'Evodevo', una disciplina creativa en pos de una prueba 'inalcanzable'
A falta de un t¨¦rmino m¨¢s adecuado, los especialistas han tomado la costumbre de llamarla evodevo (de evoluci¨®n y desarrollo en ingl¨¦s). "Hace cuatro o cinco a?os, era m¨¢s bien peyorativo. Se nos reprochaba no hacer con seriedad ni biolog¨ªa del desarrollo ni evoluci¨®n", recuerda Denis Duboule (de la Universidad de Ginebra), uno de los pioneros de esta nueva disciplina. Y es cierto que hab¨ªa motivos para que esta orientaci¨®n chocara tanto a los genetistas cl¨¢sicos como a los evolucionistas tradicionales."Como introducci¨®n a mis clases, tengo la costumbre de comparar el estudio de los organismos vivos con el de los autom¨®viles", explica Duboule. "Los bi¨®logos de la vieja escuela desmontan el motor para intentar comprender su funcionamiento. Los evolucionistas cl¨¢sicos consideran el conjunto como un aparcamiento, cuentan el n¨²mero de coches rojos o verdes, y tratan de averiguar c¨®mo y por qu¨¦ han llegado all¨ª. Nosotros abrimos los cap¨®s y comparamos los motores para sacar ense?anzas de ellos. Pero no sabemos realmente c¨®mo funciona el carburador". Y en eso radica el problema.
Ciertamente, exceptuando a algunos integristas de la ortodoxia darwinista, todo el mundo admite que la selecci¨®n natural no basta para explicar la evoluci¨®n y que la parte que falta en la teor¨ªa ser¨¢ probablemente proporcionada por la gen¨¦tica. Pero ¨¦sta todav¨ªa carece de la mayor¨ªa de las herramientas necesarias para desbrozar ese terreno virgen. Muy a menudo, los escasos datos un poco precisos sobre el funcionamiento interno de los genes siguen estando limitados a los modelos animales preferidos por los investigadores como la mosca del vinagre o la rana. En cuanto se alejan de esos modelos, s¨®lo disponen -como mucho- del mapa del genoma. Un motor en el que la funci¨®n de las piezas sigue siendo, en gran medida, desconocida. Los defensores de la evodevo trabajan partiendo de esta base.
"Cuando has comprendido c¨®mo funcionan los genes que rigen la formaci¨®n de los miembros de la mosca del vinagre, puedes pasar a estudiar lo que ocurre en el pez, que no tiene patas", explica Duboule. "Pero, por el momento, te ves limitado a realizar comparaciones. Para llegar m¨¢s lejos, hay que conocer el funcionamiento interno de los genes del desarrollo del pez" y de los dem¨¢s animales interesantes desde el punto de vista de la evoluci¨®n.
Para aumentar todav¨ªa m¨¢s la dificultad, cuanto m¨¢s complejo es el animal, m¨¢s numerosas y diversificadas son las funciones de sus genes. En el proceso de la evoluci¨®n, "la naturaleza siempre escoge la soluci¨®n m¨¢s parsimoniosa. No crea ning¨²n gen, pero asigna nuevas funciones a aquellos de que dispone". Ello da como resultado unos genes que, en seres relativamente rudimentarios como las bacterias, s¨®lo rigen unas pocas operaciones y que, en los vertebrados, llegan a intervenir en una infinidad de situaciones, desde el desarrollo del embri¨®n hasta la comunicaci¨®n celular del adulto. "Evidentemente, cuando remueves algo ah¨ª dentro, provocas un desorden indescriptible", subraya Duboule. "Sin duda es la raz¨®n por la que los organismos complejos evolucionan m¨¢s frecuentemente por saltos que los organismos sencillos".
Considera que, sin duda, ser¨¢ necesario "dedicar unos 10 a?os a la investigaci¨®n fundamental en biolog¨ªa" para desenredar esta madeja. Mientras tanto, la evodevo desbroza a grandes machetazos. "Un poco como hac¨ªa la biolog¨ªa de la evoluci¨®n hace unos 30 a?os". Lejos de ser desalentadora, esta situaci¨®n le parece estimulante: "Por el momento, la evodevo produce much¨ªsimas hip¨®tesis y pocos hechos. Pero es precisamente lo que da a nuestra disciplina su lado po¨¦tico. La creatividad personal del investigador ocupa un lugar importante".
El objetivo es, evidentemente, llegar a la evoluci¨®n experimental: practicar manipulaciones gen¨¦ticas para hacer evolucionar unos organismos. Por desgracia, incluso en ese estadio, y al igual que la evoluci¨®n o la biolog¨ªa cl¨¢sicas, la evodevo no permitir¨¢ reconstruir con certeza la historia de la vida: "es imposible ir hacia atr¨¢s en el tiempo, rebobinar la pel¨ªcula", recuerda Duboule. Y, por lo tanto, "a falta de huellas, la prueba permanecer¨¢ siempre inalcanzable".
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