Frutos del pasado JORDI S?NCHEZ
Cuando apenas faltan 72 horas para el cierre de la campa?a electoral todo parece apuntar que el PP continuar¨¢ en el Gobierno y muy probablemente lo har¨¢ con mayor comodidad que en la anterior legislatura. Las encuestas aparecidas en los principales peri¨®dicos el domingo pasado daban cuenta de la relativa comodidad con la que el partido de Aznar va a afrontar este ¨²ltimo tramo de campa?a. Mi opini¨®n es que la comodidad ser¨¢ mucho mayor de lo que las encuestas reflejaban, es decir, la distancia entre el PP y el PSOE ser¨¢ mucho mayor que lo apuntado por los diversos rotativos el domingo pasado. Es decir, nunca como hoy la derecha espa?ola se ha situado tan cerca de la mayor¨ªa absoluta. Pueden ser tan s¨®lo seis o siete esca?os los que separen a Aznar de la gloria plena que para un Gobernante representa disponer de la seguridad absoluta de que sus propuestas parlamentarias no dependan de nadie m¨¢s que de la voluntad de su propio grupo pol¨ªtico. Este escenario, de ser cierto, ir¨¢ muy probablemente acompa?ado de una muy escasa participaci¨®n, argumento que algunos utilizar¨¢n para justificar sus escasos resultados. En cualquier caso, los escenarios pol¨ªticos que se abren a partir del 12 de marzo tendr¨¢n (o deber¨ªan tener) consecuencias pol¨ªticas en diferentes frentes. En las formaciones pol¨ªticas de ¨¢mbito espa?ol el PSOE e IU deber¨¢n afrontar el redise?o de una nueva estrategia que a medio plazo haga posible, es decir ante todo haga cre¨ªble ante la ciudadan¨ªa, que la alternativa a un Gobierno conservador existe. La izquierda espa?ola no ha sabido estos ¨²ltimos cuatro a?os tejer una oposici¨®n fuerte y coherente. En parte por las hipotecas que el PSOE ten¨ªa del mal uso que hizo de sus repetidas mayor¨ªas desde 1982. Pero tambi¨¦n por las disputas internas en ambas formaciones de la izquierda espa?ola que consiguieron transmitir una imagen a la ciudadan¨ªa no excesivamente positiva. En el caso de IU, hay que a?adir la fijaci¨®n antisocialista de Julio Anguita y de buena parte de la organizaci¨®n que lo llev¨® no s¨®lo a fragmentar ese espacio (en 1996 fue la tercera fuerza pol¨ªtica), sino incluso a construir complicidades importantes con el propio Gobierno de Aznar.Alguien puede manifestar su sorpresa por la ausencia de resultados electorales positivos por parte de la izquierda espa?ola tras el pacto entre PSOE e IU. Lo cierto es que ese pacto lo debemos considerar m¨¢s como una declaraci¨®n de buenas intenciones hacia el futuro que como un acuerdo para gobernar a partir del pr¨®ximo domingo. El acuerdo firmado no es movilizador en la medida que los compromisos adquiridos son m¨ªnimos, y salvo sorpresa de ¨²ltima hora por la cual conozcamos la retirada de IU en aquellas circunscripciones donde no tiene ninguna posibilidad de obtener esca?o alguno, los ¨²nicos beneficios palpables del pacto ser¨¢n haber evitado la libre ca¨ªda del voto de IU. Es decir, un pacto que ejerce la funci¨®n de air bag, pero que en ning¨²n caso se convierte en un eje movilizador del electorado de centro izquierda e izquierda.
En Catalu?a el escenario puede tener un inter¨¦s a?adido, los resultados del 12 de Marzo en la medida que los del PP en 1996 fueron significativamente bajos, en comparaci¨®n con los obtenidos en otras partes del Estado. Es decir, el PP tiene la posibilidad el pr¨®ximo domingo de convertirse en Catalu?a en la segunda fuerza pol¨ªtica. Sin duda ese salto de los populares catalanes tendr¨ªa consecuencias negativas tanto en el PSC como en CiU. Pero muy probablemente ser¨¢ la coalici¨®n liderada por Jordi Pujol la que vuelva a tener la peor noche electoral, de confirmarse esas posibilidades. El 12 de marzo CiU no s¨®lo tiene en juego la representaci¨®n en el Congreso de los Diputados y en el Senado sino tambi¨¦n se juega las posibilidades para garantizar unas alianzas estables en Catalu?a que le permitan evitar sobresaltos continuos en el Parlament. La posibilidad de que CiU no sea necesaria para sustentar una mayor¨ªa en el Congreso de los Diputados (posibilidad nada descartable) la sit¨²a ante un escenario pol¨ªtico en el interior de Catalu?a de extrema fragilidad. Entre otras cuestiones se abre con fuerza la evidencia imparable de que nos encontramos ante un fin de etapa de la coalici¨®n nacionalista. Esta sensaci¨®n, a parte de otras consideraciones de consumo interno en CiU, dificultar¨ªa por ejemplo a ERC dar un apoyo a Jordi Pujol. Muy probablemente s¨®lo un redise?o del pacto de legislatura que Pujol hizo en noviembre pasado en la direcci¨®n de conseguir un acuerdo amplio entre las principales formaciones pol¨ªticas catalanas podr¨ªa garantizar el fin del sexto mandato de Pujol al frente de la Generalitat, sin sobresaltos excesivos.
Los resultados previsibles (seg¨²n encuestas) para la candidatura unitaria de las izquierdas catalanistas y nacionalistas para el Senado no son tampoco muy optimistas. En cualquier caso, y dada la dificultad a?adida de proyectar intenci¨®n de voto para unas elecciones como las del Senado, hay que preguntarse cu¨¢l es el motivo por el cual las formaciones que dan apoyo a este pacto se han esforzado tan poco en proyectarlo a la opini¨®n p¨²blica.
Es verdad que el Senado siempre es el gran ausente en unas elecciones legislativas espa?olas, pero esta vez hab¨ªa una excusa para dar un cierto protagonismo a una candidatura unitaria con la esperanza de que hubiera despertado una cierta ilusi¨®n entre el electorado progresista y catalanista. Da toda la impresi¨®n de que el pacto para el Senado no s¨®lo no se presenta con fuerza ante el electorado sino que algunos de los propios firmantes de ¨¦ste tratan de esconderlo. Es evidente que con esas actitudes no se puede tener la pretensi¨®n de ganar ningunas elecciones.
No creo que la noche del pr¨®ximo domingo sea especialmente interesante. En cualquier caso las consecuencias de esos posibles resultados deber¨ªan hacer reflexionar a los dirigentes de las fuerzas de izquierda en el sentido de que en el futuro deber¨¢n incorporar formas de hacer diferentes, nuevas sensibilidades y discursos renovados, si alg¨²n d¨ªa quieren ganar en las urnas a la derecha. Por suerte, la esperanza nunca se pierde del todo.
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