La cara oculta del benefactor
Si el doctor Alois Alzheimer hubiera sido un asesino en serie, ?deber¨ªa cambiarse el nombre de la enfermedad que descubri¨®? Si los doctores que lograron la honra de dar su apellido al s¨ªndrome de Down o a la enfermedad de Hodgkin hubieran tenido un pasado criminal oculto, ?habr¨ªa que cambiar las denominaciones y los libros para dejar de rendirles homenaje?El debate no afecta a esos m¨¦dicos, sino a la figura de Hans Conrad Reiter, el doctor alem¨¢n que descubri¨® los s¨ªntomas de una forma de artritis. Aunque hay dudas de que fuese el primero en ese descubrimiento, la comunidad m¨¦dica le concedi¨® el mayor prestigio: la enfermedad pas¨® a denominarse s¨ªndrome de Reiter.
Ahora se sabe Reiter era un hombre de confianza de Hitler y que bajo su mando se realizaron algunos de los experimentos m¨¢s aberrantes en los campos de concentraci¨®n nazis.
Dos m¨¦dicos de la Universidad de California (UCLA) han redactado un art¨ªculo en una prestigiosa revista de reumatolog¨ªa en el que piden la revisi¨®n de la denominaci¨®n con la que se honra a Reiter a la historia de la medicina. "?Puede honrarse a un criminal de guerra con esa distinci¨®n?", se preguntans Daniel Wallace y Michael Weisman. Las investigaciones han determinado que Reiter fue m¨¢s que un simple defensor de las teor¨ªas eugen¨¦sicas del nazismo, es decir, la mejora de la raza elegida y la aniquilaci¨®n de los genes considerados inferiores, algo a lo que jur¨® dedicaci¨®n plena cuando se convirti¨® en responsable de la sanidad del Reich en 1937.
Wallace ha contado a The New York Times que descubri¨® el pasado de Reiter en un libro sobre medicina nazi que le regal¨® un paciente. Wallace llevaba m¨¢s de 20 a?os dedicado al tratamiento de un s¨ªndrome que se manifiesta en problemas en las articulaciones, conjuntivitis y complicaciones en la uretra y la piel. Wallace investig¨® archivos m¨¦dicos y militares que le permitieron construir el perfil de Reiter. Los datos demuestran que no s¨®lo consinti¨® algunos de los experimentos m¨¦dicos que costaron la vida a miles de prisioneros de los campos, sino que orden¨® personalmente muchas de las brutalidades m¨¦dicas: "Supervis¨® las atrocidades m¨¦dicas y les puso el sello de aprobaci¨®n", escriben Wallace y Weisman. En uno de sus experimentos se inocul¨® un microbio a 250 prisioneros en Buchenwald para una nueva vacuna: todos murieron.
En la cima de su carrera, Reiter represent¨® a Alemania en la Organizaci¨®n mundial de la Salud hasta el fin de la guerra y recibi¨® las mayores condecoraciones de la SS. Nunca pudo ser juzgado, porque los subalternos que pod¨ªan testificar en su contra se suicidaron. Reiter sigui¨® practicando la medicina en Kassel hasta morir en 1969, a los 88 a?os.
Aunque no hay normas establecidas para cambiar la denominaci¨®n de una enfermedad -los nombres cambian por el desuso o por la aparici¨®n de nuevos conceptos- una asociaci¨®n m¨¦dica que agrupa a los pacientes con el s¨ªndrome de Reiter ha pedido que pase a llamarse s¨ªndrome de artritis reactiva.
Sin embargo, como dice el diario neoyorquino, s¨®lo si los editores de libros m¨¦dicos cambian la denominaci¨®n, desaparecer¨¢ el homenaje p¨®stumo a quien practic¨® la medicina con lamentables maneras de carnicero.
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