La urna y el reptil
PACO MARISCAL
Acabas de cerrar el libro de la Hannah Arendt sobre Los or¨ªgenes del totalitarismo por el cap¨ªtulo aquel del Caso Dreyfus, un caso como un huevo que la serpiente racista y antisemita incub¨® en la Francia cercana hace como cien a?os. Buscas el mando a distancia del televisor, y te aparece en la pantalla el semblante sonriente de Pinochet, que se burl¨® a tiros del resultado democr¨¢tico de las urnas chilenas all¨¢ por el setenta y tres, y poco despu¨¦s convirti¨® en desaparecida la vida del cura valenciano Llid¨®; ese Pinochet a quien el Vaticano, a lo peor, declara cualquier d¨ªa "hijo predilecto" por razones humanitarias. Apagas la pantalla, y te vas al peri¨®dico, a por la informaci¨®n escrita, y te enteras de que en tu pueblo, en Alboraia, en Manises, en Xirivella, prende fuego el totalitarismo en las sedes de unos partidos pol¨ªticos que libremente concurren a las urnas de todos, como libremente concurres tu y libremente votas.
Lo de Pinochet y lo de aqu¨ª, como el caso Dreyfus, te parecen novedades viejas y sucias que alteran el ritmo en los ca?os de la sangre. Se te cae al suelo la colilla del cancer¨ªgeno cigarrillo que sosten¨ªas en la comisura de los labios, y a punto est¨¢s del exabrupto o la blasfemia. Prevalece la prudencia de las canas, que no la temeridad de unos a?os j¨®venes que ya no tienes.
La prudencia que te dicta y tu redactas que los c¨®cteles m¨®lotov en Xirivella, en Alboraia y en Manises no se dirig¨ªan s¨®lo contra Esquerra Unida, el PP o el PSOE; iban dirigidos contra todo el abanico de partidos que concurren a las elecciones, contra toda la ciudadan¨ªa que acude a las urnas democr¨¢tica y libremente. El fuego del totalitarismo y la agresi¨®n se acompa?aba de un pasqu¨ªn exhortativo que rezaba "?No votes!" como no se votaba en el Chile del arrogante Pinochet y de sus no menos arrogantes espadones.
"?No votes!" f¨ªjate, y a t¨ª la prudencia te dicta que hay que acudir a la urna y votar. Porque esta democracia, con ser imperfecta, es mejor que la del totalitarismo que es ninguna; porque incluso te apena y te preocupa el absentismo sobre todo el de los novillos y mozas j¨®venes, esos que no acudieron a las urnas en los ¨²ltimos comicios locales, auton¨®micos y europeos; porque te acuerdas, t¨² que peinas canas, de las palabras sobre pol¨ªtica que dirig¨ªa Machado a los j¨®venes en boca de Juan de Mairena: "No os aconsejar¨¦ nunca el apoliticismo, sino el desde?o de la pol¨ªtica mala, que hacen trepadores y cuca?istas, sin otro prop¨®sito que el obtener ganancias y colocar parientes"; porque ese Mairena nunca les hubiese sugerido a los viejos o a los j¨®venes que no votasen, antes bien les indicaba a estos ¨²ltimos, a los j¨®venes, todo lo contrario: "Vosotros deb¨¦is hacer pol¨ªtica, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y naturalmente, contra vosotros"; porque te acuerdas tambi¨¦n del caso Dreyfus y con ¨¦l de todos los totalitarismos habidos y por haber, totalitarismos sin urnas y contra las urnas que ves reverdecer en el semblante sonriente, arrogante y sucio de Pinochet, que te indignan, sin sorprenderte ya, en Manises, en Xirivella y en Alboraia, que borran al curita Llid¨® de la faz de la tierra, que de forma imperativa casi te ordenan "?No votes!" mientras prenden fuego en las sedes de unos partidos que concurren a las elecciones.
Por eso, por todo eso, que no es poco, te acercar¨¢s a las urnas, aunque desde?es determinadas pol¨ªticas y te disgusten algunos pol¨ªticos huecos.
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