Cuarentena
La cifra de la prueba dif¨ªcil -cantar les quaranta-, la iniciaci¨®n, con su paso de la muerte a la vida, y las intervenciones divinas es el cuarenta. La historia b¨ªblica est¨¢ jalonada de cuarentenas: el reinado de Sa¨²l, David y Salom¨®n; la duraci¨®n del Diluvio; Mois¨¦s, tartamudo, pero no sordo, oy¨® la llamada divina, nombr¨¢ndole libertador a los cuarenta -seg¨²n Rousseau "es la edad m¨¢s conveniente para poseer todas las virtudes que debe reunir un hombre de estado"- y, antes de subir a por los f¨®siles Mandamientos, vestido de Charlton Heston, al Sina¨ª ayun¨® cuarenta d¨ªas -los mismos que llevar¨ªa sin comer el ortodoxo abad-arzobispo de santa Catalina al recibir al Papa, por lo que le maltrat¨®, sin tener en cuenta el protocolo ecum¨¦nico ni la hospitalidad mon¨¢stica ni los intereses tur¨ªsticos; nada extra?o en unos monjes que ten¨ªan el m¨¢s importante manuscrito de la Biblia, el Codex Sinaiticus, ?del siglo IV!, como tapadera de la tinaja- l'orsa! -de las adobadas aceitunas, hasta que lo compr¨® por cuatro chelines, Tischendorf, en 1844, para el Brittish Museum, ?si san Sofronio, obispo de Jerusal¨¦n, hoy de fiesta, levantara la cabeza!, perdida ante los alarbs, los mismos que se la cortaron, ?la cabeza, eh!, al p¨ªo catequista Eulogio de C¨®rdoba-; Israel peregrin¨® cuarenta a?os para llegar a la tierra prometida. Jes¨²s fue llevado al templo a los cuarenta d¨ªas, el tiempo que fue tentado en el desierto; las Quaranta hores de exposici¨®n de la custodia son las horas de su estancia en el sepulcro. Se cre¨ªa que, a los cuarenta d¨ªas, no quedaba rastro de vida en los muertos, por ello, las misas gregorianas o las cuarentenas de las enfermedades, pues es un ciclo de vida o de no-vida, como la Cuaresma: Ara venen set setmanes totes de dejunar; i set que ja n'hem passades totes de riure i folgar.
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