Pinochet
JUANJO GARC?A DEL MORAL La instant¨¢nea que mostraba al exdictador Augusto Pinochet subiendo en Londres por su propio pie la escalerilla del avi¨®n que le llev¨® de vuelta a Chile y, sobre todo, las im¨¢genes de su llegada a Santiago, donde, vivito y coleando, fue recibido con todos los honores (militares, por supuesto) dejaron un sabor amargo y provocaron indignaci¨®n y rabia entre todos aquellos que, durante los 503 d¨ªas que dur¨® el proceso, albergaron la esperanza de ver al siniestro personaje sentado en el banquillo de la Audiencia Nacional. De repente, el senador vitalicio ya no necesitaba la silla de ruedas en la que nos lo hab¨ªan mostrado a lo largo de los ¨²ltimos meses; hab¨ªan desaparecido todos los males que supuestamente padec¨ªa y que justificaron la denegaci¨®n de la extradici¨®n por su supuesta incapacidad de seguir el proceso de un juicio. La burla, con la inestimable ayuda del Gobierno espa?ol, se hab¨ªa consumado. Es cierto que el proceso iniciado por el juez Garz¨®n supone un important¨ªsimo hito, porque ning¨²n dictador podr¨¢ volver a pasearse a sus anchas por el mundo sin temor a ser detenido. Pero, para ser el primero, y para dar ejemplo, el caso de Pinochet tendr¨ªa que haber sido llevado hasta el final, tendr¨ªa que haber acabado con el exdictador sentado en el banquillo y juzgado por los cr¨ªmenes que cometi¨® a partir de aquel aciago 11 de septiembre de 1973. La liberaci¨®n de Pinochet nos ha dejado un sabor amargo, porque el exdictador se ha escapado. Pero a esa amargura hay que a?adir la indignaci¨®n y la rabia por la actuaci¨®n del Gobierno espa?ol en todo el asunto. Tiene raz¨®n el presidente Aznar al se?alar que la actitud del Ejecutivo en el caso de la extradici¨®n de Pinochet "ha sido la misma desde el comienzo": c¨ªnica, desde el principio hasta el final. Las declaraciones de miembros del Gobierno mostrando su "desolaci¨®n" por el desenlace del proceso constituyen uno de los m¨¢s claros ejemplos de cinismo que se han registrado en los ¨²ltimos tiempos. Las razones de Estado, en este caso de lo m¨¢s obscenas, se han impuesto una vez m¨¢s.
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