Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate
Los presidentes de f¨²tbol tienen tres problemas prioritarios: los t¨ªtulos, el presupuesto y los ¨¢rbitros, tres hijos de un bal¨®n caprichoso en ocasiones, maltratado en otras, generoso y acogedor casi siempre. Es la trilog¨ªa de un deporte cada vez m¨¢s cercano a la exigencia, cada vez m¨¢s alejado del disfrute. Durante a?os, los presidentes de f¨²tbol eran necesariamente tipos con posibles y discretos, de cuyo nombre casi nadie se acordaba, m¨¢s all¨¢ de los m¨¢s implicados y casi siempre m¨¢s ac¨¢ de las fronteras propias. Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate (Bilbao, 1940) pertenece al reducido grupo de los presidentes actuales que prolongan aquel estilo, aunque el escenario resulte ya irreconocible. El f¨²tbol ha cambiado tanto que su crecimiento ha provocado reducciones en la estatura de muchos dirigentes, m¨¢s parecidos a los mandarines que a los mandatarios (es decir, a los elegidos para mandar).
Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate vivi¨® el anterior f¨²tbol, primero como aficionado y luego como directivo, en la ¨¦poca de Pedro Aurtenetxe. Entonces asisti¨® al conflicto social m¨¢s grave que ha vivido el Athletic en toda su historia: la partici¨®n Clemente-Sarabia, un asunto balad¨ª que acab¨® convertido en una crisis general.
Arrate se curti¨® en aquella faena. No s¨®lo era el directivo, sino el portavoz de un silencio pretendido que salt¨® hecho pedazos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate es un fajador nato. Se faj¨® en aquella crisis y se faj¨® despu¨¦s en el Ayuntamiento de Bilbao, cuando otro ex presidente del Athletic, Beti Du?abeitia, convertido en alcalde por la dimisi¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Gorordo, le reclam¨® en plena huelga de funcionarios.
De tanto fajarse alcanz¨® la presidencia del Athletic, tras haber vivido antes una derrota electoral que no le amilan¨®. A la segunda, alcanz¨® el despacho de Ibaigane, rompiendo el pron¨®stico que suele invalidar a los candidatos derrotados. Desde entonces no ha tenido oposici¨®n y se augura un tercer mandato, una vez desvelada (al menos) su intenci¨®n de concurrir a las elecciones.
Arrate es un presidente cl¨¢sico del Athletic y un personaje singular. Clasico en el mantenimiento del fondo y la forma del club, un tanto ajeno a la estridencia, aunque no a la contundencia, que trata de sobrevellevar lo que algunos considerarn p¨¦rdida de peso espec¨ªfico del club en las instancias generales. Nacionalista convencido -es militante del PNV-, tiene una pasi¨®n por el di¨¢logo que le conduce siempre a la b¨²squeda de puentes. Siempre ha pretendido mantener alejadas las dos funciones, sin obviar alg¨²n encontronazo con su partido cuando de por medio andaba el Athletic como afectado.
De trato f¨¢cil y gustos sencillos (vinatero de pretigio, que prefiere el cosechero al gran reserva), aficionado a la lectura (por las ruedas de prensa conocer¨¦is su libro de cabecera), tiene a Baltasar Graci¨¢n como consejero habitual cuando de apelar a la prudencia se trata. Para los asuntos del gol, de los ¨¢rbitros y de los presupuestos (la human¨ªsima trinidad) no ha encontrado un ¨¢ulico literario que le d¨¦ una pista, una explicaci¨®n, probablemente porque el f¨²tbol no tiene Biblias, s¨®lo ¨¦pica cotidiana.
Entre Bilbao y Orozko
En Bilbao trabaja y en Orozko descansa. La ciudad es su medio natural y el pueblo, su medio sobrenatural. All¨ª reflexiona, ve los partidos, lee, disfruta de la familia, toma el aire que a veces falta en los despachos de Ibaigane donde consume la mayor parte de la jornada cotidiana. Le queda una obra por hacer: el nuevo San Mam¨¦s, al que jam¨¢s llamar¨¢ estadio Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate, entre otras cosas porque tendr¨ªa que emigrar urgentemente de Bilbao. Un asunto que se la ha enquistado sobremanera y que afecta muy directamente al futuro del club: si la televisi¨®n es el man¨¢, el nuevo estadio es el pan de cada d¨ªa en la alimentaci¨®n rojiblanca.
Lo dem¨¢s permanece intacto: el estilo, la filosof¨ªa, la fe en las personas por encima de su habilidad como entrenadores y esa sensaci¨°n de comunidad de vecinos que quiere mantener en un club que mueve miles de millones y un c¨²mulo de pasiones.
Todo presidente del Athletic busca el estruendo necesario de los t¨ªtulos y el silencio llamativo de no cambiar casi nada: la ikurri?a, la ampliaci¨®n de fronteras de lo vasco... y el nuevo campo en el horizonte. Pocos cambios en un siglo de historia. Por lo visto, El arte de la prudencia de Graci¨¢n no s¨®lo ha inspirado a Jos¨¦ Mar¨ªa Arrate
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