S¨¦neca y de otras insignes figuras, estimulamos por ley el turismo cient¨ªfico, las emigraciones peri¨®dicas por congresos y el senderismo cultural.
Por supuesto que tambi¨¦n existen discrepancias entre ambos programas. Los socialistas, como no, se inclinan por el revisionismo puesto que son los art¨ªfices de la ley actual. Los populares, m¨¢s decididos, prometen lo que no hicieron en estos ¨²ltimos cuatro a?os, una nueva ley. Como simple sugerencia, me permito proponer el nombre de Ley de Reforma Permanente de la Universidad. No existen muchas m¨¢s diferencias de fondo, s¨®lo de estilo y quiz¨¢ tambi¨¦n de intenciones, pero estas ya no se cuentan en los programas.
S¨®lo es un uno por ciento, pero es m¨¢s que suficiente para quedarse intranquilos. Y preocupados, muy preocupados.
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