No agresi¨®n
El desarrollo de la campa?a electoral genera ya los suficientes signos que indican claramente por donde transcurren las principales estrategias de unos y otros. Por lo pronto, llama la atenci¨®n lo r¨¢pido que ha asumido, a la chita callando, IU-CA la oferta de un pacto de no agresi¨®n lanzada en su d¨ªa por el candidato socialista, Manuel Chaves.El presidenciable izquierdista, Antonio Romero, condicion¨® la aceptaci¨®n de la propuesta a una reuni¨®n previa con Manuel Chaves que, finalmente, no se ha llegado a producir ante la negativa rotunda de este ¨²ltimo, quien prefiere posponer cualquier tipo de encuentro hasta despu¨¦s de las elecciones.
As¨ª que, aparcadas las beligerancias por este flanco, a IU-CA no le queda otro discurso que autopostularse como el mejor socio posible para un hipot¨¦tico gobierno de coalici¨®n en detrimento de los andalucistas, formaci¨®n ¨¦sta que siempre ha prosperado con el declive de los izquierdistas, tal y como se?alan sistem¨¢ticamente todos los sondeos.
Con menos argumentos, por tanto, no es de extra?ar que Romero no tenga m¨¢s remedio que recurrir a sus frases ingeniosas y ocurrentes en busca de un f¨¢cil titular, oficio en el que es muy ducho y en el que se curti¨® en sus tiempos de tertuliano radiof¨®nico. De modo que ante la amenaza real que supone para los andalucistas el que IU les desplace de su posici¨®n privilegiada de eternos candidatos a gobernar con los socialistas, a Pedro Pacheco no le queda m¨¢s recurso que advertir que tanto pueden aliarse con el PSOE como con el PP. Demuestran as¨ª una fe innata en su capacidad de formaci¨®n bisagra, condici¨®n que el propio Pacheco le hace olvidar su posici¨®n de centroizquierda que siempre pretende imprimir al PA.
En el Partido Popular parece que el mayor descubrimiento que han hecho, a parte de incidir de nuevo en el discurso de la corrupci¨®n, es el del presidente de la Patronal, Rafael ?lvarez Colunga. M¨¢s conocido como "El Lele", se ha hecho fotos pr¨¢cticamente con todos los candidatos. S¨®lo le falta estar en adobo, tal es su don de la ubicuidad, sin importarle remilgos ideol¨®gicos. Pero los populares se muestran felices a su lado queriendo as¨ª olvidar desavenencias anteriores. Y Chaves, al principio algo envarado y muy revestido de su papel institucional, es consciente de que su electorado necesita mensajes m¨¢s calientes para lograr una mayor movilizaci¨®n. Ese cambio de estrategia comienza ya a percibirse en los propios m¨ªtines, donde arrecian los ataques a los populares.
ANTONIO Y?LAMO
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